Es muy lógico y habitual que queramos actuar sobre la zona que está dolorida o tensa, pero no siempre es la mejor opción.

Cuando comemos algo que no podemos digerir, el organismo genera una serie de sensaciones en el estómago, el vientre o la piel que hacen que dejemos de seguir comiéndolo. Puede que no sean sensaciones agradables, pero si no las tuviéramos y siguiéramos comiendo ese alimento las consecuencias serían peores.

No se trata de eliminar esas sensaciones tratando con diferentes remedios las zonas con molesteias, se trata de dejar de comer lo que nos hace daño.

De la misma forma, cuando el cuerpo limita el movimiento de una zona a través del dolor es por algo. Es una estrategia para evitar un daño mayor, y no necesariamente es esa zona la que necesita el tratamiento. Necesitaremos encontrar el origen del dolor.

Es desde esta perspectiva que te invito a respetar la rigidez que impone a tus movimientos el dolor cervical y buscar qué lo puede estar provocando.

Cómo están relacionadas las manos y las cervicales

Uno de los orígenes del dolor cervical puede estar en la tensión de las manos. Si limitamos el movimiento de los dedos, estamos limitando el movimiento de los hombros. Y si limitamos el movimiento de los hombros limitamos el movimiento de las cervicales. Te sugiero que lo pruebes. Vamos a empezar con el vínculo entre manos y hombros.

  1. Ponte en pie y, con los puños cerrados y apretados, haz círculos con tus brazos hacia delante y hacia atrás.
  2. Con las manos abiertas y disponibles al movimiento, que no estén tensas ni desmadejadas, repite los movimientos.

Anota las diferencias que hayas detectado, ¡esto es autoconocimiento!

Y seguimos ahora con la experiencia del vínculo entre hombros y cervicales:

  • Cruza tus brazos sobre el pecho y mantén firmes tus hombros.
  • Ahora gira la cabeza hacia un lado y hacia otro observando el rango de moviemiento. Toma referencias visuales para hacerte una idea clara ¿Hasta dónde puedes ver cuando giras hacia la derecha? ¿Hasta dónde cuando giras a la izquierda?
  • Ahora descansa tus brazos y moviliza tus hombros haciendo círculos hacia delante y hacia atrás.
  • Con las manos y los brazos relajados, vuelve a girar la cabeza a lado y lado y verifica el nuevo rango de movimiento. ¿Has notado cómo la tensión en tus hombros reduce el rango de giro de tu cabeza?

Puedes probar lo mismo con el gesto de inclinación de la cabeza a un lado y a otro; y con el gesto de bajar la cabeza y llevarla hacia atrás. La percepción de molestiras dependerá de la localización de las tensiones en la zona.

Ejercicios para reducir el dolor en las cervicales

Vistos estos vínculos y sabiendo que la tensión no siempre está en el lugar en el que se produce la sensación de dolor, la próxima vez que sientas tensión en las cervicales utiliza los ejercicios que te cuento a continuación.

1. Aflojar manos y brazos

Para eliminar tensiones innecesarias en la musculatura contactaremos con la solidez del hueso:

  • Junta tus manos a la altura del pecho e incrementa la presión de una contra la otra hasta que sientas la solidez de los huesos en la base de las manos.
  • Manteniendo la presión, sube las manos juntas y luego bájalas. En este recorrido sentirás que la sensación de fortaleza en tus brazos cambia. Quédate en el punto en el que sientas máxima fortaleza, seguramente será cuando tus brazos estén paralelos al suelo frente al pecho.
  • Desde esta posición, aumentando la presión entre tus manos, dejando que se extienda desde la base hasta la punta de los dedos. Es una presión que no viene de la fuerza de empujar, si no de un dejar que una mano se apoye en la otra con todo su peso.
  • Una vez la presión llegue a la punta de los dedos, aflójala y repite este ciclo de presión-relax tres veces más.
  • Baja tus manos y deja que reposen sobre los muslos mientras observas las sensaciones que aparecen en los brazos, hombros y cervicales.

2. Revitalizar los tejidos

Una vez hemos aflojado las tensiones innecesarias podemos activar el tejido, abrirlo a un movimiento profundo y progresivo para hidratarlo, nutrirlo y devolverle la vitalidad.

Vas a pensar en tu musculatura como un guante grueso sobre tus huesos:

  • Con una de tus manos vas a hacer el gesto de quitar ese guante de la otra. Dedo a dedo y empezando por el pulgar.
  • Primero masajeas el dedo presionándolo desde la base hasta la punta sintiendo el tejido blando y el hueso.
  • Después tomas la base del dedo y tiras de él arrastrando el tejido hasta la punta, como quitándote el guante.
  • Cuando hayas realizado el movimiento con los cinco dedos, toma esa mano poniendo el pulgar de la otra en la palma y los otros cuatro dedos en el dorso. Sujétala mientras su codo descansa hacia abajo, pesando. Mantén la postura durante tres ciclos respiratorios.
  • Hazlo con la otra mano.

3. Dar continuidad al autocuidado

Ya lo sabes, pero vamos a recordarlo: con una vez no basta.

Las tensiones que acumulamos en las manos suelen ser muchas más de las que imaginamos. Es una parte de nosotros que utilizamos constantemente y realizando movimientos repetitivos. Por ello es necesario que nos ocupemos de ir disolviendo estas tensiones de manera habitual.

Mi recomendación es la de incluir estos pequeños ejercicios en las rutinas diarias. Puedes hacerlos incluso en el lugar de trabajo. Cinco minutos serán suficientes ¡y tus cervicales lo agradecerán!

Pero ¿hay otras zonas corporales que podemos trabajar para aliviar la tensión cervical? Por supuesto, en un próximo artículo hablaré sobre el vínculo entre pelvis y zona cervical y lo que puedes hacer para cuidarlo.