La equinoterapia es una terapia con animales que ayuda a muchas personas a superar situaciones personales difíciles o a mejorar problemas determinados problemas físicos. No es una terapia nueva: el padre de la medicina occidental y gran inspirador de la medicina naturista, el griego Hipócrates, recomendaba "el saludable trote del caballo" a los soldados que regresaban heridos y traumatizados de las guerras. A lo largo de los años se ha estudiado cómo la relación con un caballo puede mejorar la salud mental y física de las personas

Equinoterapia: para qué sirve

La hipersensibilidad del caballo le permite ayudar a las personas. La equinoterapia sirve:

  • Para tratar a personas con discapacidad física o psíquica.
  • Para rehabilitar delincuentes.
  • Para escapar de las adicciones.
  • Como método de crecimiento personal.

En el siglo XVII, algunos médicos utilizaban la equitación para combatir la gota y en 1875 el neurólogo francés Chassiagnac descubrió que un caballo en movimiento mejora el equilibrio, el movimiento articular y el control muscular de los pacientes.

Este enfoque físico creció en lnglaterra, Francia y Alemania a partir de 1950 y es el que predomina actualmente. Sin embargo tiene tanto o más que ofrecer en el nivel psíquico porque el paciente tiene que construir su relación con el caballo.

Ha de comportarse de la manera adecuada para ganarse su confianza y respeto. Debe aprender a captar sus mensajes sutiles, lo que le ayudará a hacerlo con otras personas, e igualmente deberá controlar sus palabras, gestos y comportamientos. Si lo hace, el caballo responde con su amistad.

De alguna manera el animal se ofrece como espejo que refleja virtudes o carencias y así nos ayuda a crecer.

Las personas con parálisis cerebral, con esquizofrenia, con dependencia de las drogas o problemas de relación con los demás pueden recibir mucho amor del caballo y, lo que es más importante, aprenden a darlo a cambio. Seguramente por ello la equinoterapia logra resultados tan sorprendentes.

El descubrimiento de la sensibilidad del caballo ha llevado aparejado que se le trate, cuando está enfermo, como a un ser complejo y evolucionado. El caballo responde increíblemente bien al tratamiento homeopático, a las flores de Bach y a la acupuntura, que en China se le ha administrado desde siempre.

El Dr. Ramón Roselló, colaborador habitual de Cuerpomente, se encontró una mañana con que su caballo estaba sufriendo un síndrome abdominal agudo que lo mantenía tumbado y gimiendo de dolor.

Llamó a Marita Casasola, acupuntora especializada en animales, que le indicó los puntos que debía tratar y Ramón, a falta de agujas, lo hizo con técnicas de shiatsu. La mejoría fue inmediata.

Después de miles de años compartiendo la vida, personas y caballos pueden finalmente cuidarse mutuamente y crecer juntos. Quizá el último paso de la relación se dé cuando el ser humano se olvide de que "el caballo está únicamente para montarlo" (es más que una bicicleta), cuando deje de intentar obtener su obediencia.

Así podrá disfrutar de lo que el caballo puede enseñarle, que escapa a las palabras. ¡Hay que vivirlo!

Beneficios de la equinoterapia

Una sesión de equinoterapia produce un conjunto notable de efectos sobre el ser humano, tanto físicos como psíquicos.

A nivel muscular

La persona está expuesta a movimientos de vaivén similares a los que realiza al caminar. El paciente tiene que reaccionar frente a una serie de estímulos producidos por el trote del caballo activando unos músculos y relajando otros.

"Efecto mecedora"

El caballo transmite al cuerpo del jinete entre 90 y 110 impulsos rítmicos que estimulan reacciones de equilibrio y producen una agradable sensación, lo que contribuye al bienestar psíquico y emocional del jinete.

Calor relajante

Los 38-39 ºC que emite el cuerpo del caballo, un animal un poco más caliente que el ser humano, ayudan a relajar la musculatura excesivamente rígida. En minusválidos. Los efectos físicos son interesantes para personas con cualquier minusvalía física.

Resolución de conflictos

En el plano psíquico, la monta ayuda a superar el aislamiento. Favorece la superación de los miedos, aumenta la confianza y la capacidad de concentración, y disipa tensiones e inhibiciones emocionales.

Ante el caballo se pueden expresar y recibir emociones que han causado o causan aún conflicto con las personas.

Comunicación

Las personas y los niños con dificultades de comunicación verbal pueden entenderse bien con los caballos. Los autistas encuentran una gran dificultad para comunicarse pero avanzan rápidamente con los caballos porque utilizan un lenguaje gestual similar.

Mejoría general

El caballo devuelve la sonrisa a los pacientes deprimidos, estimula el carácter social de las personas tímidas, favorece el control de los impulsos violentos, disminuye la tensión arterial y relaja a las personas muy nerviosas.

Conocer y respetar la naturaleza del caballo

A lo largo de los últimos dos millones de años, el caballo ha sobrevivido en perfecta armonía con la naturaleza sin la necesidad del hombre. Ha sabido encontrar pastos de buena hierba, agua limpia en arroyos cristalinos y lugares donde resguardarse.

Hace tan solo unos miles de años, quizá diez mil, que el hombre los empezó a domar y a utilizar para su trabajo o para desplazarse, y para otras actividades más violentas como la guerra o la caza. Y, a pesar de haber recibido un trato muy severo, los caballos, con su excepcional energía, han respondido siempre a las demandas del hombre.

Sea por naturaleza o por razones sociales, en muchas culturas los hombres poderosos han tendido a imponerse sobre los débiles. No es extraño que el ser humano haya querido obtener por la fuerza la obediencia del caballo, que al fin y al cabo ha recibido un trato similar al que en ocasiones sufren mujeres y niños.

Pero al mismo tiempo, siempre ha habido hombres que han reconocido la nobleza, la lealtad e incluso la sabiduría del caballo. Las cualidades del animal, que no han podido ser borradas por la domesticación, han permitido que el ser humano supere la relación de mera utilidad con él.

Hasta la década de 1960 cumplió con sus obligaciones en el campo y en el transporte. Después, los vehículos a motor, cuya potencia todavía se mide en "caballos", los sustituyeron.

En 1865 había en España unos 675.000 caballos. En 1980 sólo quedaban 248.000. Los pesimistas ya veían al caballo en el zoológico. Pero en 1990 el censo contó 260.000 ejemplares. Parece claro que asistimos a un renacimiento del caballo, y lo que es mejor, una transformación de su vínculo con el ser humano.

Claro que continúan la dominación y la explotación, aunque ahora sea con fines deportivos o de ocio, pero también existen muchas personas que intentan relacionarse con los caballos de una manera diferente, seguramente porque desean vivir, en general, en mayor armonía con la naturaleza.

La película El hombre que susurraba a los caballos (Robert Redford, 1998) hizo llegar al gran público este tema, inspirada en las experiencias auténticas narradas en las obras de Monty Roberts (publicadas por Ed. Tutor).

Tom Booker cura a través de la comprensión y métodos amables los problemas de comportamiento violento de un caballo que había sufrido un accidente. Esa película ayudó a que mucha gente viera los caballos de otra manera y sobre todo dio a conocer otra manera de tratarlos.

Las personas que conocen el arte de susurrar, de la doma india o la doma natural, están actualmente muy solicitadas, tanto en el mundo de la competición como entre los aficionados que tienen problemas con sus caballos o quieren relacionarse con ellos de una manera más "humana" o por qué no, más "equina".

Al mismo tiempo se han multiplicado los centros de equinoterapia que ofrecen atención a personas con minusvalías o que siguen programas de rehabilitación social.

Lo fundamental del cambio es que ahora se tiene en cuenta la psicología, el alma del caballo. Entre nosotros este acercamiento se realiza a partir de la ciencia de la etología, que estudia el comportamiento de los animales, pero otras culturas lo hicieron a partir de la observación y la intuición.

La característica psicológica esencial del caballo es que es pacífico. Para protegerse del peligro huye, no se enfrenta. Por eso en libertad vive en manadas cuyos miembros permanecen alerta a cualquier señal de amenaza captada por alguno de sus compañeros. Además la manada tiene un líder, que no es el caballo más fuerte y violento, sino una yegua experimentada y serena.

Otra característica es que el caballo necesita sentirse seguro y para ello requiere espacio abierto, para huir si es necesario o al menos ver una salida.

Cuando no se conocían estos datos o se despreciaban se iba a cazar un caballo salvaje con un lazo y luego se le adiestraba a base de coacciones, gritos y castigos físicos. Después permanecía encerrado en una estrecha cuadra porque era lo más práctico y económico.

Como el caballo no reacciona bien cuando se intenta dominarlo, la consecuencia es una relación de desconfianza y desequilibrios psíquicos en el animal, y en el domador que no acaba de lograr lo que quiere.

En cambio, quien conoce cómo es el alma del caballo preferiría hacer como los indios cherokees, que seguían las manadas salvajes durante días, sin agobiarlos demasiado, y de repente daban la vuelta hacia sus campamentos. Los caballos les seguían y entraban en los cercos que les tenían preparados. Esto sucedía porque los caballos responden a ese tipo de presión con contrapresión.

También comenzaban la monta en el agua, donde el caballo aprendía a soportar al jinete sin oponer resistencia y sin recibir castigos, y acaso este se sentía más a salvo en caso de caída.

Así resulta que estos indios no recurrían a la violencia, respetaban la necesidad del caballo de estar con otros de su especie y de adaptarse a las nuevas situaciones a su ritmo.

Cómo interactuar con un caballo

La buena relación entre caballo y personas se inicia desde el mismo día del nacimiento del potro. El cuidador lo acaricia y lo masajea de modo que comience a asimilar el tipo de contacto que tendrá con los seres humanos.

Entre los caballos el contacto es muy importante, sobre todo entre los potros, pues continuamente están jugando y se están tocando.

Las caricias les encantan, pero se han de realizar con toda la palma y apretando un poco, porque si los acariciamos como un perro o un gato les haremos unas cosquillas que les desagradan. Al mismo tiempo el cuidador disfruta también del contacto, un placer del que las personas se privan con demasiada frecuencia.

El secreto para enseñarle cosas al caballo y relacionarse amistosamente con él es conocer su lenguaje. Se trata de un animal muy comunicativo, con una capacidad social muy desarrollada.

Posee un código de gestos para entenderse con los demás miembros de la manada y el ser humano puede utilizarlo para escucharle primero y hablarle después.

Por ejemplo, si el caballo dirige sus orejas hacia delante es que está abierto a las propuestas del cuidador; si las aplasta hacia atrás es que la situación no le gusta nada.

Si llegan a entenderse hombre y caballo, este animal está dotado de tal sensibilidad que puede captar las intenciones del amigo humano que lleva en la grupa a través de un leve movimiento de las piernas, de una determinada inclinación del cuerpo o incluso de su respiración. No son necesarios los tirones de riendas, la fusta ni los castigos.

Además el caballo percibe si la persona que tiene al lado o que lleva encima es tranquila y confiada o nerviosa e insegura. Sabe cuándo se trata de un niño pequeño o un enfermo que requiere una prudencia exquisita.

Libros sobre la relación con los caballos

  • La mente del caballo; Lucy Rees. Ed. J. Noticias
  • La magia de susurrar a los caballos; Chris lrwin. Ed. Ateles
  • Tratar con caballos; K. F. Hempflinf. Ed. Omega