La enfermedad de Parkinson es, como el alzhéimer, un trastorno neurodegenerativo. Afecta a más de 4 millones de personas en todo el mundo y suele desarrollarse a partir de los 60 años.

En esta enfermedad, se produce una destrucción progresiva de las células nerviosas del cerebro. Los síntomas típicos incluyen: temblores musculares, rigidez de los músculos, movimientos lentos y postura inestable. Por ahora es incurable y no se conocen causas concretas.

Hay que incluir la salud intestinal en el diagnóstico y la terapia

En un estudio realizado en de la Clínica Universitaria de Helsinki (Finlandia) y publicado en el Journal of Parkinson Disease, los investigadores respectivos examinaron hasta qué punto el intestino podría estar involucrado en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Concluyeron que si se tuvieran en cuenta los intestinos en el diagnóstico y la terapia del Parkinson, se podría reconocer la enfermedad más rápidamente y ralentizar su progresión.

El autor principal del estudio, el doctor Filip Scheperjans, afirma que algunas personas sufren molestias gastrointestinales durante años antes de experimentar los síntomas típicos de Parkinson, como los temblores de las manos.

Sin embargo, si la enfermedad se diagnostica cuando estos temblores aparecen, muchas neuronas habrán muerto, lo que hace que la terapia sea mucho más difícil. Por esta razón, uno de los objetivos de las investigaciones sobre el Parkinson es descubrir nuevos métodos para poder detectar la enfermedad lo antes posible, y el intestino es claramente el centro de atención.

¿Los depósitos patológicos migran del intestino al cerebro?

Cada vez más estudios sugieren que el Parkinson en realidad comienza en el sistema digestivo, al menos en los afectados que tenían trastornos digestivos años antes de ser diagnosticados.

En marzo de 2017, los investigadores declararon en un estudio que los depósitos típicos de Parkinson en el cerebro, la llamada proteína alfa-sinucleína, que hace que las células nerviosas mueran, puede migrar del cerebro al estómago a través del nervio vago.

Sin embargo, algunos científicos también sospechan que los depósitos toman la ruta opuesta, es decir, que la alfa-sinucleína posiblemente podría ingresar al sistema digestivo con la comida y viajar desde allí al cerebro.

Se habla de una mucosa intestinal patológicamente permeable (el síndrome del intestino permeable), que junto con la disbiosis (alteración de la flora intestinal) estimula excesivamente el sistema inmunitario y podría conducir a una inflamación crónica y a una sobreactivación de las células nerviosas, con la posterior formación de alfa-sinucleína.

Una de las últimas e importantes investigaciones que apoyan la hipótesis intestino-cerebro para el párkinson se ha publicado en la revista Neuron y ha sido realizada por científicos de la Universidad Johns Hopkins.

Intestino permeable, trastornos de la flora e inflamación

Como indica el Dr. Scheperjans, dado que los depósitos de alfa-sinucleína también se pueden encontrar en el sistema nervioso del sistema digestivo, ahora se deben realizar investigaciones concretas para determinar si estos depósitos son realmente idénticos a los del cerebro.

La excesiva permeabilidad de la mucosa intestinal (síndrome del intestino permeable) parece desencadenar los depósitos de alfa-sinucleína en el intestino. Por lo tanto, ahora se debe verificar si los pacientes de Parkinson tienen realmente un síndrome del intestino permeable.

Hasta ahora, la denominada inmunohistoquímica se ha utilizado como método para localizar los depósitos de alfa-sinucleína, aunque con resultados inconsistentes, por lo que es necesario desarrollar nuevos métodos para lograr resultados más precisos.

Se requieren grandes estudios clínicos con pacientes de Parkinson para investigar a fondo los mecanismos que podrían estar detrás de la influencia del intestino en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Debe examinarse la composición de la flora intestinal de cada paciente, antes y después de un diagnóstico de Parkinson.

La futura terapia de Parkinson: dieta, probióticos y prebióticos

En cualquier caso, los científicos finlandeses que trabajan con Scheperjans están seguros de que la flora intestinal desempeñará un papel importante en el desarrollo de nuevas terapias para el Parkinson durante las próximas décadas. Estas formas de terapia incluirán cambios en la dieta, el uso de probióticos y prebióticos y trasplantes de heces.

“En los últimos años hemos descubierto la importancia de la conexión entre el intestino y el cerebro en relación con el Parkinson”, dice Scheperjans. Y el Dr. Patrik Brundin, editor en jefe del Journal of Parkinson's Disease comenta que "el intestino es ahora el foco de la investigación sobre el Parkinson. Estamos seguros de que habrá un enorme progreso en los próximos 20 años. Porque los cambios en la salud intestinal pueden ayudar a diagnosticar la enfermedad de Parkinson antes, mientras que las terapias que afectan esos cambios pueden retrasar la enfermedad. Esto incluye medidas tan simples como la eliminación de un estreñimiento crónico y la mejora general de las funciones intestinales ".

Referencias científicas: