El mundo miccional es extraño. Se supone que todos sabemos cómo hacer pipí, pero sorprendentemente no todos lo hacemos bien. Hablemos de los errores más frecuentes.

No aprietes, no empujes

Seguramente es el error más extendido. Muchas, muchas personas, sobre todo mujeres, empujan la orina para que salga. Aprietan desde el abdomen, como si el sistema necesitase esa ayuda para vaciar la vejiga. Y no, no la necesita para nada, es más, puede llegar a ser un problema.

La fuerza del chorro miccional es importante, sin duda, pues colabora en la protección contra las infecciones de orina. Pero el cuerpo genera esta fuerza de forma automática, no hace falta empujar. El sistema está preparado para orinar con potencia, no necesita ayuda.

Hacer pipí es un proceso elaborado, con una parte involuntaria y otra parte voluntaria.

La vejiga es una bolsa cerrada por abajo con dos esfínteres, uno al lado del otro, uno involuntario (automático) y el otro de control voluntario. Estos esfínteres se abren hacia la uretra, el conducto que finalmente conduce la orina al exterior. La pared de la vejiga está formada por un músculo, el músculo detrusor. Es un músculo de contracción involuntaria. Cuando se contrae, presiona la vejiga y genera la fuerza del chorro miccional

Los riñones van generando orina constantemente, que es recogida por los uréteres y llevada a la vejiga, que la acumula. La vejiga se va dilatando poco a poco y le envía señales al cerebro, informando de sus niveles de tensión, es decir, de la cantidad de orina que tienen. Poco a poco las señales se van haciendo más insistentes, hasta que la persona decide ir al baño.

Cuando es el momento de hacer pipí, el detrusor se contrae automáticamente y el esfínter interno (involuntario) se relaja. En ese momento al pipí solo lo contiene el esfínter voluntario. Por lo tanto, sólo tienes que relajar el esfínter, permitir que la orina salga, no empujarla.

¿Que pasa cuando “ayudamos”?

Al empujar agredimos al suelo pélvico en su punto flaco. El suelo pélvico es la parte de abajo de un globo, un sistema de presiones. Los incrementos de presión tienen como destino final el suelo pélvico, que se debilita y se estresa. Hay presiones inevitables, pero hay otras son fácilmente evitables. Empujar para hacer pipí es algo absolutamente evitable y totalmente innecesario.

Pueden haber circunstancias en las que no hay suficiente impulso, pero ahí entramos en el mundo de la terapia. Puede haber debilidad o dificultad del chorro miccional por adherencias, por mal funcionamiento del detrusor, por obstrucción en la uretra, por problemas neurológicos… pero aun en estos casos en los que el sistema miccional necesita ayuda extra, empujar no es una buena idea.

La ayuda debe ser fisioterapia del suelo pélvico. Y si hay que hacer presión sobre la vejiga para vaciarla, que sea con los dedos, directamente sobre ella, no sobre todo el suelo pélvico.

No cortes el chorro de orina

Es otro error. El "pipí stop" es otro error extendido, sobre todo hace unos años. Actualmente mucho menos, pero en casi todas las charlas o talleres que imparto sale alguien que todavía hace "pipí stop". Para ellas va este apartado.

El "pipí stop" es el acto de estar haciendo pipí y cortar el chorro de orina para entrenar el suelo pélvico, es decir, es hacer ejercicios de Kegel cortando el chorro de pipí.

Esto se recomendaba mucho antiguamente, lo aconsejaban los mismos médicos y profesionales de la salud, pero ahora sabemos mucho más. Sabemos que el "pipi stop" no es nada recomendable, es más, puede ser una fuente de problemas:

  • Infecciones de orina: La uretra, el conducto que lleva la orina de la vejiga al exterior es un conducto estéril. Es demasiado fácil que una gota que ya haya salido al exterior sea reabsorbida de nuevo al cerrar, al hacer el kegel. Si una gota que ya ha salido se reabsorbe, volverá llena de patógenos, y eso es comprar números para la lotería de la infección. El exterior, por muy limpio que esté, no es estéril.
  • Disinergias vesicales. Una disinergia es un mal funcionamiento. Tienes que saber que orinar es un acto complejo. Requiere de un sistema nervioso en condiciones. Fíjate que nuestros niños son incontinentes hasta los dos años, aproximadamente, el tiempo que tarda el sistema nervioso en estar maduro como para un acto de esta envergadura. En el otro extremo, las personas con algún tipo de demencia, la contención miccional es una de las primeras capacidades en perderse.

El cuerpo tiene que sincronizar y armonizar el sistema nervioso simpático, el parasimpático y el voluntario. Por un lado el detrusor se activa, comprimiendo la vejiga. Por el otro lado y de forma simultánea, el esfínter involuntario se relaja. Si cuando todo está preparado y los tres sistemas trabajando juntos, interrumpimos el proceso, para volverlo a activar acto seguido, es un estrés y una posible fuente de problemas.

Pueden producirse muchos tipos de problemas, pero es frecuente que el sistema automático empiece a dar errores, como cuando el detrusor se contrae para hacer pipí y el esfínter automático se cierra en lugar de relajarse.

Obsérvate, ¿cómo haces pipí? Muchas personas no imaginan otra forma de orinar que no sea apretando. Si te pasa esto, déjate ayudar. Es tiempo de que te ayude la fisioterapia del suelo pélvico, tiempo de reeducar el sistema.