Ser padres implica vivir una experiencia única, llena de extraordinarios sentimientos y amor incondicional, pero también de grandes preocupaciones. Difícilmente se llega a sufrir tanto como por los hijos y, cuando son pequeños, su salud es frecuente causa de ofuscación.

En el momento en que un niño enferma se disparan las alarmas para lograr su mejor y más pronta recuperación. Pero, ¿escuchamos verdaderamente lo que el pequeño expresa a través de su afección?

Los recién nacidos no suelen presentar apenas enfermedades, y es a partir del segundo trimestre cuando pueden desarrollar patologías leves, procesos básicamente infecciosos que estimulan y fortalecen su sistema inmunitario.

Es por tanto utópico pretender que un niño nunca enferme, pues forma parte de su adaptación al medio en que vive y se desarrolla. Hay procesos que harán sufrir al pequeño aun siendo fisiológicos (dentición, tos...), pero no por ello se deja de considerar a ese niño sano.

Sin embargo, si los síntomas son frecuentes o graves y médicamente se debe intervenir, hoy se dispone de soluciones terapéuticas muy válidas.

¿Por qué usar tratamientos homeopáticos en niños?

La homeopatía es una excelente opción en los niños, ya que estos todavía presentan gran reactividad ante mínimos estímulos.

En los trastornos de repetición o con manifestaciones cíclicas es donde la homeopatía halla más aceptación y mejores resultados, probablemente porque forman parte de la esencia de la persona, de su modo de expresión.

Para un médico homeópata es importante entender, por ejemplo, cómo mejoran o empeoran los síntomas, a raíz de qué pudieron empezar esas manifestaciones, o incluso en qué momento del día se agravan.

La base del razonamiento homeopático entiende que un niño no enferma si no hay una disposición previa, un terreno que favorezca precisamente que un germen o una disfunción se desarrolle; por lo que aliviando los síntomas se dará una tregua al niño y a sus padres, pero si no se logra modificar esa predisposición tampoco se habrá conseguido curarlo.

Enfermedades infantiles recurrentes

Cuando un niño presenta alguna patología de forma periódica suele recurrirse a medicamentos específicos. Así sucede con los padres de Max, que acuden a la consulta del homeópata porque su hijo, de cinco años, ha presentado varios cuadros de anginas en los últimos tres años. Al principio respondieron bien a la toma de antibióticos, pero ahora los episodios se han hecho más frecuentes e incluso más resistentes al tratamiento.

Su madre menciona las alteraciones digestivas, los dolores de cabeza casi semanales y la intolerancia a cualquier plato cocinado con cebolla, y le define como un niño difícil, muy autoritario y desobediente en casa. La prescripción de Lycopodium ayuda a armonizar el ambiente familiar, a la vez que permite espaciar las amigdalitis hasta que estas desaparecen.

La homeopatía considera a la persona como un todo en la manera individual de expresarse a nivel físico, mental y emocional. El espectro de enfermedades que responden a la homeopatía es por tanto tan amplio como la propia capacidad natural de curación que cualquiera posee.

Es frecuente que los padres se muestren agradecidos no solo porque su hijo ya no presenta el problema por el que acudieron, sino porque aprecian una mejor adaptación al medio en que vive.

Es el caso de Ainhoa, quien poco después de que naciera su hermano empezó a sufrir otitis del oído izquierdo, con fiebre y sin supuración, pero con un dolor muy intenso. Se trata de una niña muy expresiva, que no para de hablar en la consulta y tiene un sueño muy alterado, con lloros o gemidos casi cada noche.

La primera toma de Lachesis hace que empiece a dormir mucho mejor; en el colegio han notado que está más tranquila, y en visitas posteriores se comprueba que empiezan a mejorar esos terribles episodios de otitis.

Remedios específicos según las particularidades de cada niño

Probablemente nos hemos acostumbrado a aliviar nuestras dolencias y las de nuestros hijos lo más rápido y eficazmente posible, sin plantearnos por qué se manifiesta así el organismo.

La homeopatía intenta comprender esa línea coherente de expresión sintomática, y en función de ello prescribe el remedio individual. Por eso no receta un medicamento para cada enfermedad, sino un remedio para cada enfermo, aunque por ejemplo estos sean hermanos gemelos que han contraído la varicela a la vez.

Miguel es un lactante de 5 meses que ha presentado ya tres episodios de bronquiolitis, con dificultad al respirar, febrícula y la nariz muy taponada. Preguntada por el estado del niño durante las crisis, la madre describe a su hijo como de una extremada debilidad, y con los párpados superiores muy hinchados.

Después de recibir las primeras dosis de Kalium carbonicum, Miguel ya no hará ningún otro ingreso hospitalario, aunque en su caso se mantiene el tratamiento para intentar prevenir el desarrollo de un futuro cuadro asmático.

Claudia, de 8 años, acude después de varias traqueobronquitis, que cursan con fiebre muy alta y tos seca inicial, que generalmente se convierte en expectoración verdosa al cabo de uno o dos días. Su carácter más bien reservado, el horario nocturno de la tos y la ausencia de sed durante la fiebre nos orientan a tratarla con Pulsatilla.

La evolución inicial no es rápida, incluso se agravan los síntomas horas después de empezar con el tratamiento homeopático, pero a las dos semanas comienza una evolución favorable y llega a controlar esa predisposición bronquial a enfermar.

Ayudar en la adaptación al medio

El niño forma parte de una estructura familiar y respira la atmósfera que predomina en ese ambiente. Las tensiones, expectativas, temores o ilusiones de su entorno forman parte de sus vivencias, y su enfermedad expresará la propia realidad de la patología familiar.

Entender el entorno en el que convive el niño es vital cuando se busca su curación, porque en ese marco deberá aprender a subir cada peldaño que la vida le plantee, desde la dolorosa aparición del primer diente a la difícil adaptación a los cambios hormonales durante la pubertad.

Frente a patologías no puramente físicas la homeopatía también se muestra eficaz.

Iker, a pesar de sus 9 años no puede acostarse sin la presencia de su madre, y tiene despertares frecuentes y con mucha agitación. Todo le da miedo y cualquier pequeño ruido le sobresalta. Ha empezado a tener un tic facial y a temporadas presenta un estreñimiento muy marcado. A los dos meses de pautar Causticum, el sueño ya es más prolongado y ha conseguido en las últimas noches dormirse solo.

O el caso de Clara, de 6 años, que moja las sábanas dos o tres noches a la semana. Sus padres destacan que es muy responsable y ordenada, le encanta bailar desde bien pequeña y es muy friolera, enferma enseguida si se expone a frío o humedad. En este caso Sepia ayudará a mejorar su enuresis nocturna.

Alba es una una niña de 5 años cuyos padres están preocupados porque es excesivamente tímida, le cuesta relacionarse con sus compañeros y seguir el ritmo de la clase. Ha presentado amigdalitis de repetición, y son fácilmente palpables sus hinchados ganglios cervicales. Administrándole Baryta carbonica su rendimiento escolar mejora notablemente, y su profesora advierte en ella una mayor facilidad para participar del juego y las actividades con los otros niños.

Una terapia muy flexible

La homeopatía presenta algunas características muy ventajosas: se trata de una terapia sin contraindicaciones, por lo que se puede combinar con cualquier otro tratamiento.

Hay casos en que, ante una enfermedad crónica, se puede pautar homeopatía sin dejar el tratamiento convencional, y con frecuencia los padres empiezan a advertir una mejor eficacia de acción del mismo. Además, la homeopatía carece de efectos secundarios, lo que la hace muy segura frente a otras opciones.

Para la medicina homeopática cada caso es distinto, se enfoca de manera individual y se valoran todos los factores que inciden en su desarrollo. Lo singular en la expresión de cada niño aportará luz al diagnóstico del homeópata.

Suele decirse que la homeopatía actúa lentamente. De hecho lo que cabe esperar es que ante una enfermedad de larga evolución se requiera un tiempo prudencial para apreciar cambios profundos. Por el contrario, en los casos agudos, la acción puede ser incluso inmediata si se prescribe el remedio adecuado.

¿Homeopatía unicista o pluralista?

La homeopatía considera que cualquier organismo está regido por una fuerza vital que lo mantiene vivo y en condiciones saludables. Cuando
esa fuerza se altera enfermamos. La misión del homeópata es hallar el remedio adecuado que estimule de nuevo esa capacidad de respuesta natural.

Hoy día existen dos corrientes terapéuticas homeopáticas, el unicismo y el pluralismo.

  • La homeopatía unicista aborda el tratamiento del enfermo con un único remedio homeopático; en este caso se busca el más similar a la totalidad de los síntomas expresados.
  • Por el contrario, la homeopatía pluralista emplea varios medicamentos homeopáticos a la vez, más dirigidos al motivo de consulta y su actual forma de presentación.

5 remedios homeopáticos de uso frecuente en niños

La homeopatía explora las relaciones entre los síntomas físicos y emocionales, y a partir de ahí procura individualizar los tratamientos. Por ello los cambios que induce pueden trascender la mera curación de una enfermedad.

Pulsatilla

  • Características del niño:
    • Suele tratarse de un niño muy apegado a su madre, de carácter muy dulce pero con llanto fácil y suave.
    • Estados contradictorios y alternantes.
    • Muy impresionable.
  • Síntomas que suele presentar:
    • Tos productiva, sobre todo por la noche, con mucosidad amarillo-verdosa.
    • Malas digestiones por alimentos grasos.
    • Fiebre con ausencia de sed.
    • Leucorreas recidivantes en niñas pequeñas.

Calcarea carbonica

  • Características del niño:
    • Es un niño muy dócil y calmado.
    • Muchas cosas pueden provocarle miedo.
    • Suele ser pequeño pero con tendencia a la obesidad.
    • Friolero.
    • Lento en sus pensamientos y actos.
  • Síntomas que suele presentar:
    • Tendencia al resfriado, laringitis y bronquitis recidivantes.
    • Retraso del crecimiento óseo.
    • Eccema del lactante.
    • Intolerancia a la leche.
    • Obstrucción del canal lagrimal en el recién nacido.

Lycopodium clavatum

  • Características del niño:
    • Su principal rasgo es su gran inseguridad, que puede intentar suplir mostrándose autoritario e intransigente.
    • Rechaza el consuelo.
    • Miedo a emprender cualquier cosa.
  • Síntomas que suele presentar:
    • Cólico del primer trimestre.
    • Ictericia del recién nacido.
    • Tos crónica y neumopatías derechas.
    • Infección urinaria en el lactante.
    • Indigestiones.
    • Anginas, sinusitis.
    • Tics.
    • Migrañas infantiles.

Nux vomica

  • Características del niño:
    • Inquieto, irritable, muy meticuloso.
    • Tiene un gran sentido de la justicia, no tolera que se infrinjan las normas.
    • Es muy sensible al ruido y también a las cosquillas.
  • Síntomas que suele presentar:
    • Intolerancias alimentarias.
    • Mareos en vehículos.
    • Escalofríos intensos durante la fiebre.
    • Sueño ligero, alterado al menor ruido.
    • Rinitis espasmódicas.
    • Bronquiolitis y asma.

Sulphur

  • Características del niño:
    • Niño muy sociable a la vez que independiente, hasta el punto de parecer egoísta.
    • Poco amigo del aseo y del baño.
    • Muy caluroso.
  • Síntomas que suele presentar:
    • Impétigo, eccemas, forúnculos y otras dermatosis pruriginosas.
    • Estreñimiento.
    • Otitis serosa.
    • Herpes.
    • Reumatismo.

Para saber más...

  • Homeopatía pediátrica. Jacques Lamothe (Ed. Indigo)
  • El gran libro de la homeopatía para niños. Edward Shalts (Ed. Paidós)