La propia naturaleza, a través de un amplio abanico de especies vegetales, brinda soluciones acaso menos contundentes, pero más respetuosas con el medio ambiente y más seguras, al estar libres de sus efectos tóxicos.

Además de colgar ramilletes, se pueden colocar macetas con plantas repelentes en los alféizares y el balcón, distribuir quemadores y ambientadores por la casa, o fabricar saquitos rellenos de plantas impregnadas de aceites esenciales y guardarlos en los armarios.

A estas medidas se pueden sumar otras preventivas, como evitar la ropa estridente u oscura, o la manga corta y el escote cuando se está en espacios muy proclives a los insectos, procurar no usar perfumes ni desodorantes perfumados y no optar por comidas muy dulces si se vaya a salir al campo.

Son, en suma, soluciones tradicionales que funcionan mejor o peor, como la maceración de ajenjo, que pulverizada es eficaz contra los ácaros, pulgones y hormigas, o la infusión de romero que repele a las garrapatas, o el tiesto de albahaca que ahuyenta a las moscas, o las friegas con hojas de saúco, útiles contra moscas y mosquitos.

Muchas plantas atraen a los insectos a fin de polinizarse, pero algunas también los ahuyentan a través de sus propios mecanismos de defensa. Descubre las más adecuadas y cómo utilizarlas.

Plantas repelentes

Citronela

Esta gramínea (Cymbopogon nardus), originaria de la India y Sri Lanka, ahuyenta sobre todo a mosquitos y abejas. De uno de sus componentes volátiles, el citronelol, se ha derivado uno sintético que se emplea en repelentes comerciales. Para utilizarlo, basta con aplicarse dos o tres gotas del aceite esencial diluido en una cucharilla de aceite vegetal sobre la piel expuesta, cuando cae el atardecer o antes de acostarse; otra solución es diluir unas gotas en un recipiente lleno de agua, empapar un trapo y pasarlo por ciertas partes y rincones de la casa.

Aceite de neem

El neem (Azadirachta indica), un árbol originario de la India y Myanmar, tiene muchos usos en medicina ayurvérdica y en cosmética. De sus semillas y hojas se obtiene un aceite que contiene azadiractina, que interfiere en el ciclo vital de algunos insectos, a los que no destruye pero sí repele y evita su reproducción.

Se recomienda para ahuyentar a tábanos y mosquitos dentro y fuera de casa, contra plagas de piojos y, como alternativa a los plaguicidas químicos, contra las plagas que ocasionan algunos insectos chupadores y escarabajos en las plantas de la terraza.

Se aplica frotando la piel o en pulverizaciones de la infusión, mezclado si se quiere con otros insecticidas naturales. Se encuentra en forma de aceite o las hojas secas para infusión y en productos cosméticos.

Limón

Resulta más o menos eficaz contra la invasión de hormigas, para lo cual se riegan con el zumo los trayectos y accesos que estas usan. Hay quien lo combina con trementina y vinagre. Se puede emplear el zumo de limón sobre la piel como repelente de corta duración, o la esencia en ambientadores y pulverizadores.

Lavanda

Las diferentes lavandas (Lavandula angustifolia, L. latifolia, L. dentata) se han empleado contra los insectos desde la antigüedad. Era costumbre colgar ramilletes en el umbral de la casa o las habitaciones, para evitar su entrada. La lavanda, fresca o seca, es idónea para protegerse de la irrupción de moscas, avispas, abejas y abejorros en el interior y exterior de la casa.

Triturada y con romero, se usa asimismo para ahuyentar a garrapatas y pulgones. Además, por su poder antiséptico y cicatrizante, ofrece buenos remedios para aliviar la picazón cuando no se ha podido evitar la picadura.

Como ahuyentador, se utiliza colgando ramilletes frescos o secos, o quemando una porción en un dispensador de incienso.

La infusión fuerte, con salvia, ruda o tomillo, aplicada en masaje o spray sirve también como repelente para dentro o fuera de casa. Aplicar la infusión en aceite de oliva o bien unas gotas del aceite esencial puro sobre las picaduras, mezclado con aceite de citronela y de jojoba, con la ayuda de un bastoncito de algodón, alivia el dolor y las ronchas.