Uno de los estudios que ha demostrado que los espacios naturales aumentan el potencial de salud es el realizado por el equipo de científicos del Laboratorio de Paisaje y Salud de la Universidad de Illinois en Estados Unidos. Según sus conclusiones, el contacto con la naturaleza mejora el funcionamiento del sistema inmunitario, ayuda a los diabéticos a alcanzar niveles más saludables de glucosa en la sangre y las personas sometidas a cirugía experimentan una mejor recuperación.

1. La unión vital con la naturaleza

La biofilia es el vínculo emocional que nos une con la tierra y el resto de seres vivos.

  • Amor a la vida. La biofilia es nuestro sentido de conexión y la necesidad de interactuar con el medio natural que nos rodea. La palabra biofilia fue utilizada por primera vez por el biólogo Edgard Wilson, cuyos estudios y análisis demostraron que la naturaleza es esencial para el buen desarrollo y fortalecimiento físico y emocional de todo ser humano.
  • Paz y refugio. Edgard Wilson también afirmaba que así como nos sentimos bien al socializar con nuestros semejantes también encontramos refugio, curación y bienestar cuando caminamos en plena naturaleza, paseamos a orillas del mar o simplemente disfrutamos en compañía de una mascota.
  • Sentimiento innato. Esa complicidad con la naturaleza es una herencia de nuestros ancestros. Ellos se relacionaban íntimamente con su entorno y nos transmitieron a través de los genes la necesidad de estar vinculados al medio natural.

Déficit de naturaleza

El trastorno de déficit de naturaleza aparece cuando se está en permanente desconexión con el medio natural. Suele darse en entornos urbanos y con un estilo de vida sedentario. Se manifiesta en forma de ansiedad, estrés, fatiga crónica y disminución de la capacidad inmunitaria, y en niños con hiperactividad y obesidad.

2. Recuperar el bienestar perdido

Tres propuestas para disfrutar de los efectos terapéuticos de la naturaleza.

  • Andar descalzo. En las plantas de los pies hay numerosas terminaciones nerviosas y activarlas es saludable. Una pequeña caminata descalzo sobre la hierba o la arena estimula el funcionamiento de diversos órganos, especialmente de la región abdominal, y tonifica el sistema nervioso.
  • Bañarse en un río o pasear junto a agua en movimiento. Son espacios abiertos donde predominan los iones negativos, favorecedores de bienestar. La ionización negativa del aire mejora el estado de ánimo y las funciones corporales y es muy relajante.
  • Disfrutar de un chaparrón. El agua que vivifica las plantas también es un alimento para el cuerpo y el espíritu. Estar cobijado y observar cómo llueve, disfrutar con el sonido, la visión y el olor de los aromas de las plantas y de la tierra es una experiencia enriquecedora. El calor estival permite mojarse bajo la lluvia hasta calarse durante poco tiempo, evitando un segundo escalofrío.

3. Baños terapeúticos de arcilla y arena

Practicar la geoterapia en verano permite disfrutar del poder curativo de la tierra.

  • Geoterapia. Los baños de arcilla y lodos, cicatrizantes y desinfectantes, son una actividad geoterápica que reúne las propiedades del aire libre, el sol, el calor y los efectos beneficiosos de la tierra.
  • Peloides. Los peloides, con fangos termales o marinos, como las globigerinas, permiten disfrutar de la fuerza mineral de la tierra con efectos vitalizantes y regeneradores.
  • Baño egipcio. Consiste en embardunar distintas partes del cuerpo con arcillas que deben secarse al sol. Una vez secas y cuarteadas se retiran con un baño purificante de agua dulce o salada.
  • Psamoterapia. Esta terapia consiste en calentar arena a una temperatura que puede alcanzar 50-60 ºC, y aplicarla en el cuerpo en forma de envoltura. El calor regula la temperatura corporal y estimula el sistema inmunitario.
  • Aguas arcillosas. Andar en aguas arcillosas es remineralizante y activa la circulación.