Hay personas que moquean constantemente cuando hacen deporte y sienten que les cuesta más respirar, a otras les fastidia más el problema por la noche, según el grado de humedad, que les impide descansar bien. A menudo esto sucede porque tienen alguna alergia y es uno de los síntomas de la rinitis alérgica.

Pero el problema no siempre es alérgico. Existe también la rinitis vasomotora no alérgica, que se atribuye a agentes irritantes del medio ambiente, como perfumes u olores fuertes, o el humo de los coches o de cigarrillos. Otros irritantes que pueden causar moqueo son las bebidas alcohólicas, las bebidas y los alimentos picantes o muy calientes, o el uso crónico de medicamentos como la aspirina o el ibuprofeno.

En cualquier caso, moquear durante todo el día y andar siempre con el pañuelo es muy molesto y puede resultar incluso desesperante. Pero tiene solución.

Cuando la nariz no deja de moquear

Desde la medicina naturista, en muchas ocasiones a la rinitis alérgica y rinitis vasomotora se les atribuye un mismo origen, ya que no consideramos las sustancias naturales del ambiente (ácaros del polvo, polen de las flores…) como causa sino como desencadenante.

El origen estaría en el terreno, en nuestro organismo, que reaccionaría de forma exagerada ante estas sustancias. Un terreno estresado por la provocación permanente de alérgenos químicos irritantes, como los citados anteriormente, y también de aditivos y conservantes, o de alimentos no apropiados para nuestra fisiología como son las fracciones de la proteína de la leche animal o harinas modificadas para obtener mayor rendimiento.

Para solucionar el problema es fundamental intentar evitar todos estos factores estresantes de la inmunidad.

4 estrategias para frenar la rinitis crónica

Ante un moqueo permanente lo primero es, como decíamos, evitar los factores que suponen una provocación constante para el organismo: no solo la exposición a aquello que nos resulta claramente irritante, sino en general alérgenos químicos, harinas muy modificadas, lácteos...

Deberíamos incorporar a la dieta abundantes frutas y verduras, especialmente las ricas en vitamina C y antioxidantes con una potente acción antihistamínica. Por ejemplo, la cebolla (tanto cruda como cocida) y la manzana, las frutas ácidas (naranjas, limones, pomelos…) y verduras como el pimiento, la col, etc.

Hay fórmulas fitoterapéuticas antihistamínicas con plantas como el helicriso o siempreviva y la perilla.

La higiene regular con un lavado nasal con agua de mar es también muy recomendable, al igual que procurar que los ambientes en los que pasamos horas, sobre todo en invierno que utilizamos la calefacción, estén suficientemente hidratados para evitar que se incremente la sequedad de las mucosas.