La artritis reumatoide es una afección dolorosa de tipo autoinmume que a menudo empeora con el tiempo en muchos pacientes. Suele comenzar con dolor en las articulaciones de los dedos de las manos y de los pies. Debido a la inflamación, las articulaciones se hinchan un poco, duelen a menudo por la noche y por la mañana está rígidas.

La enfermedad está relacionada con un mal funcionamiento del sistema inmunitario, que actúa contra los propios tejidos, en este caso la membrana sinovial que recubre el interior de las articulaciones. La inflamación puede extenderse al tejido cartilaginoso, las vainas de los tendones y las bursas (depósitos de líquido sinovial en las articulaciones). Incluso el hueso puede ser atacado.

Desafortunadamente, la enfermedad no siempre se limita al sistema musculoesquelético. Además del dolor y la hinchazón en las articulaciones, los afectados suelen sufrir otros síntomas como cansancio, bajo rendimiento, sudores nocturnos, fiebre, trastornos del sueño y pérdida de peso. Si el curso de la enfermedad es muy pronunciado, los procesos inflamatorios también pueden atacar órganos como los pulmones, los vasos sanguíneos, el corazón, los ojos o los nervios.

Artritis en la menopausia

Varios equipos científicos han investigado si la menopausia podría tener un impacto sobre el desarrollo de la artritis reumatoide. Han concluido que el cambio hormonal en esta fase de la vida favorece la enfermedad. Para uno de los estudios, publicado por la revista Arthritis Care Research, las mujeres después de la menopausia tienen el doble de riesgo de desarrollar artritis reumatoide seronegativa. Por el contrario, el riesgo no aumenta para la artritis reumatoide seropositiva.

Cuando se encuentran determinados factores reumatoideos y anticuerpos en la sangre, se habla de pacientes seropositivos. Sin embargo, también existen los llamados pacientes seronegativos, en los que no se puede encontrar nada especial en la sangre y que, sin embargo, muestran los síntomas articulares típicos.

Qué hacer si aparece artritis en la menopausia

Es importante que las mujeres que desarrollan dolor en las articulaciones acudan al médico lo antes posible. Un diagnóstico temprano y, por lo tanto, un inicio rápido del tratamiento es crucial, porque solo así se pueden prevenir daños irreversibles.

Lo mejor es que el tratamiento comience antes de tres meses desde que aparecen los primeros signos de enfermedad. Es típico de la enfermedad que:

  • Exista inflamación articular leve en más de dos articulaciones que dura seis semanas o más.
  • Aparezca rigidez matutina que dura 60 minutos o más.
  • Ambas mitades del cuerpo se ven afectadas simétricamente.

El médico ordenará un análisis de sangre y examinará las articulaciones afectadas con ultrasonido y, si es necesario, también con resonancia magnética.

Tratamiento antiinflamatorio de la artritis

La artritis reumatoide se trata según la gravedad y los síntomas. La medicina convencional utiliza glucocorticoides antiinflamatorios y ciertos medicamentos que contrarrestan la hiperactividad del sistema inmunitario. En este grupo se encuentran productos biológicos, es decir, sustancias proteicas producidas biotecnológicamente que suprimen la inflamación en el cuerpo.

En naturopatía se recurre sobre todo al extracto de raíz de harpagofito. El gel de árnica también ha demostrado su eficacia para los síntomas agudos.

Dieta y ejercicio para tratar la artritis

Además de la medicación, existen otros enfoques para tratar la enfermedad y aliviar los síntomas. En el caso de la artritis reumatoide, vale la pena probar si una dieta vegetariana muy abundante en vegetales frescos puede ayudar.

Las harinas blancas y los productos lácteos, así como los dulces de todo tipo, solo deben consumirse en casos excepcionales. Muchos pacientes pueden aliviar notablemente sus síntomas solo con estos consejos dietéticos.

El ejercicio regular también es muy recomendable. Los deportes que cuidan las articulaciones, como el senderismo, la natación o el ciclismo, son recomendables. La fisioterapia regular también ayuda a evitar que las articulaciones se vuelvan rígidas.

La terapia psicológica también puede ser necesaria para ayudar a los pacientes a lidiar mejor con su dolor, miedos y estados de ánimo depresivos causados ​​por la enfermedad.

Estudios científicos: