Tienes un "segundo cerebro" en el sistema digestivo, ¡cuídalo!

Millones de neuronas trabajan por tu bienestar en... tu sistema digestivo. Allí, este "segundo cerebro" interactúan con tus emociones y pensamientos, con tu sistema nervioso y con tu inmunidad. Puedes cuidarlo para disfrutar de más salud y bienestar.

Segundo cerebro

El sistema nervioso, el más complejo y todavía desconocido del cuerpo humano, regula numerosas acciones en el organismo. Es un sistema que relaciona la capacidad de comprensión (que abarca la percepción, la memoria y el lenguaje) con los sistemas inmunitario y endocrino, las estructuras subcorticales, la médula espinal, los nervios periféricos e incluso los músculos para responder adecuadamente a nuestras necesidades diarias.

Las células del sistema nervioso son las neuronas y lo que probablemente no sabías es que no se encuentran solo en el cerebro y formando los nervios, sino que millones de ellas se extienden en forma de red por el tracto digestivo. A este sistema nervioso entérico se le llama "segundo cerebro", porque contiene neuronas con capacidad de liberar los mismos neurotransmisores, hormonas y moléculas químicas que el "primer cerebro".

Este segundo cerebro en el sistema digestivo produce el 90% de la serotonina del cuerpo, un neurotransmisor con funciones locales de absorción, aporte nutricional y movimientos musculares. Esta serotonina del sistema digestivo es idéntica a la que usa el cerebro y de la que depende el bienestar emocional. Fármacos antidepresivos como el Prozac actúan a nivel de la recaptación de la serotonina en el cerebro.

Por ello la salud del sistema digestivo influye directamente en el estado de ánimo. Baste recordar cómo nos sentimos cuando sufrimos indigestión o estreñimiento, pues ello supone una alteración de la serotonina, lo que alienta el pesimismo, disminuye el interés por interaccionar con las personas y baja la libido.

Cómo cuidar tu sistema nervioso entérico o "segundo cerebro"

Debemos, pues, cuidar el sistema nervioso entérico. Las personas que comen tranquilamente y con digestiones equilibradas, transmiten más armonía, comprensión y paciencia, y son más intuitivas.

Además, un sistema digestivo sano contiene neuronas que producen pequeñas cantidades de benzodiazepinas naturales, las moléculas usadas como ansiolíticos para tratar la ansiedad, inducir el sueño y relajar contracturas musculares.

Ir al baño sin prisas también es saludable, pues las ondas peristálticas del intestino se mueven a una velocidad de un centímetro por minuto. Se trata de un movimiento lento, tranquilo y equilibrado, y eso hay que cuidarlo.

Los pensamientos y emociones influyen

Se puede colocar el sistema nervioso humano encima de una mesa quirúrgica y realizar la disección de sus partes. Sin embargo, no puede hacerse lo mismo con la mente, los pensamientos ni los sentimientos.

Basándonos en nuestra experiencia, sabemos que cualquier alteración de los pensamientos y los sentimientos puede afectar al sistema nervioso, y a partir de ahí a cualquier rincón de nuestra persona. Y viceversa: toda alteración inicialmente corporal puede acabar afectando a nuestras emociones, pensamientos y actitud ante la vida.

En condiciones normales, los seres humanos no podemos evitar enfadarnos, entristecernos, preocuparnos o tener miedo: soportar determinadas condiciones laborales puede despertar una emoción tan básica como la rabia, por ejemplo.

La visión energética de la medicina china

Para la Medicina Tradicional China, el hecho de mantener determinadas emociones durante un tiempo prolongado, o bien sentirlas de manera muy intensa, puede acabar convirtiéndose en una causa clara de enfermedad. La razón es que las emociones dificultan la correcta circulación de la energía entre nuestros órganos y por lo tanto alteran el delicado equilibro que estos mantienen entre sí.

Un estado prolongado de rabia afectará energéticamente al hígado, y viceversa: un desequilibrio hepático (tal vez por la dieta o el cansancio) desembocará en un desequilibrio emocional que hará más irritable a la persona.

Por lo tanto, puede darse el caso de que un órgano como el hígado funcione bien a nivel médico habitual, con análisis de sangre completamente normales, pero energéticamente puede estar "deficiente" o parcialmente "bloqueado" y la persona estar permanentemente irritable.

Con el tiempo, el hígado en desequilibrio energético puede causar un aumento del yang hepático, que puede ser la causa de migrañas, irritabilidad, mareos, náuseas, sabor amargo en la boca, acúfenos, etc.

Con los conocimentos de la medicina actual y naturista, y también de la medicina china, podemos diseñar una estrategia para favorecer el equilibrio en tu "segundo cerebro":

  • Yoga y otras prácticas afines. Realizar diez minutos diarios de estiramientos (asanas); respirar con el abdomen profundamente cuando aparece el cansancio (pranayama); y seguir de vez en cuando una dieta depurativa a base de batidos de frutas y hortalizas.
  • Masaje abdominal. Hacer un automasaje en la barriga, con movimientos muy suaves empezando por el lado derecho y avanzando en el sentido de las agujas del reloj, ya que eso relaja el sistema digestivo.
  • Relajación mental. Conviene permitir la relajación mental realizando paseos en silencio y mediante la observación de la naturaleza (una forma de meditación).
  • Actividad intelectual. En su justa medida también ayuda. La actividad neuronal genera dióxido de carbono que se libera a la sangre, lo que a su vez dilata las arterias; esto aumenta el aporte sanguíneo local y por tanto de oxígeno a las neuronas.
  • Ambiente natural. El ruido, la luz, la contaminación, los olores… pueden afectar al sistema nervioso, de la misma manera que la tranquilidad, el aire libre en la naturaleza y los aromas naturales pueden contribuir a calmarlo.
  • Cuidar las relaciones. El optimismo, la salud emocional y las relaciones sanas refuerzan el sistema nervioso.
  • La acupuntura. El efecto inmediato al recibir una sesión de acupuntura es la relajación, debido al poder de armonización que tiene trabajar dulcemente con la energía del cuerpo.

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