La científica australiana Elizabeth Blackburn mereció el Premio Nobel de Medicina en el año 2009 por el descubrimiento de la telomerasa, una enzima que forma los telómeros durante la duplicación del ADN, lo que abrió una línea de investigación novedosa sobre el cáncer. Blackburn ofreció en el madrileño Palacio de Cibeles una ponencia magistral donde desarrolló perspectivas en el estudio de los telómeros en relación con la prevención y el tratamiento del cáncer.

Blackburn explicó las últimas evidencias científicas sobre el comportamiento de los telómeros, cuya longitud está relacionada con una mayor o menor esperanza de vida, y apostó por las medidas políticas y sociales de prevención. "Hay que invertir en prevenir el cáncer”, dijo en el evento que forma parte de la campaña "Constantes y Vitales" promovida por la televisión La Sexta.

En el acto estuvo presente María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y experta también en los telómeros.

La alimentación, la inseguridad o el lugar donde vivimos están relacionados con el cáncer

Según la bioquímica australiana, cada vez más investigaciones ponen de manifiesto que, en enfermedades como el cáncer, los telómeros se acortan en exceso, impidiendo la normal división y funcionamiento de las células, y aumentado el riesgo de muerte.

Aunque el acortamiento progresivo a partir de los 20 años de edad es inevitable, se podría hacer más lento con medidas preventivas, sociales y políticas, y fomentando en la población hábitos más saludables. Advirtió que es necesario abordar con más profundidad y premura la epidemia del cáncer que en 2025 alumbrará un nuevo caso cada 2 minutos.

Empezar con la prevención durante la infancia

Por eso propuso “combinar los estudios de telómeros con otros de carácter biológico, genético o genómicos” y apostar por “la intervención temprana antes de que el cáncer aparezca por primera vez” o de que se produzca una recidiva o una metástasis.

“Es un problema de todos”, dijo, y no se puede esperar a que lo frenen los tratamientos en el futuro, cuando esta enfermedad afecta y afectará a una de cada 2-3 personas.

Para ello, la investigación debe ir de la mano de un ambicioso abordaje de la prevención desde todos los ámbitos sociales, empezando desde la infancia y en los colegios.

Mejor nutrición y menos estrés

Fomentar una nutrición más saludable y poner freno a otros factores negativos que, como el estrés crónico, influyen gravemente sobre el acortamiento de los telómeros y en la enfermedad serían algunas de las medidas sociales y públicas que sería necesario acometer.

“Las mediciones teloméricas pueden ser muy útiles para crear una verdadera prevención de precisión y evitar el cáncer”, aseguró. Pero además esto daría una oportunidad a los medicamentos epigenéticos, basados, por ejemplo, en moléculas que activarían la telomerasa en los pacientes que lo necesitaran.

Todo lo que nos afecta queda reflejado en la longitud de nuestros telómeros. Por eso la investigadora aseguró que puede cuantificarse la relación entre el estrés y el aumento de riesgo de cáncer. “Eso es seguro”, dijo, igual que la relación entre el estrés y enfermedades cardiovasculares.

La depresión reduce la supervivencia

También la depresión es un factor agravante en el acortamiento de los telómeros, tal y como recientemente ha demostrado un estudio hecho en Texas con 240 pacientes con cáncer de vejiga.

Según el estudio, quienes tenían los telómeros más cortos y depresión tenían una esperanza de supervivencia de 30 meses, frente a los 200 meses de supervivencia de los que tenían una depresión menor y/o telómeros más largos.

Blackburn sorprendió al afirmar que los niños que están expuestos a la violencia tienen los telómeros más cortos y, por tanto, un riesgo mayor de enfermar prematuramente. También quienes viven en comunidades de vecinos donde se sienten inseguros o en lugares donde faltan espacios verdes.

El estrés prenatal de madre y feto, los abusos personales o sexuales, el acuso, la violencia doméstica, los traumas infantiles, los contaminantes ambientales en su amplio espectro y la falta de socialización son otros factores de riesgo pues acortan los telómeros.

“Todas estas condiciones sociales influyen en el individuo”, asegura la doctora, que también propone medidas urbanísticas positivas para mejorar la salud.

También importa el estilo de vida de los padres

Aunque aún no se ha medido la longitud de los telómeros con que nacen los niños, “ni la interrelación de la biología de los telómeros con otros muchos factores”, añadió Blackburn, el estilo de vida de los padres puede influir en el riesgo a sufrir ciertas enfermedades como las pulmonares o la diabetes, correlación que se está investigando actualmente.

“También los telómeros, como los cromosomas, se heredan de padres a hijos, de generación en generación”, explicó la Nobel, porque hay genes que están directamente relacionados con la mayor o menor cantidad de telomerasa.

Investigaciones en España

En la rueda de prensa posterior a la ponencia, María Blasco explico que “nosotros estamos estudiando cómo proteger los telómeros, sobre todo en cáncer de pulmón", una línea de investigación que describió como "muy novedosa”.

Blasco y muchos científicos que siguen esta línea están buscando tratamientos para reparar el acortamiento de los telómeros y el desequilibrio de la telomerasa, que por exceso puede producir cáncer de pulmón, hígado, cerebro y melanomas, o por defecto, otros tipos de tumores.

Los 13 consejos de Blackburn para conservar la salud y prevenir el cáncer

Para mantener los telómeros largos y evitar la aparición de un cáncer, Blackburn realiza las siguientes recomendaciones.

  1. Antes de nada, reduce el estrés. Es lo que más estragos produce en la longitud de tus telómeros.
  2. Mantén buen ánimo, ya que la depresión los acorta. Para ello, la interacción social es muy importante. El contacto con familiares y amigos ayuda a su buen estado.
  3. La dieta mediterránea es también terapéutica para tus telómero. Estos se benefician de los alimentos ricos en omega-3, mientras el azúcar los acorta.
  4. Fomenta siempre el buen trato hacia ti y hacia otros, ya que la violencia verbal, física o el acoso restan longitud a los telómeros.
  5. La estética del lugar donde vives o te desenvuelves también cuenta. Te debe gustar y producir bienestar, si no tus telómeros se resienten. La belleza es importante y suma que sea un espacio verde.
  6. El sentimiento de seguridad, tu integridad personal en relación a las personas de las que te rodeas o tu vecindario, influyen en tus sentimientos de miedo o tranquilidad, y por tanto, en tus telómeros.
  7. El ejercicio moderado, la buena calidad de los alimentos y mantener una higiene en el horario de sueño ayudan a alargarlos.
  8. Un estudio británico demuestra cómo las personas con más estudios y formación o trabajos más estables tienen una longitud mayor que los que no reúnen estas condiciones.
  9. Los contaminantes ambientales, como los pesticidas o los campos electromagnéticos, que producen estrés ambiental, son nocivos también. Fomenta una vida ecológica.
  10. La obesidad deja huella en tus telómeros, en parte por los riesgos cardiovasculares asociados que actúan negativamente sobre los telómeros.
  11. Fumar acorta claramente los telómeros.
  12. Crea una buena relación con tu mente. Los traumas vividos durante la infancia, por ejemplo, dejan huella en la longitud de los telómeros.
  13. Duerme bien.