Recibir un diagnóstico de cáncer supone un mazazo. El paciente se ve en una encrucijada vital y tiene que sacar fuerzas de flaqueza para afrontar la enfermedad. Lo mismo les ocurre a sus seres queridos.

Tras la alarma inicial, encauzan todas sus energías para conseguir el mejor tratamiento, así como el hospital y el oncólogo más capacitados que estén a su alcance. Para el enfermo, resulta lógico recurrir a todo lo que pueda ofrecerle alguna ayuda.

Sin embargo, se topa con mundos separados: el de la medicina convencional y el de las terapias naturales. La mayoría no comenta con su oncólogo que sigue otros tratamientos, porque cree que no le van a comprender y se los van a desaconsejar.

Esta incomunicación puede estresarle cuando menos lo necesita o llevarle a seguir tratamientos contraindicados o ineficaces.

Elegir bien las terapias naturales

La oncología integrativa pretende superar estos problemas ofreciendo la posibilidad de combinar todo tipo de terapias que mejoran la calidad de los tratamientos. Esta tendencia se encuentra en nuestro país en sus primeros pasos.

Míriam Algueró, hija de una paciente, fundó junto con sus hermanas, en el año 2014, la Asociación de Oncología Integrativa, en la que participan oncólogos y profesionales de las terapias complementarias y alternativas de reconocido prestigio, con el fin de hacerlas accesibles al mayor número posible de enfermos.

Sus objetivos son ofrecer información sobre terapias y otras medicinas que mejoran la calidad de vida de los pacientes oncológicos y orientarlos para que no se lancen a probar todas las terapias, sino que elijan en función del beneficio terapéutico que buscan.

Esta asociación también promueve la realización de estudios científicos que demuestran los beneficios de las terapias naturales.

Mejorar la calidad de vida

Miriam Algueró asegura que "todas las personas con las que hemos estado en contacto y que han utilizado las terapias complementarias durante sus tratamientos oncológicos reconocen haberse beneficiado gozando de mejor calidad de vida que otros pacientes".

Parte de los efectos positivos pueden explicarse por una reducción del estrés, lo que provoca una respuesta inmunitaria más eficaz. En este sentido destaca la utilidad del yoga, la meditación, la kinesiología, las flores de Bach o el reiki.

Además subraya como esencial, desde el mismo momento del diagnóstico, seguir una dieta anticáncer y recurrir a la homeopatía y la acupuntura para tratar los efectos secundarios de los tratamientos convencionales.

A menudo se argumenta desde las posiciones más ortodoxas de la medicina que las terapias naturales no han demostrado su eficacia, lo que frena el avance del tratamiento integral.

En realidad, es un obstáculo superado en la práctica, como muestra la incorporación de los tratamientos complementarios en la sanidad holandesa y alemana o la existencia de una agencia para la oncología complementaria y alternativa dentro de la administración pública de los Estados Unidos (OCCAM).

Sería difícil de imaginar que se hubieran puesto en marcha estas iniciativas sin evidencias objetivas. En España algunos centros públicos están avanzando discretamente hacia la oncología integrativa.

La ayuda de la homeopatía

La Dra. Laura Vidal, quien fue responsable del departamento de oncología ginecológica del Hospital Clínic de Barcelona entre los años 2008 y 2015, explica que el 60-70% de sus pacientes utilizaban las terapias complementarias. En su caso no debían temer la reacción de la oncóloga. "Me dedico a la medicina convencional, pero soy abierta y creo que las medicinas complementarias tienen un valor. Por ejemplo, la homeopatía me parece muy positiva para tolerar mejor efectos secundarios de la quimioterapia, como náuseas, vómitos y alteraciones intestinales. También he visto casos en que mejora el nivel de defensas. En mi consulta comprobé empíricamente que resultaba eficaz".

Fue el caso de una paciente de 72 años con cáncer de ovario que reaccionó a la quimio con bajada de defensas y muchas llagas en la boca, trastornos intestinales y eccemas, y que gracias a la homeopatía consiguió terminar el tratamiento sin reducir su intensidad.

Al menos siete de cada diez enfermos de cáncer recurren a terapias naturales o complementarias.

"Los pacientes se hacen más proactivos, se involucran en el tratamiento y sienten que controlan más el proceso de su enfermedad y viven mejor los efectos secundarios y la enfermedad en sí. No tengo ninguna duda de que esto mejora la tolerancia al tratamiento y el desenlace final", continúa la doctora Vidal, que explicó sus experiencias en la consulta en el libro Queremos estar contigo (Ed. Planeta).

Profesionales que sepan

También confía en la acupuntura para reducir la necesidad de medicación y evitar náuseas y vómitos, o en la reflexología, pero echa de menos puentes entre su medicina convencional y la complementaria. "Al menos alguien debería recibir informes de los tratamientos que recibe el paciente y coordinarlos", sugiere.

Era ella misma quien lo hacía: preguntaba a las pacientes si estaban tomando algo y se aseguraba de que no tenía contraindicaciones. "Cada vez más la gente busca profesionales de las medicinas complementarias que realmente sepan, pero si me llegaban con informaciones que habían encontrado en internet o tenían interés, les recomendaba profesionales fuera del servicio público. Recurría al Colegio de Médicos, que forma acupuntores y homeópatas, o a médicos que tenían una trayectoria que conocía", explica.

Ni los tratamientos convencionales ni los complementarios funcionan siempre. No se pueden presentar al paciente falsas expectativas, advierte Laura Vidal, pero todo lo que sirva para mejorar el estilo de vida, la alimentación y la reflexión va a resultar positivo.

"Las medicinas complementarias sirven a lo largo de todo el proceso, desde el diagnóstico hasta el tratamiento y después", añade.

"Sería ideal que existieran centros con un enfoque integrativo, como los hay en Alemania. Habría que hablar del factor económico, de si con el dinero que hay se pueden pagar todas las terapias –las mutuas privadas a veces no pagan ni los tratamientos con quimioterapia–. Si la sanidad pública no se hace cargo de las terapias complementarias, a lo mejor podría facilitar el acceso de los profesionales a los centros con tarifas razonables", propone.

Menos carga tóxica y mayor personalización

Según la doctora Vidal, estamos en un cambio de paradigma. Cada vez es más importante individualizar, viendo el tipo de cáncer y de persona para decidir el tratamiento más adecuado. La quimioterapia tradicional está pasando a la historia. Se están estudiando las mutaciones genéticas del cáncer para sintetizar fármacos específicos.

Los tratamientos serán menos tóxicos, pero habrá que seguir tratando alteraciones inmunitarias, emocionales, psicológicas o nutricionales, donde la homeopatía y otras terapias complementarias pueden desempeñar un papel.

El cambio de paradigma lo personifica la doctora Natàlia Eres, oncóloga que ha desarrollado su carrera en diferentes hospitales de Barcelona y que fundó el Instituto Imohe de Barcelona.

"En unos años, con el mayor desarrollo de los fármacos biotecnológicos como los anticuerpos y los antiangiogénicos, la quimioterapia va a desaparecer, se tenderá a combinar fármacos muchos más específicos con remedios naturales mejor conocidos en cuanto a su acción y optimizados", explica.

"Las medicinas complementarias están muy en sus inicios en descubrir hasta dónde puedan llegar. Quizás en un futuro serán una alternativa; de momento, son un complemento. El área donde existen más estudios son los suplementos y la fitoterapia. Respecto a la homeopatía y la acupuntura, la mayoría de estudios están relacionados con la paliación de efectos secundarios y el manejo de síntomas con contraindicaciones mínimas", añade.

Nuestro organismo como ecosistema

Para la doctora Eres, el enfoque integrativo se caracteriza por el tratamiento global de la salud física y mental del paciente, teniendo en cuenta las emociones, el entorno y sobre todo las relaciones íntimas entre todos los sistemas corporales.

"Nuestro organismo es un ecosistema. Somos sistemas de procesamiento de información. Mantenemos un intercambio con nuestro exterior a través de lo que comemos, respiramos, sentimos, pensamos y hacemos. Y lo mismo ocurre en nuestro interior, donde funcionamos como una sociedad. Nuestro cuerpo mantiene relaciones entre sus tejidos. Mi trabajo con un paciente con cáncer es ayudarle a restablecer sus procesos de comunicación, a todos los niveles", describe.

Enfoque multidisciplinar

El doctor José Antonio Ortega es Jefe del servicio de Oncología del Hospital Quironsalud Málaga y otorga a las terapias complementarias un papel fundamental a la hora de tratar al paciente como un todo con aspectos físicos, psíquicos, sociales y familiares: "En un abordaje multidisciplinar e integral, pueden ayudar a controlar los síntomas, mejorando la calidad de vida y contribuyendo a la salud global del paciente".

En este sentido destaca el trabajo de la unidad de psicooncología para tratar la ansiedad y las consecuencias emocionales de la enfermedad, tanto en el paciente como en sus familiares.

"Todos los oncólogos sabemos que muchos de nuestros pacientes utilizan terapias complementarias en la enfermedad, y tenemos que escucharlos, observar si hay interacciones, y también aprender de ellos, creando reuniones de formación y foros de aprendizaje", añade el doctor Ortega.

"Yo les diría a los pacientes que hablen abiertamente con su oncólogo, que siempre quiere lo mejor para sus pacientes y puede aconsejarle. Es fundamental recuperar la empatía y la amistad entre el oncólogo, el paciente y su familia. No tiene ningún sentido ocultar o mentir. Prefiero que mis pacientes me hablen con toda confianza de que toman tal o cual producto para el sistema inmunitario, o un tratamiento biológico con fitoterapia, y revisarlo por si hubiese interacción farmacológica", explica.

La importancia de la dieta

Del aspecto dietético de los tratamientos en la Clínica Quirón se hizo cargo hace unos años la doctora Odile Fernández, autora del exitoso libro Mis recetas anticáncer (Ed. Urano), que combinando terapia convencional y cambios en la alimentación se curó contra todo pronóstico de un tumor de ovario con metástasis.

Dos años después de su diagnóstico dio a luz a su hijo Iker. Cuando enfermó, la doctora Fernández no recibió ningún consejo dietético de la medicina convencional. Ella misma no había estudiado en la universidad nada sobre las propiedades anticancerígenas de ciertos alimentos.

Tuvo que aprender rápido y se propuso dar a conocer la importancia deuna alimentación sana y equilibrada para tratar el cáncer.

Empezó con un blog, luego continuó su divulgación con libros y cursos, y finalmente pudo hacerlo en la consulta en una clínica. Su trayectoria resume seguramente la evolución de la oncología integrativa y lo que puede llegar a ser en el futuro.