Mucha gente ha sufrido acidez o ardores en alguna ocasión. Ambos son problemas muy molestos que pueden surgir de forma ocasional al principio tras una comida copiosa, después de excederse con el alcohol o durante el embarazo, pero si se cronifican comportan una merma importante de la calidad de vida.

    Ardor de estómago

    El ardor de estómago, también conocido como pirosis, es el síntoma más frecuente de los problemas por reflujo gástrico: afecta a más de la mitad de los pacientes. Se caracteriza por una sensación de ardor, quemazón o "fuego" retroesternal o epigástrico que suele irradiarse hacia cuello, mandíbulas y boca.

    Se intensifica tras las comidas, especialmente si son copiosas y ricas en grasa o se acompañan de alcohol, café, bebidas gaseosas, zumos de frutas o tabaco.

    También aumenta con ciertas posturas, como el decúbito o al aumentar la presión abdominal, al reírse, ir de vientre o simplemente al agacharse.

    Por el contrario, se suele aliviar al ponerse en pie, beber agua y, sobre todo, al ingerir remedios alcalinos, de manera casi inmediata aunque transitoria.

    Los ardores pueden ser un síntoma de gastritis, úlcera gastroduodenal, hernia de hiato y, sobre todo, reflujo gastroesofágico, dispepsia o tendencia a malas digestiones sin problemas físicos.

    Acidez estomacal

    La regurgitación ácida o acidez de estómago es un síntoma muy específico, menos frecuente que la pirosis, aunque pueden ir asociados. Se da cuando el contenido gástrico o esofágico pasa a la boca sin esfuerzo alguno, lo que la diferencia del vómito.

    Indica reflujo intenso y suele aparecer al inclinarse hacia delante o adoptar una postura horizontal. Durante la noche se producen con frecuencia regurgitaciones que manchan la almohada.

    Causas del el ardor de estómago

    Suelen surgir cuando el músculo responsable de retener los alimentos en el estómago (el esfínter esofágico inferior) se debilita y deja pasar los ácidos gástricos hacia el esófago, que no está preparado para convivir con ellos.

    El debilitamiento de ese músculo puede deberse a una hernia de hiato, pero a veces se da simplemente si el cardias, el orificio que comunica estómago y esófago, está sometido a mucha presión: por comidas abundantes y grasas o que producen fermentación, por prendas apretadas o en estómagos muy presionados como sucede durante el embarazo.

    En los enfados, en situaciones de estrés o discusiones también se pueden producir reacciones de hiperclorhidria -un exceso de ácido clorhídrico en el jugo gástrico- y alteraciones de la mucosa.

    También existe la teoría de que en algunos casos el problema se debe a que el estómago no segrega suficientes ácidos; eso hace que el esfínter no trabaje lo suficiente y surja la acidez. En esos casos lo recomendable, paradójicamente, sería aumentar el consumo de alimentos ácidos.

    Cómo se diagnostica la acidez y el ardor estomacal

    Los ardores y la regurgitación ácida pueden ser suficientes para aconsejar una dieta y un cambio de hábitos de vida, así como un tratamiento farmacológico.

    No obstante, a menudo se requerirán exploraciones complementarias para realizar un diagnóstico correcto. Entre éstas, la endoscopia y la pH-metría esofágica son las más utilizadas y las de mayor rendimiento diagnóstico.

    ¿Qué alimentos producen ardores?

    Puesto que los ardores afectan al aparato digestivo, lo primero en que se piensa es en cómo influye la dieta. Los alimentos que entran en el aparato digestivo tienen mucho que decir sobre sus alteraciones: qué se come y cómo.

    Parece ser que el alcohol y el café reducen el tono muscular del esfínter esofágico.

    Otros alimentos a los que se suele culpar son: chocolate, alimentos ácidos, bebidas con gas, picantes, fritos y grasas calentadas, menta, o mezclas de ácidos y grasa calentada como el tomate, sobre todo frito. En otras personas son alimentos que crean sensibilidad.

    En algunas pueden llegar a ser el pan y la leche, aunque otras veces son justamente estos alimentos los que se aconsejan como tratamiento. Se da la paradoja de que estos alimentos se recomiendan en la cura de Mayr.

    La leche se considera un protector de la mucosa intestinal e inhibe la formación de ácido clorhídrico, pero al ser alcalinizante podría provocar un efecto rebote y llevar al estómago a liberar más ácidos.

    En los hidratos de carbono complejos, aunque la celulosa es protectora, la mayor movilidad del bolo alimenticio también podría ser irritante.

    La piel de naranja, rica en d-limoneno, se cree que ayuda, porque podría actuar sobre el esfínter esofágico o favorecer el tránsito intestinal.

    El tabaco es otro de los enemigos del intestino. El tabaco y la nicotina paralizan el movimiento producido por acción del sistema nervioso intrínseco de los plexos de Meisner y Auerbach. Este movimiento, irregular y complejo, es el que hace posible el reflejo entérico de Exner, una reacción contráctil y localizada a la que recurren las paredes del intestino para defenderse de sustancias irritantes o mal masticadas.

    Cómo tratar naturalmente el ardor de estómago

    La medicina convencional usa protectores de la mucosa, anti-H2 e inhibidores de la bomba de protones (IBP), y procinéticos.

    Todos estos medicamentos, aunque cumplen su función, sólo son un complemento de unas normas higiénicodietéticas que es importante seguir:

    • Evitar factores de compresión, como fajas o cinturones que aumentan la presión intrabdominal y facilitan el reflujo.
    • No realizar comidas copiosas, masticar bien y evitar alimentos que produzcan mucha acidez, como las proteínas y grasas animales; así como alimentos picantes, irritantes o flatulentos.
    • Eliminar el chocolate, el café, las bebidas gaseosas y el alcohol.
    • Seguir una dieta hipocalórica, preferiblemente ovo-lacto-vegetariana. Así se combate también la posible obesidad, que aumenta la presión intrabdominal.
    • Consumir pan integral, que reduce la hiperclorhidia, pero masticándolo muy bien para evitar posibles efectos rebote.
    • Aumentar el consumo de vitaminas A y del grupo B, que protegen las mucosas.
    • También ayuda permanecer sentado o erguido durante la digestión, o dar un paseo tranquilo después de comer. Al irse a dormir, se puede elevar el cabecero de la cama unos 10 o 15 centímetros colocando cuñas debajo de las patas.

    Dieta lacto-vegetariana para la acidez estomacal

    Para reducir la sensación de quemazón puede seguirse durante una o dos semanas un menú diario semejante al que ofrece esta tabla, siempre que se perciba mejoría, o hasta dos meses en los casos más graves.

    Primer díaSegundo díaTercer día
    En ayunasZumo de naranja (200 g)Zumo de mandarinas ( 200 g)Zumo de pomelo (200 g)
    Desayuno

    Queso fresco (150 g)
    Yogur desnatado (125 g)
    Leche de almendras (un vaso)

    Queso semigraso (100g)
    Yogur desnatado (125 g)
    Leche de almendras (un vaso)
    Queso semigraso (75 g)
    Kéfir (100 g)
    Leche de almendras (un vaso)
    ComidaMedia taza de flan.
    Ensalada: zanahoria (100 g), remolacha roja (100 g), col (100 g), aceite de oliva (30 g) y limón.
    Patata cocida (250 g), espinaca cocida (250 g), aceite de oliva (25 g) y ajo
    Manzana (200 g), almendras (50 g), leche de almendras (un vaso).
    A las dos horas, si hay hambre, tomar una taza de flan.
    Media taza de flan.
    Ensalada: zanahoria (100 g), remolacha roja (200 g), aceite de oliva (30 g) y limón.
    Patata cocida (300 g), borraja cocida (200g), aceite de oliva (25 g) y ajo.
    Manzana (200 g). almendras (50 g), leche de almendras (un vaso).
    A las dos horas, si hay hambre, tomar una taza de flan.
    Media taza de flan.
    Ensalada: apio (100 g), col (100 g) , zanahoria (100 g), aceite de oliva (25 g) y limón.
    Patata cocida (250 g), cebolla cocida (250g), espinaca cocida (200 g), aceite de oliva (25 g) y ajo.
    A las dos horas, si hay hambre, tomar una taza de flan.
    MeriendaUna taza de flan, naranja (200 g), ciruelas (200g) y coco (100g).Una taza de flan, dos plátanos (300 g) y ciruelas (200g).Una taza de flan, dos plátanos (300 g) y coco (100g).
    A la media horaQueso fresco (100 g), papilla de copos de avena (50 g), leche de almendras.

    Queso fresco (100 g), papilla de copos de avena (50 g), leche de almendras.

    Queso fresco (100 g), papilla de copos de avena (50 g), leche de almendras.

    Valor nutricional
    • Calorías: 2995
    • Proteínas: 17%
    • Hidratos de carbono: 52%
    • Grasas: 31%
    • Vitamina A: 3,4 mg
    • Vitamina E: 24 mg
    • Vitamina B1: 1mg
    • Vitamina B2: 1,5mg
    • Vitamina B3: 12 mg
    • Vitamina B6: 0,6 mg
    • Vitamina C: 386 mg
    • Calorías: 2855
    • Proteínas: 19%;
    • Hidratos de carbono: 55,7%
    • Grasas: 25,3%
    • Vitamina A: 1,9 mg
    • Vitamina E: 25 mg
    • Vitamina B1: 0,8 mg
    • Vitamina B2: 1 mg
    • Vitamina B3: 12 mg
    • Vitamina B6: 1,6 mg
    • Vitamina C: 207 mg
    • Calorías: 2.930
    • Proteínas: 16.4%
    • Hidratos de carbono: 56,3%
    • Grasas: 30%
    • Vitamina A: 2,2 mg
    • Vitamina E: 22,4 mg
    • Vitamina B1: 1 mg
    • Vitamina B2: 1,5 mg
    • Vitamina B3: 12 mg
    • Vitamina B6: 0,9 mg
    • Vitamina C: 252 mg.

    Plantas medicinales para el ardor de estómago

    Contra la pirosis, se pueden emplear dos gránucoloides: el agar-agar, que se obtiene de las algas marinas rojas y se deposita sobre la mucosa a modo de película protectora, aislándola y calmando el dolor; y el ácido algínico y los alginatos, derivados de las algas marrones y que son específicos para el tratamiento del reflujo.

    Tras las comidas, se puede preparar una infusión a base de regaliz, menta, anís, orégano, milenrama y caléndula en una combinación de acción antiespasmódica, antiinflamatoria, cicatrizante, sedante y emoliente.

    Otras plantas útiles son: diente de león, tomillo, manzanilla y melisa.

    El jugo de patata cruda o el jugo de col tres veces al día es también otra fórmula que puede emplearse.

    Homeopatía contra la acidez

    Para el tratamiento de los ardores y el reflujo la homeopatía propone:

    • Sulfuricum acidum 4 CH: 4 gránulos tres veces al día ante ardores de esófago, estómago, gastralgias y eructos, mal aliento y salivación abundante.
    • Calcarea carbonica 4 CH: ante dolores ardorosos en el estómago que se propagan hacia la garganta, regurgitaciones ácidas una hora después de las comidas, eructos ácidos y dispepsias en niños.
    • Robinia Pseudoacacia 4 CH: tres gránulos cada 15-30 minutos ante sensación de ardor en el estómago y entre los hombros, acidez , pirosis y vómitos de agua ácida, acidez por la noche al acostarse, eructos y vómitos ácidos por la noche.
    • Argentum nitricum 4 CH: en caso de acidez asociada a una alimentación rica en azúcares.
    • Otros: Nux vomica, Mercurius solubilis, Pulsatilla, Magnesia album.

    Otras propuestas de la medicina natural

    La hidroterapia y la reflejoterapia también pueden resultar útiles:

    • Hidroterapia:
      • Las aguas bicarbonatadas cálcicas y oligometálicas neutralizan los ácidos.
      • Puede ayudar darse baños calientes de pies y manos 20 minutos antes de la comida y la cena; son adecuados pediluvios y maniluvios de 7-10 minutos si se tienen manos y pies fríos, ya que ello no predispone a una buena digestión.
      • Ante dolores por acidez digestiva pueden emplearse compresas o cataplasmas calientes de flores de heno, por espacio de una media hora.
    • Reflejoterapia podal: conviene incidir sobre las áreas reflejas del plexo solar, diafragma, pecho y pulmón, esófago y estómago, vértebras dorsales, suprarrenales o sobre las zonas plantares que resulten más sensibles.

    El reflujo en los bebés, ¿se puede tratar?

    El reflujo y los ardores son muy frecuentes en los lactantes, que suelen sufrirlos por su proceso de maduración del cardias.

    Cuando un bebé de uno a cuatro meses llora más de tres horas por día y de un modo incontenible hay que pensar también en que podría sufrir intolerancia a la leche de vaca o una enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), o ambas cosas asociadas.

    Se está encontrando hasta un 2% de consultas por intolerancia a la leche, incluso en niños que jamás han tomado leche vacuna, pero cuyos intestinos reaccionan ante una proteína de ese origen: la beta-lactoglobulina.

    Esa proteína ingresa en sus organismos por dos vías posibles: las leches de fórmula derivadas de la leche de vaca y de la propia leche materna humana, a la que llegan moléculas de beta-lactoglobulina desde los productos lácteos ingeridos por la madre.

    Así, incluso un bebé criado puramente a pecho y que jamás conoció la leche de vaca puede presentar un cuadro alérgico intestinal contra este tipo de leche, con dolores, inflamación y deposiciones llenas de moco y sangre.

    Hasta el 6% de los bebés aparentemente sanos tiene ERGE sin diagnóstico.

    Lo que hace regurgitar al bebé es la apertura del cardias (el esfínter que separa el esófago del estómago): hasta el 70% de los bebés sanos de cuatro meses regurgita al menos una vez al día, y tanto como el contenido de una cuchara sopera.

    Pero el bebé con ERGE lo hace en mayor cantidad y frecuencia, se arquea hacia atrás (para frenar la subida de los jugos gástricos), tiene hipo persistente (por irritación del esófago), deja la risa y el juego, se vuelve irascible y va perdiendo sus ritmos de sueño y alimentación: se despierta llorando y con tos, quiere leche a cada rato -para calmar su acidez-, pero no tolera su paso por un esófago irritado, de modo que termina saltándose comidas y deja de ganar peso.

    El bebé con ERGE se vuelve insufrible con el esófago cada vez peor: solo se calma un poco sostenido en brazos boca abajo y en una pendiente suave de treinta grados, con la cabeza hacia arriba. Esta es la única postura en la que el cardias del bebé queda por encima del lago de ácido clorhídrico del estómago.

    Los cólicos por intolerancia a la leche vacuna empiezan a desaparecer en cuanto la madre, sin interrumpir la lactancia, abandona los lácteos. Solución complicada, porque la lista de comidas manufacturadas que emplean lácteos es larga.

    La reactividad intestinal de los niños, una vez que remiten esos síntomas, va desapareciendo sola entre el tercer y quinto año de vida.

    Libros sobre salud digestiva

    • Salud para tu estómago; Kathryn Marsden. Ed. Robinbook
    • Homeopatía para una buena digestión; Roland Sananés. Ed. RBA-Integral
    • La cura de Mayr; Erich Rauch, Ed. Océano/Ámbar