El reiki es una terapia energética con raíces en las medicinas tradicionales de Asia. El término proviene de las palabras japonesas «rei», que significa universal, y «ki», la energía vital que fluye a través de todos los seres vivos y que se trata de modular en terapias como la acupuntura o disciplinas como el taichí.

Los practicantes de reiki actúan sobre esta energía colocando las manos sobre diferentes zonas del cuerpo con el objetivo de eliminar bloqueos, apoyar la curación o favorecer la relajación y el bienestar físico y emocional.

Actualmente existen más de 30 escuelas de reiki, pero la denominada Usui es la más popular. Este sistema se divulga desde 1900 a partir de las enseñanzas de Makao Usui, que es considerado el fundador del reiki moderno.

¿Cómo es una sesión de reiki?

Si bien el reiki se puede practicar fácilmente en casi cualquier entorno, una sesión habitual se lleva a cabo en un ambiente relajante o en una sala de tratamiento con camilla, pero no hace falta desvestirse, pues el terapeuta no realiza masajes o manipulaciones, simplemente toca ligeramente o coloca sus manos sobre el cuerpo.

El terapeuta pregunta al paciente cuál es el problema o qué espera de la sesión. Puede comenzar con una breve meditación y luego el terapeuta pide al paciente que se tienda boca arriba o bocabajo para colocar sus manos sobre distintas zonas.

Mientras lo hace, se concentra en una intención positiva o una visualización del paciente con el problema resuelto, conecta con la energía universal (reiki) y la dirige al cuerpo del paciente.

El terapeuta se concentra en transmitir la energía vital a las diferentes partes del cuerpo. Para realizar esta transmisión, hay que conectar o sintonizarse con la energía, con el reiki, lo que se consigue mediante la meditación y la depuración del cuerpo.

Luego se puede visualizar la energía como una luz que se condensa en las manos y se envía al cuerpo. Antes de empezar se pueden frotar las manos entre sí para sentir el calor, que es una manifestación de la energía.

Los practicantes avanzados recurren a símbolos que les son entregados por sus maestros para activar el reiki. Aunque hay protocolos para colocar las manos, siempre se pueden situar donde intuitivamente se sienta necesario.

Tanto el paciente como el terapeuta pueden sentir la energía en varias formas: calor, frío, hormigueo, vibración, pulsaciones o sensación de estar flotando.

Después de la sesión, el terapeuta y el paciente pueden hablar sobre lo que han sentido.

¿Cómo funciona?

El reiki desafía nuestra manera habitual de pensar, incluso en el ámbito de las terapias naturales o complementarias. En la acupuntura, por ejemplo, las agujas se insertan en lugares muy específicos en función de un diagnóstico individualizado. Las plantas medicinales o los suplementos nutricionales aportan sustancias activas. Pero, ¿cómo puede ser beneficioso el reiki si apenas hay contacto? De hecho, el tratamiento se puede realizar a distancia, sin que terapeuta y paciente se encuentren frente a frente.

Los propios practicantes no dan grandes explicaciones sobre el mecanismo de acción, simplemente confían en la energía y la experiencia les demuestra que se producen resultados beneficiosos.

La formación del terapeuta consiste en aprender una serie de técnicas que permiten convertirse en un vehículo o canalizador de la energía e incluyen ayuno, meditación, concentración y control de las emociones negativas.

Se pueden alcanzar niveles altos de maestría, pero todas las personas tienen capacidad para conectar con la energía vital y emplearla para cuidar a las personas queridas y a uno mismo.

Como hacerse reiki uno mismo

Puedes practicar la siguiente secuencia de autotratamiento una o dos veces al día, tanto si estás sano como si sufres alguna dolencia.

La siguiente práctica te llevará unos 20 minutos. Puedes realizarla sentado, acostado en un sofá, en la cama o sobre una esterilla, con un cojín bajo la cabeza y otro bajo las rodillas.

Antes de comenzar, recuerda que reiki es la fuerza vital universal que está en todas partes y apoya las habilidades curativas naturales del cuerpo.

  • Cierra los ojos, relaja el cuerpo y la mente. Respira con naturalidad y coloca las manos en las diferentes posiciones, manteniendo cada una dos minutos. Puedes alargar o acortar los tiempos según tus sensaciones.
  • Coloca suavemente ambas manos sobre los ojos, sin cubrir la nariz. Respira relajadamente mientras relajas conscientemente los músculos de la frente, la cara y los ojos.
  • Pon las manos en las sienes y relaja las mandíbulas.
  • Coloca la mano derecha sobre la garganta y la izquierda sobre el corazón. Relaja toda la musculatura de la zona y siente cómo se llena de energía.
  • Lleva las manos al abdomen con los dedos corazón tocándose ligeramente.
  • Desplaza las manos hacia abajo unos 10 cm para colocarlas sobre el estómago.
  • Pon las manos sobre los riñones y relaja la musculatura de la parte baja de la espalda.
  • Coloca suavemente las manos sobre los empeines de los pies. Para facilitar esta posición, puedes sentarte y cruzar las piernas.
  • En cualquier momento puedes colocar libremente las manos en otros lugares que sientas tensos o que creas que lo necesitan.

Pruebas científicas de la eficacia del reiki

Aunque la ciencia actual no comprende el mecanismo de acción, se han publicado un buen número de estudios científicos que han probado los efectos del reiki.

Estos estudios, junto con la ausencia de riesgos, que no sustituya ningún tratamiento médico y que existan voluntarios que lo realizan gratuitamente, han hecho posible que algunos hospitales públicos y privados permitan la entrada de los terapeutas para atender a los pacientes que lo soliciten.

En otros casos, enfermeras y enfermeros con formación en reiki ofrecen al paciente la posibilidad de realizar discretamente una sesión.

Desde el punto de vista científico, los beneficios pueden derivarse de la respuesta fisiológica de relajación, que favorece la función del sistema inmunitario y el alivio de tensiones físicas y psíquicas.

Efectos sobre el corazón y el estado de ánimo

Rachel Lampert, doctora y profesora de medicina en la Universidad de Yale, realizó un estudio con 37 pacientes que habían sufrido recientemente un infarto cardiaco.

Los pacientes fueron asignados al azar en tres grupos: participantes que simplemente descansaron, aquellos que recibieron una sola sesión de reiki por parte de una enfermera y aquellos que escucharon música relajante.

Los investigadores midieron la actividad del sistema nervioso autónomo, que regula el latido del corazón, la respiración, la presión arterial y la digestión, y hallaron que los pacientes que habían recibido reiki mostraban los mejores resultados en la medida de la variabilidad de la frecuencia cardiaca, un indicador de buen pronóstico para un paciente de infarto.

Además, el tratamiento de reiki se asoció con una mejoría del estado de ánimo (mayor sensación de felicidad, relajación y tranquilidad). El estudio fue publicado en el Journal of the American College of Cardiology.

Alivia la ansiedad y el dolor

Otro estudio realizado por investigadores de la prestigiosa Universidad de Harvard y publicado por el Journal of Alternative and Complementary Medicine siguió a 99 pacientes para determinar los efectos de una sola sesión de reiki y halló mejorías significativas en los síntomas de ansiedad, dolor y náuseas.

También ayuda con la depresión y el insomnio. Un estudio publicado en el Indian Journal of Positive Psychology mostró que las mujeres que habían recibido tratamiento de reiki dos veces por semana durante 10 semanas mejoraron los síntomas de depresión y la calidad del sueño.

Otras investigaciones señalan que el reiki alivia el dolor después de cirugías de rodilla y cesáreas, en casos de lesión músculo-esquelética, artritis reumatoide o pacientes en tratamiento contra el cáncer.

Una de estas investigaciones, publicada en el European Journal of Integrative Medicine, demostró que los beneficios no se producen en la misma medida en las sesiones de reiki simulado, en que el terapeuta no se concentra en una intención ni siguen los protocolos establecidos para la colocación de las manos.