La bronquitis o inflación de los bronquios se suele producir por una infección viral, y solo a veces por infección bacteriana. La facilita un tejido debilitado o castigado, que es consecuencia, habitualmente, del tabaco o contaminantes ambientales.
Suele empezar por un catarro de vías altas (garganta, nariz o senos) y descender a los bronquios. Los principales síntomas son la falta de aire causada por la obstrucción de la mucosidad y la tos con expectoración.
Los cambios de temperatura favorecen las infecciones
El tratamiento tiene que dirigirse a bajar la inflamación, fluidificar la mucosidad y no suprimir la tos, salvo que sea muy molesta, pues es una defensa del organismo para expulsar la flema.
1. Evita la sequedad e hidrátate
Evita el humo, humidifica el ambiente y bebe mucha agua.
Las infusiones de tomillo, eucalipto, malva y jengibre fluidifican la mucosidad, ayudan a expectorar y combaten la inflamación y la infección.
Junto a ellas, el orégano, el própolis y la vitamina C (zumos de cítricos o infusión de escaramujo) son antivíricas y antibacterianas.
2. Limpia tus bronquios
Tanto los vahos de eucalipto como el jarabe de cebolla cruda y la miel bio te ayudarán a limpiar los bronquios.
Los antibióticos solo son útiles si la infección es bacteriana y los antivíricos resultan muy eficaces pero solo los recomiendo como último recurso, pues tienen efectos indeseados.
3. Mejor prevenir
Aparte de evitar el humo y tomar mucha agua y zumos o alimentos con vitamina C, puede ser útil lo siguiente:
- Seguir una dieta rica en vegetales crudos (frutas y ensaladas con germinados).
- Practicar un ejercicio moderado.
- Entrenar el cuerpo a los cambios térmicos (con agua fría tras la ducha o el baño caliente).
- Si tienes predisposición a resfriarte, empezar el otoño con tisanas o preparados de equinácea, própolis y tomillo.