Al nacer la mandíbula permite tomar el primer aire, el primer alimento, el amor de la madre. En la lactancia el bebé debe succionar, respirar por la nariz y a la vez tragar, lo que estimula la forma de la articulación y el crecimiento equilibrado del hueso.

Con la edad la mandíbula va variando. La del bebé es estrecha, pero se ensancha y en la edad adulta llega a su máximo tamaño. En la vejez, si se pierden dientes, vuelve a estrecharse.

Es una articulación multifuncional: interviene en abrir la boca, masticar, respirar y tragar, además de hablar, besar, amar… En un solo día puede llegar a hacer ¡diez mil movimientos!

Los problemas suelen tener una causa a la vez física y emocional

El conjunto de problemas que afectan a la articulación y a los músculos que la rodean se conoce como disfunción de la articulación temporo-mandibular.

En una fase inicial se siente solo dolor muscular. Con el tiempo puede producirse una subluxación o luxación discal reducible: se oye un clic al abrir o cerrar la boca, con una discreta desviación al abrir, como un esguince.

Las principales causas de los problemas mandibulares son:

1. Respirar por la boca

Conviene respirar por la nariz. La respiración bucal junto con una deglución atípica (con la lengua entre los dientes) impide una buena oclusión.

2. Oclusionar incorrectamente la mandíbula

Cuando el maxilar superior y la mandíbula no se relacionan bien entre ellos, o bien uno es más grande o estrecho o está hacia delante o atrás, pueden aparecer problemas en la articulación temporo-mandibular y de postura.

Una mandíbula desviada hacia un lado produce una asimetría postural de los hombros hacia el mismo lado. Llevar una prótesis mal ajustada o un diente que choca antes de tiempo con su antagonista también puede dar problemas.

3. Sufrir golpes o caídas

Cráneo, sacro y mandíbula están conectados. Una caída sobre el coxis o un latigazo cervical (un golpe por detrás, como en el coche) pueden incidir en la mandíbula.

Un osteópata puede ayudar a reequilibrar el eje cráneo-sacro-mandibular.

4. Tener hábitos inadecuados

Poner la lengua baja al tragar, morderse las uñas, el mordisqueo de labios o mejillas o los piercings en la lengua o el labio favorecen los problemas articulares de mandíbula.

5. Sufrir bruxismo

Esta contracción inconsciente de los músculos masticatorios es una defensa fisiológica ante el estrés. Es habitual al dormir. Si se prolonga puede desgastar los dientes, retraer las encías y dañar la articulación temporo-mandibular. A veces se ejerce tanta fuerza que se fracturan dientes. Al despertar puede haber espasmo y dolor muscular.

El problema se agrava si hay mala oclusión.

6. Presentar laxitud de ligamentos

Hay personas altas y delgadas que tienen los ligamentos muy flexibles. Son personas de constitución fosfórica o fluórica a las que puede resultar útil la homeopatía. A veces un simple bostezo puede ser problemático en estos casos.

Cómo relajar la mandíbula

Por Juan José Plasencia

Esta compleja y sofisticada articulación participa en tres importantes funciones fisiológicas: la masticación, en una fase inicial de la digestión; la deglución, permitiendo tragar el alimento ya masticado; y la fonación, ya que sus movimientos de apertura y cierre intervienen en la articulación de los sonidos y, por tanto, facilitan la comunicación verbal y sonora.

La mandíbula, sin embargo, también es un reflejo físico de la salud emocional, lo que no debe extrañarnos si se tiene en cuenta que un tercio del sistema nervioso está vinculado con esta articulación.

Sentimientos como la ira, la ansiedad, el miedo o la inseguridad pueden manifestarse inconscientemente a través de la mandíbula, favoreciendo alteraciones diversas: bruxismo, movilidad dentaria, dolor en los músculos faciales y en la articulación temporomandibular, otitis, vértigo tensional, dolor cervical, fatiga visual...

Si se presenta alguno de estos trastornos es necesario, ante todo, identificar la causa física o emocional que lo origina para solucionar el problema de raíz, pues se trata de una disfunción articular involuntaria.

Técnicas corporales o energéticas, como la RPG, el rolfing, los masajes, la quiropráctica o algunos ejercicios de automasaje y digitopresión son buenos aliados, pues permiten tomar conciencia de esta zona, facilitan la relajación y reducen el estrés.

4 ejercicios de automasaje con digitopuntura para relajar la mandíbula

Presión sobre los maseteros

Coloca la yema de los dedos en la zona mandibular y ejerce una presión constante y firme unos tres minutos. Mientras mantienes la presión en ambos lados de la mandíbula, realiza respiraciones profundas, de modo que al soltar el aire ayudes a liberar la tensión.

Este ejercicio puede realizarse bajo la ducha al final de la jornada.

Presión digital en el cuello

Sitúa la yema de los dedos en la musculatura del lateral del cuello, ejerce presión a lo largo del músculo que se encuentra por debajo del lóbulo de la oreja.

Mantén una presión constante durante dos minutos, al mismo tiempo que respiras con regularidad.

Después realiza el mismo ejercicio por el otro lado.

Presión para la vesícula biliar

Con la yema de los dedos ejerce una presión en el punto reflejo del meridiano de la vesícula biliar, que se encuentra por delante de la oreja.

Mantén la presión tres minutos, al tiempo que realizas un movimiento circular sobre el punto indicado.

Respira profundamente y, al liberar el aire, abre la boca para soltar la tensión contenida en esta zona.

Masajear los maseteros

Sitúa las manos completamente relajadas en las mejillas.

Ejerce una presión moderada y realiza movimientos circulares desde por delante de las orejas hasta el mentón, de modo que abarques toda la musculatura de los lados de la cara.

Mientras realizas este ejercicio respira conscientemente y libera toda la tensión localizada en esta zona.