La rosácea se caracteriza por un enrojecimiento en la parte central de la cara con exacerbaciones y remisiones periódicas. Cuando progresa, pueden aparecer pequeños vasos sanguíneos visibles cerca de la superficie de la piel (telangiectasias), pápulas o granos enrojecidos. Las condiciones delicadas de la piel hacen que se infecte con facilidad.

El hecho de que se dé en la cara puede provocar con facilidad daño psicológico o pérdida de la autoestima debido a la desfiguración y al aislamiento creciente, que puede llegar a coartar la predisposición a la interacción social y disminuir la calidad de vida.

 

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Tratamientos naturales para la rosácea

Lo más importante del tratamiento va a ser el cuidado de la piel y las medidas generales de higiene.

No conviene utilizar medicamentos de la piel agresivos. Si se utilizan antibióticos o corticoides, se ha de hacer solo puntualmente pues si se hace de continuo se altera la flora de la piel y su manto ácido, y se la atrofia.

Nunca utilices cremas con corticoides. Se puede notar una mejoría inicial de las rojeces pero, al suspenderlos, habrá un agravamiento. Hay casos de rosácea esteroidea tras la aplicación prolongada de corticoides.

Para cuidar el manto ácido, antes de utilizar el agua y el jabón es preciso aceitar la piel, para no arrastrar demasiado la grasa de este manto ácido.

Evita exfoliantes, frotes y masajes de la piel, los paños para lavarse la cara, los peelings, limpiezas faciales con vapor, el uso de esponjas, cepillos u otras herramientas abrasivas. Si lo haces, puede irritarse la piel.

No uses cosméticos que contengan alcohol, irritantes, aceites derivados del petróleo, fragancia o excesivos conservantes y desecantes. Asegúrate de que cualquier producto que utilices en el rostro se anuncie como seguro para pieles sensibles.

Lo que aplicamos a la cara debería ser bueno para comerlo sin problemas. Si el aceite es bueno para comer es bueno para la cara. Si no vale para comer, no vale para dar en la cara.

Una buena alimentación es fundamental

Se aconseja una dieta vegetariana, pero sin grasas calentadas. No calentar el aceite ni las semillas que lleven grasa, su importancia se notará en el tipo de grasa que luego van a segregar las glándulas sebáceas de la piel, que mantendrán el manto ácido y las bacterias saprofitas y beneficiosas para la piel.

Por supuesto hay que seguir una dieta sin alcohol, sin cafeína o teínas, sin azúcares refinados ni picantes.

Anota los alimentos que desencadenan enrojecimiento y también anota actividades, medicamentos u otras situaciones para eliminarlas o tenerlas en cuenta.

Haz ejercicio sin esfuerzos competitivos. La exposición al sol ha de ser natural, sin cremas, cuando no caliente demasiado y durante poco tiempo. Protege la piel con sombrero o tápala si la radiación es fuerte.

Evita el agua caliente o los baños de vapor caliente en la zona de la cara y los alimentos o bebidas muy calientes.

Reduce el estrés y practica técnicas de respiración profunda y relajación. Visualiza que el rostro mejora.

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Ten mucho cuidado con los tratamientos agresivos, medicamentos o cosméticos, una gran mayoría de rosáceas son producidas por efectos secundarios.

Es importante concienciarse de que se tiene una piel delicada y hay que cuidarla a todos los niveles: físico y psíquico.