El concepto "cuántico" posee un enorme prestigio. Es lo más parecido a la piedra filosofal en nuestra civilización. Es la promesa del conocimiento absoluto. Para las personas de a pie, un físico cuántico es un médium que puede ver un mundo oculto que explica la realidad que vemos y tocamos.

Por eso, cuando el adjetivo cuántico acompaña a la palabra medicina, esta adquiere una nueva dimensión. La medicina cuántica sería el futuro que dejaría atrás cualquier otra forma de tratamiento. Y ya son muchos los médicos o terapeutas que aseguran practicarla. Por desgracia, en muchos casos no es más que un argumento de marketing.

¿En qué consiste la auténtica medicina cuántica?

Sería aquella que aplica los descubrimientos realizados por la física cuántica. Según esta, en la escala más íntima, más profunda de la realidad, las partículas están en dos sitios a la vez (superposición). Se comunican entre sí sin que importe la distancia ni las barreras que haya entre ellas (entrelazamiento), y pueden desaparecer en un lugar para reaparecer en otro (teleportación).

Estos comportamientos –tan comprobados como la ley de la gravedad– son bombas para nuestras mentes acostumbradas a la realidad ordinaria. Vivimos como si ese mundo extraordinario no existiera, y lo mismo hace la medicina convencional.

De hecho, todavía existe una gran discusión entre los teóricos sobre si la manera en que funcionan las cosas en la escala más pequeña se refleja o se puede trasladar al mundo habitual de las cosas grandes.

Para unos expertos, son mundos distintos y prácticamente incomunicados. Para otros, es todo lo contrario: el mundo cuántico es la base, la "matrix" sin la que no se entiende del todo el mundo grande. Si estos últimos tienen razón, actuar en el nivel cuántico sería la manera más eficaz de transformar la realidad.

En medicina significaría ir al origen más profundo del trastorno. Implicaría tratar en un lugar que está más allá de las reacciones químicas a nivel celular, que es el campo de batalla de la medicina científica actual.

Fenómenos cuánticos en los seres vivos

Por de pronto, parece que los científicos que apuestan por la hipótesis de la matrix cuántica llevan más razón que sus oponentes. Los biólogos están descubriendo la base cuántica de fenómenos que hasta ahora no tenían una explicación.

Por ejemplo, la capacidad de las aves para orientarse en sus viajes migratorios es uno de los grandes misterios de la biología.

Según Marshall Stoneham, del University College de Londres, las aves –el petirrojo, por ejemplo– podrían literalmente ver, gracias a las cualidades de las partículas elementales, los campos magnéticos de la Tierra, y los utilizarían para orientarse en sus viajes migratorios, como si llevaran unas gafas de realidad aumentada.

Los fenómenos cuánticos no solo explicarían habilidades como la orientación de las aves, sino que se hallarían en la base de los procesos fisiológicos que mantienen la vida y la salud. Esta idea ya la expresó uno de los pioneros de la física cuántica, Erwin Schrödinger en su conocido libro ¿Qué es la vida? (Tusquets Editores, 1983).

La habilidad de las células para producir energía y el funcionamiento de las neuronas podrían explicarse mediante fenómenos cuánticos. Aunque la producción de energía a partir de la glucosa es un proceso básico en los organismos, la química clásica no consigue explicar la increíble velocidad a la que se producen las reacciones.

Según el físico Vlatko Vedral, de la Universidad de Oxford, la habilidad de las partículas cuánticas para estar en dos sitios a la vez ayudaría a entenderlo. Esta cualidad explicaría por qué las enzimas son tan eficaces para catalizar todo tipo de reacciones químicas.

Según Luca Turin, biofísico del University College de Londres, la acción de los neurotransmisores se explica por el flujo de electrones a nivel cuántico. Y no sería de extrañar –si suceden en el corazón de las neuronas– que tuviera relación con los desconocidos vínculos entre la conciencia y el cuerpo.

Todo está relacionado

La realidad cuántica explicaría fenómenos que tenemos delante de los ojos y también el funcionamiento holístico de las terapias naturales y tradicionales. Para autores como el biólogo Bruce Lipton y el físico Amit Goswami, la física cuántica puede explicar la interacción a niveles muy profundos entre los pensamientos, las emociones y las células.

Esta interacción haría posibles los efectos beneficiosos de la meditación, las visualizaciones y las técnicas de relajación, por ejemplo. Y llegaría a afectar a procesos tan determinantes de la salud como la expresión de los genes.

Bruce Lipton, autor de Biología de la creencia (Palmyra, 2007), alude al fenómeno del "entrelazamiento cuántico", por el que una partícula (un electrón o un fotón, por ejemplo) se relaciona con otras del mismo sistema sin que importe la dis tancia, los obstáculos o el tiempo.

Así, al meditar, el estado de armonía podría difundirse desde el cerebro al resto del cuerpo. Y no solo eso: también afectaría a las personas que rodean al meditador, como se ha probado a través de la observación de la actividad cerebral.

Es posible curar por resonancia

Para Lipton, al establecerse una relación entre terapeuta y paciente, si la mente –y cada una de las células– del primero se encuentra en armonía, ya está produciendo un beneficio en el segundo. ¡Antes de que haya iniciado tratamiento alguno! Por supuesto, esto no convierte en innecesarios los medicamentos, los cambios en la dieta u otras terapias.

Lo que nos enseña el mundo cuántico es que todo en nuestro cuerpo/mente está relacionado a niveles profundos y todavía muy desconocidos. Y lo mismo se puede decir de las relaciones entre el cuerpo y su entorno.

¿Hasta dónde llega el efecto de un pensamiento, un recuerdo o una emoción? Podemos estar influyendo y, por tanto, ser influidos por las personas que nos rodean y por las formas, los sonidos, los colores o los aromas.

En palabras del revolucionario físico Amit Goswami, "el mundo está constituido por posibilidades, no por eventos determinados, por lo tanto podemos elegir la salud sobre la enfermedad. Ni la enfermedad ni la curación son enteramente objetivas."

"Las experiencias subjetivas y nuestras actitudes hacia ellas tienen un papel que desempeñar. A través de la creatividad, el activista cuántico aprende a cambiar la actitud que le lleva de la enfermedad a la salud, y de la salud ordinaria a la salud positiva".

¿Realmente nos hace falta un ordenador cuántico?

Pero, en realidad, todo lo que podamos decir hoy sobre la medicina cuántica está más cerca de la metáfora y de la especulación que de un método bien establecido. Prueba de ello es que ningún diccionario se ha atrevido a definirla.

De esta incerteza también se aprovechan los que utilizan el prestigio y el misterio asociado a lo cuántico para justificar tratamientos absurdos (¡aunque nunca se sabe cuál es el efecto que puede llegar a tener la movilización de energías subconscientes!).

Los físicos, matemáticos e informáticos más punteros están dando los primeros pasos para desarrollar el primer ordenador cuántico, que multiplicará miles de veces la capacidad de cálculo de los actuales.

Quizá cuando seamos capaces de construir computadoras potentes de este tipo –dentro de unos 50 años– empezaremos a entender mejor cómo funcionamos desde el nivel cuántico y se desarrollarán nuevos tratamientos (es la promesa del gigante IBM).

O quizás avancemos en la comprensión de que el ordenador cuántico ya estaba en nuestro poder y que era nuestra propia conciencia