Los ritmos estacionales y horarios internos de nuestro sistema inmunitario podrían hacernos más o menos susceptibles a infecciones y lesiones en ciertos momentos del día o meses del año, según sugiere un nuevo estudio.

Una mejor comprensión de estos ritmos podría tener implicaciones para la prevención y el tratamiento de enfermedades como la COVID-19. También podría ayudar a explicar por qué ciertas enfermedades, como la gripe, tienden a aparecer en invierno, mientras que los síntomas de otras enfermedades, como la esclerosis múltiple, a menudo empeoran en verano.

Se refuerza la posible existencia de ritmos inmunitario internos

Que la gripe nos afecte más en los meses fríos nos parece lo más lógico del mundo, pero lo cierto es que no estamos seguros de por qué es así. Se supone que el frío y la permanencia en espacios interiores cerrados facilita el contagio. Estas ideas están de actualidad durante la segunda ola de la pandemia COVID-19. Ahora, un estudio ha podido confirmar que los relojes del sistema inmunitario del organismo humano son determinantes.

El equipo dirigido por doctora Cathy Wyse, investigadora postdoctoral en el Royal College of Surgeons en Irlanda, ha analizado 329.261 personas muestras de sangre y ha investigado si existía una relación entre la hora del día o el día del año en que fueron extraídas y el recuento de células inmunitarias.

Los resultados mostraron fluctuaciones claras en la cantidad de glóbulos blancos y marcadores de inflamación en la sangre, lo que sugiere que nuestra función inmunitario puede ser más fuerte o más débil, en función de la hora del día y de la estación.

Los datos "respaldan la idea de que puede haber relojes y calendarios endógenos en el sistema inmunitario”, dijo Wyse, cuya investigación se ha publicado como preimpresión y está pendiente de ser revisada por pares.

Los ritmos son independientes de otros factores conocidos

Es importante destacar que las variaciones en el funcionamiento inmunitario no se pudieron relacionar con factores ambientales o de estilo de vida, o con los niveles de vitamina D.

"Esto sugiere que tales cambios en nuestro sistema inmunológico se deben a los relojes corporales, los mecanismos innatos que nos permiten realizar un seguimiento del tiempo", ha explicado la doctora Rachel Edgar, del Imperial College de Londres, que estudia cómo los virus pueden aprovechar los momentos de debilidad de los ritmos para propagarse.

Si te vacunas, mejor por la mañana

De hecho, las fluctuaciones diarias observadas en este estudio reflejan los patrones que Edgar documentó previamente en ratones, con glóbulos blancos que se congregan en los ganglios linfáticos al comienzo del período activo de los ratones y se mueven hacia la sangre a medida que los ratones avanzan hacia su fase de descanso.

Lo que sucede en los ganglios linfáticos es clave para nuestra respuesta inmunitaria a las vacunas y virus como la gripe o como el coronavirus SARS-CoV-2: "En los ratones, la hora del día en que son puestos en contacto con el virus tiene profundas consecuencias para la respuesta inmunitario que se produce días después", ha dicho Edgar.

"Esto, junto con la evidencia de que la vacuna contra la gripe estacional parece ser más eficaz cuando se administra por la mañana que por la tarde, sugiere fuertemente que ciertas vacunas contra el SARS-CoV-2 podrán funcionar mejor si se administran por la mañana".

Por otra parte, el análisis del ciclo anual muestra que durante el otoño y el invierno hay menos células inmunitarias en circulación que en primavera. Esto aumenta nuestro riesgo a contraer infecciones.

El sistema inmunitario está más activo por la mañana

Esta teoría aún no ha sido totalmente probada y Wyse advierte contra la sobreinterpretación de sus resultados. Sin embargo, desde una perspectiva evolutiva, tiene sentido que las células inmunitarias se movilicen cuando comienza el día y es más probable que entremos en contacto con microorganismos patógenos. Otros estudios han probado que las células involucradas en la reparación del daño tisular migran a las heridas más rápidamente durante el día, lo que refuerza la hipótesis.

Los hallazgos confirman que el tiempo biológico desempeña un papel fundamental la salud humana y podemos tenerlo en cuenta para adaptar tanto nuestras costumbres como el tratamiento médico. Por ejemplo, si sabemos que en invierno nuestro sistema inmunitario no nos va a defender con la misma eficacia que por la mañana, podremos reducir nuestra actividad social nocturna, sobre todo en espacios interiores. De esta manera minimizaríamos nuestra exposición a los patógenos en los momentos en que somos menos resistentes.

Referencias científicas: