Durante la infancia, muchos niños son repetidamente tratados con antibióticos cuando no son realmente necesarios. Al principio todo parece ir bien, pero algunos niños pueden desarrollar años más tarde molestias de tipo reumático. Se trata de la artritis idiopática juvenil. Idiopático signifca de causa desconocida, pero los estudios señalan a los antibióticos como una de las posibles causas.

No se sabía mucho sobre las causas de la artritis juvenil (reumatismo infantil), una enfermedad que estaba encasillada dentro de la categoría de los trastornos autoinmunes. Sin embargo, un estudio publicado en la revista Pediatrics reveló que los niños que han recibido antibióticos con más frecuencia tienen un riesgo mayor de desarrollar la enfermedad. El efecto de los antibióticos sobre la microbiota intestinal puede ayudar a entender el trastorno.

Los antibióticos dañan la flora intestinal

Los antibióticos trastocan el equilibrio de la flora intestinal, alteran los delicados mecanismos del sistema inmunitario y, si bien pueden resolver la infección aguda por la que son administrados, también favorecen las reinfecciones con nuevos organismos patógenos. Todo ello puede llevar al sistema inmunitario a un estado de hiperreactividad que genere las molestias en las articulaciones.

Un estudio realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey evaluó datos de 450.000 niños, 152 de los cuales padecían artritis idiopática juvenil. Resultó que los niños con reumatismo habían recibido antibióticos con el doble de frecuencia durante la primera infancia (por ejemplo, para infecciones del tracto respiratorio) que los niños sanos.

El riesgo de desarrollar este tipo de reumatismo se triplicó si los niños habían recibido más de cinco ciclos de antibióticos. La artritis suele aparecer dentro del primer año después del tratamiento con antibióticos.

La flora intestinal no siempre se recupera después de los antibióticos

Se subestima el daño que los antibióticos pueden causar en las poblaciones de bacterias digestivas. Muchos médicos todavía creen que la flora intestinal se recupera por sí sola después de la terapia con antibióticos. A menudo lo hace, pero no siempre. Esta fase de recuperación puede durar semanas o meses, y durante ese tiempo el niño es más vulnerable a las enfermedades de lo que lo sería si su microbiota fuera saludable.

Los resultados de un estudio publicado en la revista Nature Communications muestran que la flora intestinal alterada por los antibióticos no se puede convertir de nuevo en una flora intestinal saludable solo con la dieta. Después de unos tres ciclos de toma de antibióticos, se vuelve resistente a la influencia positiva de la dieta (así ocurre al menos en ratones).

Los antibióticos actúan como potenciadores del engorde

Además, según este estudio, los antibióticos conducen al desarrollo de huesos más grandes y una mayor masa muscular, por eso se han utilizado en pequeñas dosis regulares para favorecer el engorde del ganado.

La administración frecuente de antibióticos en la infancia también podría ser una razón por la cual muchos niños hoy en día crecen mucho más rápido que los que no reciben antibióticos. Además de grandes también son más voluminosos.

Los antibióticos modifican las funciones del hígado

Según Martin Blaser, de la Universidad de Nueva York, este crecimiento excesivo podría deberse a cambios en la función hepática, debido a los antibióticos. Bajo la influencia de los antibióticos, el hígado forma enzimas alteradas que favorecen el crecimiento acelerado.

Por lo tanto, es esencial sopesar cuidadosamente si el tratamiento con antibióticos es necesario o si existen alternativas más seguras. Hay que recordar que las otitis, por ejmplo, no siempre requieren antibióticos, y que los resfriados causados por virus no responden a este tipo de medicación.

Por otra parte, sería recomendable y protocolario que cualquier tratamiento con antibióticos fuera acompañado de probióticos durante el tiempo necesario para favorecer la recuperación. La dieta también debería ser la adecuada para favorecer el desarrollo de las bacterias intestinales beneficiosas.

Referencias científicas: