La hipertensión arterial genera miedo porque se asocia a infartos cardiacos y cerebrales (ictus) que han truncado la vida y la salud de numerosas personas. Pero ¿todas las hipertensiones son malas y peligrosas? Lo cierto es que puede haber grandes diferencias, a veces no tanto por las cifras, que es lo que mejor medimos, sino por cómo reacciona cada persona a la tensión alta.

Descubrir la causa oculta de la hipertensión

Con la medida puntual del esfigmomanómetro se obtienen cifras pero detrás de ellas hay una persona, unas vivencias y un medio ambiente que pueden orientar sobre el problema que marca el aparato: respuesta inconsciente a una sensación de amenaza, agresividad contenida, estrés crónico, miedo a perder el control, sentimiento de culpa, vulnerabilidad, inadaptación… Todas estas condiciones psicológicas se pueden dar de forma mantenida o puntual, en algunos momentos del día o ante determinadas situaciones o vivencias.

A veces, para determinar esta situación y observar las variaciones de tensión a lo largo del día y ante distintas situaciones puede venir muy bien realizar un control con el Holter, que es un dispositivo electrónico de pequeño tamaño que registra y almacena el electrocardiograma cardiaco del paciente durante al menos 24 horas.

Esto puede ayudar a descubrir una subida de tensión que se produce ante una situación que la persona considera inocua o no relacionada con la misma. Además, orienta sobre cómo la persona hipertensa maneja sus miedos, o sobre los meridianos relacionados con el miedo y la hipertensión, como el del riñón, cuya energía se asocia al agua, la sal y las situaciones estresantes.

Un problema muy extendido y oculto

En España la incidencia de la hipertensión (HTA) en adultos es aproximadamente del 35%, y llega hasta el 40% en edades medias y a más del 60% en los mayores de 60 años. En total, afecta a más de 12 millones de individuos adultos y se considera un problema de salud pública. Afecta también a un 3% de los niños, aunque muchas veces tienen la presión elevada debido al estrés que viven en el consultorio.

El 95% de los casos diagnosticados se clasifican como hipertensión idiopática, o sea, que no se sabe qué la produce. En gran medida se debe al tipo de dieta, la obesidad, la inactividad, el estrés… Se cree que también pueden causarla ciertos ambientes familiares y profesionales, ruidos y amenazas físicas y psicológicas, a veces no aparentes.

La presión aumenta también por factores genéticos, pero puede que estos sean a su vez situaciones familiares de ambientes estresantes, formas de ser familiares heredadas y repetidas en el ambiente familiar.

La hipertensión muchas veces no da síntomas: se detecta al medirla con el aparato de tensión. Por ello es importante preguntar al paciente cómo vive el hecho de tener hipertensión, si sabe qué riesgos corre y cómo puede controlarla.

Está demostrado que muchas de las intervenciones que modifican el estilo de vida y reducen la tensión arterial tienen efectos saludables más amplios: no solo disminuyen el número de ictus y de infartos sino que también mejoran el bienestar de los pacientes.

Medidas básicas para prevenir la hipertensión

En algunos casos puede ser necesaria la medicación, pero a menudo la hipertensión se resuelve con cambios en el estilo de vida:

  • Controlar el peso. Muchos problemas de hipertensión se reducen simplemente perdiendo unos kilos. Cuanto mayor es el peso, el corazón necesita mayor fuerza de impulso para hacer llegar sangre a todos los órganos del cuerpo.
  • Seguir una dieta adecuada, equilibrada. La alimentación vegetariana, con abundantes verduras, frutas y legumbres, y grasas principalmente monoinsaturadas, como las del aceite de oliva, es una gran opción. En general, las dietas vegetarianas contienen más potasio, hidratos de carbono complejos, ácidos grasos esenciales, fibra, calcio, magnesio y vitamina C, y menos grasas saturadas, colesterol e hidratos de carbono refinados.
  • No fumar y no beber o hacerlo con moderación. Uno de los riesgos más importante de la hipertensión son los derrames cerebrales o embolias. Este riesgo aumenta mucho con el hábito de fumar, ya que endurece las arterias.
  • Practicar ejercicio físico con regularidad y disciplinas que favorezcan la conciencia corporal (yoga, taichí, etc.).
  • Reducir el estrés con la ayuda de descanso y técnicas de relajación.
  • Reducir la sal. Muchos de los medicamentos que se recetan para controlar la hipertensión son diuréticos. El aumento de salinidad de la sangre hace retener líquido y eleva la presión arterial.
  • Tomar suplementos de omega-3 y coenzima Q10.

La receta básica para cualquier paciente que padezca hipertensión es modificar su estilo de vida. Esto es lo realmente importante. No solo en el paciente de hipertensión leve, sino también en quien tiene cifras más altas. Precisamente en casos más graves todavía es más evidente la eficacia de los cambios de estilo de vida.

Sin alcohol ni sal

Se ha dicho que el alcohol es un buen vasodilatador y que, por tanto, baja la tensión. Pero su efecto es el contrario, pues la aumenta, como se ha demostrado en todos los estudios. Consumir bebidas alcohólicas fuera de las comidas ejerce un efecto más importante sobre la hipertensión que beber durante una comida, pero lo que realmente funciona para bajarla es no beberlas.

El cociente ideal de potasio/sodio (K/Na) probablemente se acerca más a 5:1. La mayor parte de frutas y legumbres tienen un cociente de K/Na de por lo menos 50:1. Por consiguiente, una forma simple de mejorar el cociente es consumir más frutas y legumbres. Lo que realmente funciona es no solo la supresión total de la sal, sino observar y no tomar alimentos que la contengan en forma de conservante o añadida.

Muévete y relájate para bajar la tensión

A los pacientes que necesitan reducir la tensión arterial se les recomienda practicar ejercicio, que además tiene un efecto favorable sobre el estrés, las concentraciones de lípidos, la diabetes, el peso y otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Se recomienda practicar entre 20 y 60 minutos de algún ejercicio de resistencia 3-5 días por semana, con un consumo de oxígeno máximo del 50 al 85%.

El taichí también ha demostrado su eficacia para disminuir la tensión arterial. La relajación, la meditación, las respiraciones profundas, el yoga, los ejercicios de relajación muscular progresiva, el entrenamiento autógeno, la imaginación dirigida, la hipnosis y el control del estrés tienen un efecto moderado en la reducción de la tensión arterial.

No se conocen bien los mecanismos subyacentes a estos métodos. Parece que la respiración lenta que se desencadena recitando un mantra o con la respiración rítmica ejerce un impacto en los mecanismos de control cardiovasculares.

Los efectos de llevar un estilo de vida que combate la tensión arterial

En un análisis reciente se ha demostrado la utilidad de diferentes intervenciones en la disminución de los valores de presión arterial.

  • De promedio, realizar ejercicio aeróbico de manera regular disminuye 4,6 mmHg la presión arterial.
  • Eliminar el consumo de alcohol la disminuye 3,8 mmHg.
  • Restringir el consumo de sal, 3,6 mmHg.

Se puede controlar la tensión al levantarse o después de hacer una relajación y observar diferencias. Si existen, entonces se puede realizar un Holter –una toma de tensión durante todo un día– para ver qué influencias ambientales pueden estar modificando la tensión.

El tratamiento médico con diuréticos es el más utilizado para tratar a la mayoría de los pacientes con hipertensión no complicada. Si no se controla, se suelen utilizar otros. Es importante leer los efectos secundarios de los productos, observarse y comentarlos con el médico para llegar a una buena compresión de la acción del medicamento. También hay que considerar la posibilidad de suprimirlos si con otros factores se controla bien la tensión.

Tres remedios naturales

El ajo, el majuelo o espino albar y las hojas de olivo se han empleado tradicionalmente para tratar la hipertensión.

  1. Ajo (Allium sativum). Se recomienda tomar de media dos dientes de ajo crudo al día, como condimento culinario para que resulte más agradable. Solo hay que tener cuidado con sus efectos adversos, que, aparte de su efecto en el aliento, pueden consistir en sudoraciones y mareos, irritación de la boca, el esófago y el estómago, náuseas y vómitos. Las reacciones alérgicas son infrecuentes, pero el ajo aumenta el riesgo de hemorragia si se toma con anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios.
  2. El espino blanco o espino albar (Crataegus monogyna) es utilizado ampliamente por los médicos para el tratamiento de la hipertensión, la angina de pecho, las arritmias y la insuficiencia cardiaca congestiva. Aunque se considera un tónico cardiovascular, su efecto hipotensivo es leve. Se suele combinar con hoja de diente de león y valeriana. La dosis de la hoja de majuelo con flor es, por lo general, de 2 a 3,5 g/día en una infusión o tisana, o la dosis equivalente en tintura.
  3. Hojas de olivo. Entre sus compuestos, la oleoeuropeína le otorga propiedades antihipertensivas por su efecto vasodilatador periférico, espasmolíticas, coronariodilatadoras y antiarrítmicas. Los flavonoides, triterpenos y sales potásicas producen un efecto diurético. Para la infusión de las hojas si es posible se eligen los brotes nuevos o renuevos del olivo. Se prepara una cucharada sopera por taza y se infunde diez minutos. Se toman tres o más tazas al día antes de las comidas.

En cambio, algunas plantas contraindicadas en la hipertensión son el tabaco, el regaliz, la efedra, el café y el ginseng, que pueden elevar la tensión arterial.

Tratamientos complementarios

La acupuntura es de utilidad en el tratamiento de la hipertensión leve y la de inicio reciente en virtud de sus propiedades para equilibrar el organismo. Se recomiendan de ocho a diez sesiones durante un periodo de dos meses para determinar si la hipertensión responde a la acupuntura.

De acuerdo con los principios homeopáticos, la hipertensión refleja el estado global de salud del individuo y, por lo tanto, es susceptible de tratamiento. La eficacia de la homeopatía depende de la edad de la persona y de la duración de la enfermedad. Un remedio general inespecífico seleccionado por un terapeuta experimentado constituye la forma más apropiada de tratar la hipertensión.

En ocasiones se utilizan los siguientes medicamentos homeopáticos:

  • Se emplea Argentum nitricum cuando la tensión arterial aumenta con la ansiedad y el nerviosismo.
  • A veces está indicado Aurum metallicum en personas serias que están centradas en la profesión y los logros.
  • A menudo es de utilidad Calcarea carbonica en personas con hipertensión arterial que se cansan fácilmente y que tienen una resistencia deficiente.