Las toxinas que se acumulan en el organismo (a través de los alimentos y el ambiente, por ejemplo) afectan al funcionamiento del organismo y repercuten en nuestra salud.

En este artículo deseamos mostrarte tres formas efectivas para ayudar al cuerpo, a la mente y al ánimo a eliminar toxinas y poder llevar así una vida más plena, serena y satisfactoria.

1. Haz la meditación del escáner antes de dormir

Dormir renueva la memoria a largo y a corto plazo, termina los aprendizajes y elimina todo aquello que no sirve a nuestro cerebro, es una parte esencial de la eliminación de toxinas.

Para que realizar esta función adecuadamente, además te, proponemos la meditación del escáner que se puede realizar estirado en la cama.

  1. Nos tumbamos de espaldas en la cama y escuchamos lo que sentimos físicamente. Apreciamos las sensaciones agradables, sucede que a veces no las reconocemos, solo registramos las que nos duelen en detrimento de las que nos ayudan o nos hacen sentir bien. Cambiar este patrón es primordial. Escuchamos los lugares donde sentimos tensión.
  2. Ponemos la atención en el contacto de la mano derecha con la cama, percibimos la muñeca, el codo, el antebrazo, el brazo y el hombro derechos. Observamos lo mismo desde la mano izquierda hasta el hombro izquierdo. Advertimos las diferencias entre los dos costados.
  3. Advertimos los dos omoplatos y la diferencia de apoyo que cada uno de ellos tiene con el suelo con respecto al otro. Después sentimos desde la parte alta de la espalda hacia la cadera y observamos estas dos partes del tronco como un todo con sus diferencias de apoyo.
  4. A continuación ponemos la atención en el pie derecho, vemos cómo descansa en la superficie de la cama y lo comparamos con el izquierdo. Escaneamos la pierna derecha, los gemelos, las rodillas, los muslos hasta la parte derecha de la pelvis. Repetimos el escaneo a la izquierda y comparamos.
  5. Finalmente observamos la mandíbula y la lengua, adónde miran los ojos, qué parte del occipital toca las sábanas y cómo se siente. A lo mejor ya nos dormimos al llegar a los hombros.

Si duermes, te nutres y respiras bien también harás que todos tus sistemas funcionen mejor lo que te permitirá una relación más eficiente, positiva y luminosa con el entorno y contigo mismo. Es así cómo nos integramos en el Universo de manera sutil, alegre y generosa.

2. Combina respiración e imaginación

La respiración sucede unas 15 veces por minuto aproximadamente, lo que vendría a ser unas 21.600 veces cada día de manera efectiva y nos regala la vida.

Si alguien realiza un trabajo bien hecho tantas veces seguro que merece nuestra confianza. Confiemos pues en la respiración, ella sabe muchas cosas que quizás no entendemos, se escapan a nuestra percepción pero nos dan la vida.

Sintamos la respiración, dejemos que el aire entre libremente el tiempo que quiera, que haga pausa si el cuerpo lo desea y percibamos cómo espiramos sin esfuerzo.

Descansamos y esperamos a que el cuerpo se decida de nuevo a inspirar. Cuando conseguimos percibir la respiración sin controlarla, imaginamos que al inspirar nos nutrimos de aire nuevo que nos alimenta, nos da salud y luz para clarificar las ideas.

Después al espirar imaginamos que eliminamos las impurezas del cuerpo y los pensamientos que no convienen.

Realicemos este ejercicio unas diez veces. Descansaremos y escucharemos su efecto.

3. Sigue cada día estas rutinas que te limpian por dentro

También nos podremos ayudar a eliminar toxinas si seguimos algunas pautas al relacionarnos con la comida, la bebida y nuestras propias acciones.

  • El azúcar produce un efecto adverso en nuestra digestión y en nuestro ánimo, si hay que tomarlo que sea poco, negro o procedente de alguna planta.
  • Hay que beber agua para facilitar el trabajo a nuestros riñones.
  • Decidámonos por las frutas y vegetales frescos y a ser posible del entorno, han respirado el mismo aire que nosotros y energéticamente están preparados para nosotros.
  • Al ducharnos intentaremos exfoliar y limpiar la piel con un cepillo, no es necesario ducharse cada día (aunque sí lavarnos las partes intimas) así conservaremos el pH de la piel, que es el que mejor nos conviene.