Las investigaciones en neurociencia muestran que la música es mucho más que un entretenimiento y tienen una influencia en todo el organismo. Escuchar música forma parte de nuestras vidas, tenemos una playlist personal que nos lleva a esos momentos que han dejado huella, que nos despierta emociones y recuerdos, y nos acaricia y refuerza nuestro ser.

Los estudios científicos han demostrado que cuando escuchamos música se estimulan diferentes partes del cerebro como las que responsables de la memoria, del movimiento y también  del estado de ánimo ya que la música penetra por los oídos y se convierte en impulsos nerviosos cuando llega a nuestro cerebro. Se ha comprobado como la música puede estimular a un bebé antes de nacer o serenar la mente a la persona que está a punto de dejar esta vida.

Jordi A. Jauset, doctor en comunicación, docente e investigador es un gran divulgador de cómo la música interacciona con nuestro cerebro. Es autor del libro "Neuromúsica, cerebro, ciencia y arte" (Pataforma Editorial) y creador del primer máster español en Neuromúsica, y hemos hablado con él para conocer cómo algo tan sutil, puede ser tan poderoso y transformador como para cambiar nuestras vidas.

La música interviene en nuestro desarrollo

-En su libro dice que ahora todo es “neuro”¿Cómo surge la palabra neuromúsica?

-“Neuromúsica” surge considerando que la música es el resultado de una percepción cerebral. Aunque este término no ha sido aún definido por la Real Academia Española (RAE), creo que tiene sentido, pues nos hace ser más conscientes de los procesos cerebrales que intervienen en la experimentación de la “música”.

-¿La música es esencial para el cerebro?

-La música es una parte integral de la experiencia humana, y hoy en día, se sabe que su importancia va más allá del mero entretenimiento. Nuestro cerebro está cableado para responder y procesar la música, lo que sugiere que tiene un papel fundamental en nuestro desarrollo cognitivo, emocional y social.

La materia prima de la música es el sonido y nuestro sistema auditivo está preparado para detectar las vibraciones acústicas sonoras, posiblemente, por razones de supervivencia. En definitiva, que seamos capaces de experimentar lo que denominamos “música”, sus sensaciones, incluyendo el placer musical, activando áreas subcorticales ancestrales, nos lleva a pensar que biológicamente, somos seres musicales.

-¿Podríamos vivir sin música?

-La música, efectivamente, no es imprescindible para vivir, pero su ausencia limitaría nuestra capacidad para experimentar y expresar el mundo que nos rodea,  y posiblemente sería más aburrido. Además, escuchar música “engancha”.

-Ahora que se habla tanto de los estímulos constantes, de la “generación dopamina”, ¿podemos decir que esa dopamina que produce la música es más saludable?

-La dopamina es un neurotransmisor asociado con el placer, la recompensa y la motivación, y se libera, entre otros, durante la escucha musical de nuestra música preferida contribuyendo a una sensación de placer y bienestar. No creo que pueda diferenciarse entre dopamina buena o mala, más bien, deben considerarse los efectos adictivos que sus niveles liberados puedan provocar.

Como ocurre con cualquier estímulo que desencadene la liberación de dopamina, es importante mantener un equilibrio y evitar su consumo excesivo. Una adicción nunca es deseable, aunque sea a la música, pues nos priva de libertad. Hay que saber utilizarla, disfrutar con ella y obtener provecho de sus beneficios.

La música cambia los genes

-¿Qué cambios se producen en el cerebro cuando escuchamos música?

-La escucha musical, aparentemente pasiva, es muy dinámica para el cerebro pues activa una gran variedad de áreas. La corteza auditiva procesa la información auditiva básica, como el tono, la melodía, el timbre y el ritmo, mientras que otras áreas, como el hipotálamo y la amígdala, están implicadas en la respuesta emocional. La música también activa el sistema de recompensa del cerebro, liberando neurotransmisores como la dopamina y endorfinas, que contribuyen a la sensación de placer y bienestar.

Puede ocurrir, debido a la conectividad entre diferentes regiones cerebrales, que mientras escuchamos música recordemos determinadas vivencias, y se activen áreas relacionadas con las imágenes, con las áreas motoras y con otros sentidos, como el olfato.  

Durante la escucha musical, se pueden observar cambios en la actividad cardíaca, la respiración, la presión arterial, la resistividad de la piel, la actividad muscular… Por ejemplo, la música considerada como relajante puede disminuir el ritmo cardíaco y la presión arterial, mientras que la música enérgica puede aumentar la frecuencia cardíaca y mejorar la circulación sanguínea. Todo es consecuencia de los múltiples mecanismos involucrados en el proceso de percepción musical.

-La música incluso cambia los genes, nos dice en su libro…

-En efecto, la música puede modular la expresión génica y eso implica que tiene el potencial de influir en una variedad de procesos biológicos. La relación entre la música y los genes es un campo emergente de investigación conocido como epigenética musical. En realidad, no es que cambie los genes a nivel estructural, pero sí cómo se expresan.  De los, aproximadamente 30.000 genes conocidos que tenemos en el ADN, muchos de ellos no están expresados, pero pueden hacerlo por estímulos o mecanismos epigenéticos.

Determinados estudios pioneros al respecto muestran que la escucha musical puede influir en la expresión de genes relacionados con la respuesta al estrés, la inflamación y la plasticidad neuronal. Estos hallazgos de suma importancia, dejan las puertas abiertas a un campo apasionante de investigación. ¿Tan poderosa es la música que nos afecta en lo más íntimo como son nuestros genes? Parece que así es…

-La respuesta a una canción es individual, dice en su libro. Pero ¿se conoce algún tipo de música en especial que ayude de forma clara a la salud mental? ¿Para dormir, concentrarse, generar emociones positivas?

-Los científicos afirman que no hay 2 cerebros iguales (ni estructuralmente ni funcionalmente) ni siquiera en los gemelos. Sin embargo, en términos generales la música considerada relajante, al menos en occidente, es beneficiosa para reducir el estrés y promover la relajación. La música con un tempo más rápido y ritmos enérgicos, nos dinamiza y activa fisiológicamente y puede mejorar el estado de ánimo.

Para la concentración, hay quien lo hace con música rock e incluso jazz, otros prefieren música clásica (Mozart, Hadyn,…), otros blues, pero instrumentalmente, sin parte lírica pues esta afecta a más áreas cerebrales que entorpecen el proceso de concentración.

Para conciliar el sueño, el consejo más prudente es la escucha de música que apacigüe nuestras constantes fisiológicas, como puede ser la melódica, armoniosa (puede ser con letra) pero de tempo lento.

Y…no nos olvidemos del silencio. No todo es música y en ocasiones el silencio, que también forma parte de la música, puede ayudarnos a concentrarnos, a dormir...

Música para tratar enfermedades

-La música tiene un papel terapéutico en hospitales. ¿Cómo actúa, por ejemplo, sobre el dolor?

-Existen muchas aplicaciones de la música, como herramienta terapéutica para mejorar la calidad de vida, que es imposible detallar en unas pocas líneas. Son los profesionales musicoterapeutas quienes están capacitados para un uso correcto de la misma, bajo supervisión médica.

Como bien cita, una de las propiedades de la música es la disminución de la percepción de dolor, de lo cual existe evidencia científica. Ello conduce a que el paciente requiera de menos dosis de fármacos y/o incluso que su estancia en el centro hospitalario se reduzca. Recuerdo que, en el año 2015, Pere Berbel, médico anestesista de la Mútua de Terrasa, defendió su tesis doctoral sobre el uso de la música versus Diazepam, para disminuir la ansiedad preoperatoria, obteniendo resultados similares en ambos casos. Existe abundante bibliografía al respecto.

-También cuenta que es cuestión de frecuencias y habla de sus efectos sobre enfermedades como el alzhéimer.

Hace unos años, me llamó la atención el uso de una frecuencia en concreto que tenía efectos casi sorprendentes en personas con problemas neurológicos que afectaban a su movilidad, según observaciones del investigador noruego Olav Skill.

Actualmente, hay investigaciones científicas de la dra. LI-Huei Tsai y su equipo (MIT), por ejemplo,   en torno a los efectos de una frecuencia, utilizada con estímulos visuales, auditivos y vibratorios, con importantes conclusiones. La más espectacular es su incidencia en la disolución de las placas beta amiloide, una de las posibles causas del Alzheimer. Su laboratorio ha diseñado un dispositivo, que se espera comercializar en los próximos meses después de superar la última fase clínica, con estímulos luminosos y auditivos a dicha frecuencia, como complemento al tratamiento farmacológico convencional para las personas con Alzheimer.

Música en la vida diaria

-Ponerse los cascos y salir a correr o hacer ejercicio… ¿qué aporta esta combinación?

-Es una combinación muy potente pues de alguna forma se suman o potencian los efectos de cada actividad por separado. Ambas contribuyen, por ejemplo, a la segregación o liberación de mayores niveles de factores neurotróficos (BDNF), lo cual beneficia las conexiones sinápticas y, especialmente a la memoria.

La estimulación cardiovascular, debida al movimiento, con todos sus beneficios, se potencia con la escucha musical, entre otros, porque nos facilitará la ejecución de la actividad física, al aumentar nuestra motivación. Es fácil observarlo en aquellos días que se interpone la pereza, pero colocándonos los auriculares con nuestra música preferida, sin darnos cuenta, ya estaremos corriendo. Adicionalmente, observaremos que la percepción de esfuerzo y el cansancio disminuyen y la sincronización “automática” del movimiento con el ritmo musical mejorará la eficiencia (se consume menos oxígeno con el mismo esfuerzo) así como la coordinación motora.

En definitiva, la música puede potenciar los efectos positivos del ejercicio, promoviendo una experiencia más placentera y satisfactoria.

-Y cuando combinas música con baile, dice que es lo más para el cerebro ¿qué ocurre en el cerebro cuando bailamos?
-Durante el baile, se integra la información auditiva con los patrones de movimiento, para sincronizarse con la música y reaccionar a los cambios de ritmo y melodía.  Y, para ello intervienen varias funciones sensoriales: la visuoespacial (aporta información sobre el entorno) y la propioceptiva (que nos da información de la posición del cuerpo en el espacio). Para ello existen una gran cantidad de receptores nerviosos que se encuentran en los músculos y articulaciones y que envían información al cerebro, consiguiendo generar así el esquema corporal.

Bailar con música favorece la neuroplasticidad, fortaleciendo las conexiones sinápticas, pero no únicamente las relativas al movimiento sino también a la memoria, a corto y largo plazo, pues hay que recordar las secuencias de los movimientos aprendidos y practicados.

Por esta estimulación, es por lo que se recomienda a personas con Parkinson, con el fin de que, al margen de mejorar la movilidad y el equilibrio, también se beneficie la memoria. Eso sí, con movimientos simples, sencillos y totalmente adaptados a las posibilidades de la persona en cuestión.

- En su libro cuenta cómo el metabolismo celular puede influir en la regulación de la generación de nuevas neuronas. ¿La música también influiría en el metabolismo?

Dado que la música es el resultado de un proceso cerebral con la intervención de sistemas neuronales, con implicación en procesos inmunitarios y hormonales, es obvio que de manera indirecta pueda modular la actividad metabólica. Entre otros, al influir en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que a su vez puede afectar el metabolismo. Además, cómo influye en el estado de ánimo y el estrés, en consecuencia, es otra vía de afectación indirecta sobre el metabolismo.