El frío y el calor son agentes naturales que se utilizan para reducir la inflamación y tratar el dolor y otras molestias. Pero, ¿cuándo se tiene que utilizar cada uno y por qué?

Los golpes y otras inflamaciones agudas responde al frío. Una patada en la espinilla de un futbolista o un esguince leve de tobillo se tratan con el protocolo RICE (siglas para Rest, Ice, Compression, and Elevation; en castellano reposo, hielo, compresión y elevación).

El frío reduce la hinchazón y el dolor

La hinchazón se produce porque los vasos sanguíneos pequeños están dañados. El frío hace que los vasos se contraigan y se cierren más rápidamente. El enfriamiento también inhibe la transmisión de señales de dolor al cerebro. Por eso una lesión ya no duele tanto cuando se le ha aplicado hielo.

Los traumatólogos recomiendan el uso de medios de refrigeración para todas las lesiones agudas, incluidas las contusiones o fracturas, pero nunca para las lesiones abiertas.

Cómo prevenir la congelación

Se requiere precaución a la hora de utilizar hielo en una lesión. En el peor de los casos, si no prestas atención, tu piel se puede llegar a congelar. Hay dos reacciones frías que se pueden sentir

  • En primer lugar, está el "primer dolor frío", que es completamente normal y no hay razón para interrumpir la aplicación.
  • Luego hay un efecto de habituación y sigue el segundo dolor frío. Al aparecer este segundo dolor frío hay que interrumpir la aplicación de frío para evitar la congelación.

Si se aplican paños empapados en agua fría, no hay peligro. Para refrigerantes como bolsas de hielo o cubitos de hielo, cuya temperatura está alrededor del punto de congelación, se recomienda usarlos durante 30 minutos y luego hacer un descanso.

También se puede frotar un cubito de hielo sobre el área afectada una y otra vez. De esta manera el cuerpo no está expuesto a un enfriamiento permanente, pero se beneficia del efecto analgésico.

Enfriar dos días, luego calentar

Se recomienda enfriar el área lesionada durante un máximo de dos días. De hecho, es el momento de cambiar al calor. Aunque todavía duela, al tercer día conviene volver a estimular al metabolismo para que el tejido reciba el mayor suministro de sangre posible y en ese caso demasiado frío es un obstáculo.

El calor abre los vasos

El uso de calor, mediante almohadas de huesos de cereza, bolsas de agua caliente o lámparas de luz infrarroja, sirve para aliviar las molestias de larga duración (por tanto, no aplica en las lesiones agudas).

El calor tiene el efecto de suavizar el tejido, eso ayuda con los síndromes de sobrecarga, por ejemplo, con dolor muscular severo.

El calor también es adecuado en caso de contracturas y puede ser útil para las alteraciones del tejido conectivo.

El calor abre los vasos y los ensancha, mejorando así la circulación sanguínea. También tiene un efecto analgésico, por eso se usa el calor para aliviar el dolor menstrual o las articulaciones afectadas por la artrosis.

Las manchas rojas y el dolor son señales de advertencia

Si el calor provoca manchas rojas en la piel, generalmente no es peligroso. Es un problema cuando también hay dolor, porque se puede producir una quemadura de primer grado.

Siempre hay que estar atento y escuchar al propio cuerpo cuando se use calor. Siempre debe resultar agradable. Creer que cuanto más calor se soporte mejor será es un error.

El calor se debe aplicar poco tiempo varias veces al día. Por otra parte, el calor está contraindicado cuando existe una infección o se sospecha que puede haberla.