No es, la verdad, un factor muy importante, pero nos ayuda a entender hasta qué punto nuestro cuerpo y nuestra salud están relacionados con el entorno. Y esto si es importante para nuestra salud. Porque ser consciente de nuestra vulnerabilidad nos lleva a reconocer las consecuencias de cada uno de nuestros actos, por poco importantes que parezcan.

Seguramente te habrás dado cuenta de que tú mismo o personas que conoces reaccionan con mayor bienestar o malestar cuando se produce un cambio meteorológico. Unas personas parecen sentirse mejor cuando amenaza tormenta, mientras que a otras puede despertarles un dolor de cabeza. Sueño, irritabilidad o insomnio son síntomas que pueden relacionarse con los cambios del tiempo.

Según la médica y meteoróloga Angelika Grätz, del servicio meteorológico de Friburgo (Alemania), los cambios meteorológicos pueden producir estrés en nuestro organismo, lo que puede hacer, por ejemplo, que los niveles de azúcar en sangre fluctúen.

Por supuesto, la alimentación o el movimiento corporal son factores que inciden con mucha más fuerza en los niveles de azúcar. Para una persona sana, la influencia del clima no tiene relevancia, más allá de lo que le enseña sobre el funcionamiento de su cuerpo, pero para una persona diabética, que está acostumbrada a controlar sus niveles de glucosa en sangre, puede resultar un dato interesante que le ayude a comprender sus fluctuaciones e, incluso, a prevenir riesgos.

El mal o el buen tiempo influyen sobre la tasa de azúcar en sangre

La hormona insulina actúa más rápidamente cuando hace calor. Esto es interesante para los diabéticos que se tienen que inyectar insulina para controlar sus niveles de azúcar. La razón es que el calor aumenta el volumen de sangre que circula por la piel, y la insulina llega antes a la sangre.

Por eso durante un día muy caluroso aumenta el riesgo de sufrir una hipoglucemia. Expertos en diabetes indican que puede ser útil disminuir un poco la dosis de insulina, acortar la distancia entre las comidas y las inyecciones, o no inyectarse antes o después de un baño de sol.

Además, el calor hace que podamos sufrir un episodio de deshidratación con mayor facilidad, así que beber mucha agua es fundamental para el control de la diabetes.

El mal tiempo nos hace más sedentarios

Este es un efecto más indirecto. Cuando llueve, hace frío o está muy nuboso tendemos a quedarnos en casa y hacemos menos ejercicio, lo que lleva a un incremento de los valores de glucosa en sangre. En cambio, pueden disminuir cuando el tiempo es primaveral y apetece andar o practicar algún deporte al aire libre.

Un diabético debería preguntar a su médico cómo adaptar su tratamiento a sus distintos patrones de actividad o inactividad física.

Los aparatos de medición también son sensibles

Los dispositivos que miden los niveles de azúcar en la sangre también son sensibles a los cambios de temperatura. Las tiras reactivas que sirven para medir el azúcar en sangre pueden recibir daños por la luz solar directa y el frío. Tampoco son amigas de la humedad.

Debido a una medición errónea, el azúcar en sangre se puede descontrolar porque se puede administrar una dosis errónea de insulina. Por eso es necesario proteger los utensilios para el control de la diabetes. Las tiras hay que sacarlas justo antes del uso y el bote se debe cerrar inmediatamente. La medición se debe realizar en un lugar seco.