El glaucoma es una de las principales causas de pérdida de visión y ceguera entre los adultos a partir de la mediana edad. En España más de un millón de personas padecen esta enfermedad. Aunque existen varios tipos de glaucoma, la gran mayoría de casos parecen ser hereditarios. El ejercicio y la dieta son las estrategias más eficaces para reducir el riesgo. Además, revisarse los ojos con regularidad (cada dos o tres años después de los 40 y cada uno o dos años después de los 60) ayudará a descubrir los cambios relacionados con el glaucoma que pueden tratarse antes de que se produzca un daño ocular irreversible.

Síntomas del glaucoma

El glaucoma se produce al dañarse el nervio óptico. Se cree que la causa puede ser una excesiva presión intraocular, pero existen casos de glaucoma en que no se produce este problema.

Al principio del desarrollo de la enfermedad no se producen síntomas. La visión permanece normal y no hay dolor, pero con el tiempo se pueden ver anillos alrededor de las fuentes de luz y notar que la visión periférica (lateral) se deteriora gradualmente. Se pueden ver los objetos que están frente a uno con claridad, pero se pueden pasar por alto los que están al lado. Si la enfermedad no se diagnostica ni se trata, eventualmente se perderá la capacidad de ver objetos a los lados y el ángulo de visión se irá estrechando hasta la ceguera completa.

Existe un tipo de glaucoma, llamado glaucoma “agudo” o de “ángulo estrecho” que puede desarrollarse repentinamente y se considera una emergencia médica que requiere tratamiento inmediato. Los síntomas incluyen dolor intenso en los ojos, visión borrosa, pupilas dilatadas y, a veces, náuseas o vómitos. Estos casos agudos representan solo el 10 por ciento de todos los glaucomas.

Si se detecta a tiempo, el tratamiento puede ralentizar la progresión de la enfermedad y, a veces, preservar la vista. La mayoría de las personas se tratan con gotas que reducen la presión intraocular, que es un factor de riesgo. Si eso no es suficiente, se utilizan otras terapias, como el tratamiento con láser o las intervenciones quirúrgicas para drenar el líquido del interior del ojo y reducir de esta manera la presión, pero estas intervenciones solo pueden prevenir o retrasar el empeoramiento. No sirven para recuperar la visión pues no se puede reparar el daño sobre el nervio óptico.

El ejercicio físico intenso reduce el riesgo de glaucoma

Durante años, los científicos han estado buscando medidas específicas para prevenir la pérdida de la visión. Un estudio reciente sugiere que la estrategia más eficaz para prevenir el glaucoma es mantenerse físicamente activo. Investigadores de la Universidad de California, dirigidos por la doctora Victoria L. Tseng, descubrieron que el ejercicio puede modificar el flujo de sangre que llega al ojo y la presión en el interior. Hallaron que las personas más activas físicamente tenían un riesgo 73% menor de desarrollar glaucoma en comparación con las personas menos activas.

Para determinar el nivel de actividad física, los investigadores midieron la velocidad al caminar y los pasos por minuto utilizando rastreadores de actividad física. Después de analizar los datos, el equipo de investigación concluyó que por cada aumento de 10 minutos en la actividad física moderada a vigorosa por semana, el riesgo de glaucoma disminuyó en un 25 por ciento.

Caminar más rápido se corresponde con un menor riesgo de glaucoma

Los investigadores sugieren que las personas que caminan o corren a un ritmo más rápido y hacen más pasos pueden reducir aún más su riesgo de glaucoma, en comparación con las personas que practican deportes a un ritmo y velocidad más bajos.

Los estudios ya han demostrado que el ejercicio tiene un efecto positivo sobre la presión intraocular. Correr o ir en bicicleta puede reducir la presión intraocular hasta en 13 mmHg en pacientes con glaucoma. Incluso una caminata vigorosa de 20 minutos puede reducir la presión intraocular en 1,5 mmHg. Un aumento de solo 1 mmHg aumentaría el riesgo de daño ocular en un diez por ciento.

Los investigadores señalan que la relación directa entre el glaucoma y la actividad física necesita más investigación antes de que se puedan formular pautas clínicas sobre los hallazgos. Hasta entonces, los expertos aconsejan a todos los pacientes que hagan ejercicio, ya que esto es bueno tanto para la salud general como para la vista.

¿Se puede prevenir o tratar el glaucoma con la dieta?

Algunas investigaciones indican que una dieta baja en hidratos de carbono puede estar relacionada con un menor riesgo de desarrollar glaucoma. La investigación, realizada por científicos de la Universidad de Harvard y de la Escuela de Medicina Icahn en el Hospital Mount Sinai (Nueva York), halló que una dieta baja en carbohidratos y alta en grasas y proteínas genera cambios en los ojos que pueden prevenir la enfermedad, incluso en las personas de alto riesgo por razones hereditarias. No obstante, los investigadores observaron que la dieta no detiene la progresión del glaucoma si ya ha empezado a desarrollarse.

El autor del estudio, Louis R. Pasquale, M.D., vicepresidente de investigación de oftalmología en Mount Sinai, señaló que la dieta baja en carbohidratos y alta en grasas y proteínas podía reducir un 20 por ciento el riesgo de desarrollar el tipo más común de glaucoma (el glaucoma de ángulo abierto). Probablemente la dieta es más eficaz en personas con alguna predisposición genética, según la investigación.

A partir de la bibliografía médica sobre el glaucoma, el doctor Andrew Weil, profesor de la Universidad de Arizona y experto en medicina integrativa, recomienda las siguientes medidas preventivas:

  • Caminar a paso ligero a diario o realizar un programa de ejercicio para mejorar la circulación general.
  • Tomar un suplemento de vitamina C o antioxidantes.
  • Reducir el consumo de cafeína.
  • Dejar de fumar, pues este hábito es un factor de riesgo.

Referencias científicas: