En condiciones normales, el corazón late entre 60 y 100 veces por minuto en estado de reposo. Puede latir más rápido o más lento, pero siempre de forma rítmica. Pero, ¿qué ocurre cuando esa sincronía se altera?

Qué es una arritmia

Existen diferentes circunstancias que pueden alterar la frecuencia cardiaca y desde luego, cuando sentimos que el corazón no late de forma acompasada, podemos asustarnos. Sin embargo, no toda alteración del pulso es una arritmia.

Es normal que en determinadas situaciones se altere el ritmo cardiaco. Por ejemplo, el ritmo se puede acelerar por situaciones puntuales que disparan nuestras pulsaciones (taquicardia) para volver luego a la normalidad, o bien por algunas patologías:

  • Situaciones puntuales que aceleran el ritmo cardiaco: mientras hacemos ejercicio, cuando se tiene fiebre, o antes de afrontar una situación estresante como puede ser un examen o una competición.
  • Patologías como el hipertiroidismo o la anemia, que pueden provocar que los latidos aumenten su frecuencia sin que el problema esté en el corazón.

En cambio cuando dormimos o nos exponemos al frío puede suceder lo contrario: las pulsaciones bajan por debajo de 60 (lo que se conoce como "bradicardia"). También es común en atletas, lo que les permite hacer grandes esfuerzos sin que se disparen sus pulsaciones.

Cuando no ocurre ninguna de las situaciones anteriores y el ritmo se altera por exceso, por defecto, o de forma irregular, estamos ante una arritmia que habrá que valorar y tratar para evitar complicaciones.

Tipos de arritmias

Para entender bien lo que es una arritmia y cuándo conviene preocuparse, hay que saber cómo funciona el corazón y cómo se regulan los latidos.

El corazón es el órgano encargado de bombear sangre rica en oxígeno por todo el cuerpo a través de las arterias, para llevarla hasta tejidos, órganos, músculos y nervios. Vendría a ser como un gran vaso sanguíneo modificado por una potente capa muscular capaz de contraerse rítmicamente.

Su actividad eléctrica depende de un grupo de células denominado nódulo sinusal, que se halla ubicado en la aurícula derecha. Este nódulo produce un impulso eléctrico que se transmite de las cámaras superiores (aurículas) a las inferiores (ventrículos).

Pues bien, podemos distinguir dos grandes tipos de arritmias en función de dónde se origina:

  • La mayoría de las arritmias se producen por un fallo en el sistema eléctrico del ritmo cardiaco y proceden de la parte superior del corazón. Estas, aunque conllevan síntomas, no representan un riesgo importante a corto plazo. Deben controlarse, pues potencialmente pueden originar la formación de un coágulo en el corazón debido a que la sangre no fluye debidamente.
  • Las arritmias que proceden de los ventrículos son más serias y requieren tratamiento urgente, pues pueden causar un paro cardíaco súbito.

Causas más habituales

Según un artículo publicado en la Revista Española de Cardiología en febrero de 2012, en la especie humana las arritmias cardiacas son muy prevalentes en todos los grupos de edad y pueden darse tanto en el contexto de una cardiopatía subyacente como en corazones normales.

Estas son las afecciones y situaciones vitales que pueden favorecer la aparición de arritmias:

  • Problemas con las válvulas cardíacas o con las arterias coronarias.
  • Inflamación del corazón.
  • Enfermedades de la tiroides, las anemias, la diabetes o hipertensión.
  • Haber sufrido un ataque cardíaco.
  • Las épocas de crecimiento, el embarazo o la vejez se puede producir este tipo de alteración.

Como elementos desencadenantes de las arritmias los más frecuentes son:

  • El uso de un buen número de fármacos. Puedes consultar la lista de fármacos y tipo de arritmias que pueden favorecer en el Portal del Medicamento, según datos publicados en noviembre de 2020.
  • El consumo de alcohol, cafeína, drogas y fumar tabaco o marihuana.

Factores que predisponen

También hay arritmias que aparecen sin que exista una causa concreta, aunque hay factores que se consideran predisponentes, como:

  • La ansiedad y el estrés crónico.
  • Las intolerancias alimentarias.
  • La intoxicación por metales pesados.
  • Las hipoglucemias.
  • Los desequilibrios de ciertos minerales: calcio, magnesio y potasio.
  • El exceso de grasas saturadas en la dieta.

Desde el punto de vista emocional, las afecciones cardiacas tienen relación con el control de los sentimientos. Son frecuentes en personas que se aferran a la razón y a las normas y no están dispuestas a expresar sus emociones, las cuales acaban somatizando en trastornos de tipo circulatorio.

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Suplementos y plantas contra la arritmia

El tratamiento natural de las arritmias pasa por detectar en primer lugar los factores desencadenantes e intentar corregirlos para evitar que esta patología se cronifique y acabe alterando el sistema circulatorio y, a la larga, a los diferentes órganos.

Las catecolaminas (adrenalina, noradrenalina y dopamina) u hormonas del estrés aumentan la frecuencia cardíaca y pueden causar arritmias.

Si eres una persona nerviosa y tu corazón se dispara a la más mínima presión, te será útil tomar algunos oligoelementos y plantas para equilibrar el sistema nervioso, tranquilizar el músculo cardíaco y regular las pulsaciones:

  • Manganeso, cobalto y magnesio. En las consultas de naturopatía se suelen recomendar2 ml diarios sublinguales de estos oligoelementos. Se pueden tomar individualmente o bien en una fórmula que contenga una combinación de todos ellos.
  • Espino blanco, olivo, melisa, madreselva y agripalma. Se puede preparar una infusión con una mezcla de estas plantas y tomar dos tazas al día para ajustar el pulso y aprovechar su efecto sedante.
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  • Un complejo de vitaminas del grupo B, especialmente la B3, B5 y B6 es también imprescindible para regular el sistema nervioso y la función cardíaca cuando se produce un desgaste diario, tanto físico como intelectual.
  • Si notas que las palpitaciones se agravan con el esfuerzo y la altitud, debes comprobar la ferritina en un análisis de sangre y ver si es preciso tomar aportes de hierro orgánico.
  • Los ácidos grasos poliinsaturados omega-6 y omega-3 son también necesarios: puedes obtenerlos con suplementos de aceite de onagra (500 mg/día) y de aceite de pescado (1.000 mg/día), por ejemplo.
  • Por último, un complemento imprescindible que ayuda a regular la función cardíaca es la coenzima Q-10. La ingesta de 30 mg dos o tres veces al día reduce los latidos de los ventrículos cardíacos y mejora la contracción de las células del corazón.

Estilo de vida: qué cambiar para prevenir o mejorar las arritmias

El estilo de vida es también un factor fundamental para evitar la aparición de arritmias. Incorpora a tu rutina diaria hábitos dirigidos a relajar tu sistema nervioso. Te ayudarán a equilibrar las pulsaciones y también a dormir mejor.

Si te han diagnosticado una arritmia, ya no es una recomendación, seguramente tu médico te los prescribirá como parte del tratamiento:

  • Practica alguna técnica de relajación: yoga, meditación, mindfulness...
  • Reduce o elimina el consumo de estimulantes: café, coca-cola, bebidas energéticas...
  • Evita el consumo excesivo de alcohol.
  • Mantente hidratado bebiendo los vasos de agua que tu cuerpo necesita. Se calculan dividiendo tu peso en quilos entre 7. Si pesas 70 kg, has de tomar cada día 10 vasos de agua de 250 ml.
  • Practica ejercicio moderado de forma regular.
  • Estimula el nervio vago. El nervio vago forma parte del sistema nervioso parasimpático. Sus ramas recorren todo el cuerpo y, entre sus muchas funciones, es esencial para inducir el descanso, la recuperación y la regulación de la frecuencia cardiaca. Recibir masajes, pasear, reunirse con amigos, cantar, reír, hacer estiramientos... son actividades que propician su buen funcionamiento.

Referencias