La deficiencia de cromo puede contribuir a que los niveles de azúcar en sangre aumenten, sobre todo cuando se producen situaciones de estrés crónico.

Detectar la carencia de cromo, ajustar la dieta y ayudarnos de los suplementos y plantas medicicinales puede ayudarnos a controlar la hiperglucemia

Relación entre el estrés y el nivel de glucosa

El estrés agota el denominado "factor de tolerancia a la glucosa" (FTG), una molécula que se sintetiza en el hígado y que está compuesta por vitamina B3, ácido glutámico, glicina, cisteína y cromo.

EL FTG colabora con la insulina producida en el páncreas para controlar los niveles de azúcar en sangre. Ambas sustancias contribuyen al transporte de la glucosa a las células para su combustión.

Algunos diabéticos no tienen, en realidad, problemas de insulina, sino que presentan un déficit de FTG, razón por la que la insulina no se utiliza en ese caso.

Deficiencia de cromo e hiperglucemia

Una de las causas de que no se produzca suficiente FTG es que no se consiga suficiente cromo los alimentos y que sus reservan en el organismo se agoten. Esto es más probable que suceda en las personas mayores.

Por eso resulta recomendable incorporar a la dieta alimentos ricos cromo, como la levadura de cerveza, el germen de trigo, los champiñones, las nueces, las manzanas, las verduras de hoja verde y los cereales integrales.

¿Qué dosis de cromo se puede tomar?

Las personas que tienen niveles de glucosa altos en sangre (más de 140 mg/dL), sobrepeso o deseos compulsivos de tomar azúcar o alimentos dulces se recomienda la administración de cromo en forma de complemento.

La forma más activa es el picolinato de cromo, que debe ingerirse entre comidas. La dosis diaria recomendada (DDR) se calcula entre 0,5-1,5 mg/día, aunque la terapéutica suele ser algo superior y debe determinarse en función de los resultados analíticos de cada persona.

Una dosis habitual es 500 mg de picolinato de cromo dos veces al día durante cuatro meses.

El cromo puede formar parte de una estrategia para prevenir el desarrollo de una diabetes tipo dos (no autoinmune), junto con una dieta adecuada y un régimen de ejercicio regular.

Una dieta para controlar el azúcar

Es importante acompañar las comidas con guarniciones vegetales, ya que la fibra vegetal ralentiza la velocidad de absorción de los azúcares de los alimentos.

Es recomendable evitar los dulces y los productos elaborados con harinas refinadas, y aumentar la ingesta de alimentos vegetales crudos, ricos en fibra, tanto soluble (pectina, cereales integrales, algas) como insoluble (legumbres, vegetales de hoja verde).

Sustituir el pan blanco por el integral es otra medida acertada. Si además está enriquecido con semillas de lino, el beneficio se multiplica. Este alimento aporta lignanos, que ayudan a reducir las tasas de colesterol y de azúcar; además es una excelente fuente de ácidos grasos omega-3 y magnesio, nutrientes que aumentan la sensibilidad de las células a la insulina.

Otros alimentos beneficiosos son el ajo crudo y el jengibre, por sus propiedades para regular la glucosa en sangre y prevenir trastornos cardiovasculares.

El zumo de pomelo y la canela son otras ayudas, pues tanto la naringenina del pomelo como los prin- cipios activos de la canela aumentan la capacidad de absorción de la glucosa por parte de las células.

Otros suplementos nutricionales

Además, puedes incorporar a tu dieta algunos complementos ortomoleculares:

  • Vitamina C con bioflavonoides (1 g al día), ya que facilita el transporte de la insulina al interior de las células.
  • Un complejo de vitaminas B (50 mg/día).
  • Coenzima Q-10 (30-120 mg/día).
  • Manganeso (10-30 mg/día)
  • Una ampolla sublingual de 2ml de Zn-Ni-Co, una combinación de oligoelementos que regulan la glucemia.

Plantas medicinales que ayudan

También ayuda a producir FTG las plantas medicinales que regulan la función hepática, como el diente de león, el cardo mariano y la travalera.

Una planta especialmente recomendable es la Gymnema sylvestris, en dosis de 500 a 1.500 mg de extracto seco. Esta planta estimula la secreción de insulina y previene la acumulación de triglicéridos en los músculos y el hígado.