Una dieta occidental típica aumenta el riesgo de dolor crónico, especialmente en personas con sobrepeso y diabetes tipo 2, según un estudio de la Universidad de Texas publicado en Nature Metabolism en junio de 2021. Por el contrario, introducir los cambios apropiados en la dieta puede aliviar o incluso eliminar el dolor crónico.

La dieta occidental media, con presencia abundante de productos horneados y pastas, carnes y embutidos, precocinados y aperitivos poco saludables, se caracteriza por un alto contenido en grasas, proteínas y carbohidratos de asimilación rápida, y pocas raciones de frutas, verduras, semillas y otros alimentos naturales.

El dolor crónico también está relacionado con la dieta

El dolor crónico suele ser el resultado de enfermedades inflamatorias crónicas como, por ejemplo, la artritis reumatoide, que se asocia con dolor articular crónico, otras enfermedades autoinmunes o la diabetes, que puede provocar una polineuropatía que ocasiona dolor crónico.

El estudio de la Universidad de Texas, que fue realizado por un equipo de 17 científicos, concluye que, en caso de sufrir una enfermedad crónica, resulta recomendable una dieta baja en grasas.

Sin embargo, la realidad es que los médicos rara vez realizan recomendaciones dietéticas a sus pacientes con dolor. Sumar al tratamiento algunos consejos para confeccionar menús podría suponer un gran alivio para el paciente, según los autores de la investigación.

Los ácidos grasos omega-6 son un factor de riesgo para el dolor

El equipo de investigación pudo demostrar, en ratones, pero también en humanos, que la dieta occidental típica, que es rica en ácidos grasos omega-6 poliinsaturados, es un factor de riesgo significativo para el dolor inflamatorio y para el dolor nervioso.

En pacientes con diabetes tipo 2, por ejemplo, los científicos encontraron que cuanto mayor era el contenido de omega-6 en su piel, mayor era su dolor neuropático y más analgésicos debían tomar.

La explicación es que los omega-6 se acumulan en las membranas celulares, donde se oxidan y se convierten en oxilipinas, que aumentan la sensibilidad del tejido al dolor. En ratones, una dieta rica en omega-6 provocó hipersensibilidad dolorosa, células nerviosas altamente reactivas y daño nervioso que se parecía a la neuropatía.

Los dos ácidos grasos omega-6, ácido linoleico y ácido araquidónico, también se acumulan en el ganglio espinal, un nódulo nervioso en el canal vertebral de la columna, y conducen a un aumento de la actividad de la PLA2 (PLA2 es una enzima llamada fosfolipasa A2, que contribuye a la formación de sustancias mensajeras inflamatorias, las prostaglandinas).

Si se inhibe la PLA2, ya sea con medicamentos o mediante la dieta que se describe a continuación, la sensibilidad al dolor se puede revertir.

Los ácidos grasos omega-6 no son intrínsecamente dañinos. Son ácidos grasos esenciales para la vida, pero su proporción en la dieta occidental es demasiado alta, mientras que el otro grupo de ácidos grasos poliinsaturados, los ácidos grasos omega-3, se consumen en cantidades demasiado pequeñas.

Menos omega-6, más omega-3

Los alimentos ricos en omega-6 que conviene evitar son:

  • Patatas fritas y snacks
  • Comida rápida y pasteles
  • Productos cárnicos y embutidos ricos en grasas
  • Aceite de girasol
  • Aceite de cártamo
  • Aceite de maíz
  • Aceite de soja
  • Margarinas

En cambio, conviene aumentar la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, que se encuentran en:

  • Pescados grasos de mar
  • Linaza
  • Cáñamo
  • Nueces
  • Semillas de chía

​En caso de sufrir un dolor crónico, conviene consumir dosis de omega-3 por encima de las necesarias (1,5 g de ácido alfalinolénico al día), que se pueden conseguir con los alimentos y con suplementos de aceite de algas.

Referencias científicas: