Dicen de Geeta que se ha ido como una reina, poniendo en lo más alto el yoga Iyengar. Su padre fue BKS Iyengar (Guruji), uno de los yoguis más famosos del siglo XX y posiblemente el mejor embajador del yoga en Occidente.

De él lo aprendió todo. Lo había observado en sus clases desde pequeña y de ahí que con solo 11 años ya fuera capaz de suplirle cuando se ausentaba del aula. En 1962 se consagró como profesora de esta disciplina.

Guruji la había animado a adentrarse en ella a los 18 años, para hacer frente a los graves problemas de salud que sufría. Fueron problemas que capeó hasta el final de sus días. Podría decirse que su dedicación de toda una vida al yoga y sus enseñanzas la ayudaron a mantenerse con vida durante 74 años.

Se ha ido una gran maestra

Geeta S. Iyengar fue reconocida como una gran maestra. Adaptó el famoso método Iyengar de su padre a la salud de las mujeres y sus momentos vitales (menstruación, embarazo, parto, posparto y menopausia). Pero menos conocido es que solo recogió las enseñanzas previas de BKS Iyengar sobre el cuerpo femenino ya que él fue uno de los primeros yoguis que empezaron a enseñar a las mujeres en la India.

Su método se hizo popular en el mundo entero a través del Instituto de Yoga Ramamani Iyengar Memorial (RIMYI) en Pune (India).

Una fiesta para su padre

Era conocido su afán por celebrar el centenario del nacimiento de BKS Iyengar con el protagonismo que se merecía. Lo hizo organizando sesiones de clases especiales para rendir tributo a su memoria. Ella misma las impartió en Pune, aún en plenas facultades, hasta el pasado 14 de diciembre.

Dos días después, el 16 de diciembre, murió. Llevaba toda una vida volcada en proclamar una de las máximas de su padre: “El yoga enseña a curar lo que no podemos aguantar y a aguantar lo que no podemos curar¨.

Una joya para las mujeres

"El yoga tiene un principio pero no un final", dejó escrito en su libro de referencia Yoga para la mujer (Ed. Kairós). En él se ilustran todas las asanas y ejercicios respiratorios de pranayama que se adaptan a etapas femeninas como la menstruación y a problemas como la dismenorrea.

Geeta era una autoridad en la unión del yoga con el Ayurveda. Había estudiado y comprendía las necesidades y la fisiología del cuerpo de la mujer. Esta gurú ha dejado su impronta porque tras ella y el instituto que su padre fundara en 1975 deja un legado internacional de alumnos conmovidos y agradecidos por sus valiosas enseñanzas.

Las mujeres necesitan más el yoga

La práctica del yoga Iyengar nos ayuda a forjar una buena salud, paz mental, equilibrio emocional y claridad intelectual. Por eso quizás esta licenciada en Filosofía decía que las mujeres necesitan el yoga más que los hombres. La razón es que sus responsabilidades son mayores.

La misma perfección que persiguió el padre también la persiguió la hija, han dicho los alumnos de Geeta en las redes sociales. Aunque más como profesora compasiva que como instructora rígida, que es la cualidad atribuida a su maestro, obsesionado en pulir la alineación del cuerpo para descubrir la alineación de la mente, la inteligencia y el sí-mismo.

BKS Iyengar dejó en sus escritos que “la buena salud es la perfecta comunicación entre cada parte del cuerpo y la mente, cuando todas las células se comunican entre sí”. Murió a los 95 años dejando un famoso catálogo de fotos de asanas imposibles.

Los beneficios del yoga Iyengar

Esta es una de las razones por las que en la práctica del yoga Iyengar se utilizan elementos de ayuda como bloques, cinturones y cuerdas. Permiten avanzar correctamente con seguridad y sin posibilidad de lesionarse. Es uno de sus beneficios.

Sin embargo, no fue BKS Iyengar el primero en introducirlos. Sí fue quien los extendió. Hoy día se usan en otros estilos de yoga para hacer ciertas posturas aunque no todos persigan el mismo objetivo: la unión con el absoluto a través de la precisión, la intensidad de la consciencia y el dinamismo.

Foto de Fidel Collado, tomada durante su visita a España en 2002.