Dentro de la mitología griega, Hermes destaca por ser un dios especialmente versátil, si bien no siempre ejemplar en su comportamiento.

origen del dios Hermes

En origen, parece ser que Hermes estuvo relacionado con el mundo pastoril, aunque no tardó en ser asociado con la cofradía de los ladrones. Nada extraño si se tiene en cuenta que en una sociedad tan marcada por la precariedad como la de la Grecia primitiva, la apropiación del ganado ajeno era vista como una forma de incrementar el patrimonio propio más rápida y efectiva que esperar a que vacas, ovejas o cabras tuvieran descendencia.

Hermes se vio así convertido en patrón de pastores y ladrones, gremios a los que acabaron uniéndose viajeros, peregrinos y comerciantes, gentes que, como los rebaños, se movían de un lugar a otro siguiendo sendas y caminos. En el caso de los comerciantes, además, su actividad no se consideraba en la época tan alejada del engaño y el hurto… 

Por qué Hermes es el mensajero de los dioses

La relación de Hermes con el ganado, pero también con el arte de robar y engañar o con la capacidad de inventar, se hallan ya presentes en un mito que pone de relieve la asombrosa precocidad del dios. Según se narra en él, el mismo día de su nacimiento el hijo de Zeus, el soberano de las divinidades del Olimpo, y de Maya, una de las siete pléyades, abandonó la cueva de Cilene en la que había llegado al mundo para dirigirse a la lejana Tesalia y robar parte del ganado que Apolo, otro de los hijos de Zeus, pastoreaba.

Mientras conducía su botín a un lugar seguro se topó con una tortuga, la vació y, añadiéndole siete cuerdas hechas de tripas de cordero al caparazón, inventó la lira y, con ella, la música. No fue esa la única muestra de inventiva de que hizo gala: impulsado por el hambre, sacrificó un par de las vacas robadas y, para asar su carne, se puso a frotar un par de palos de madera hasta que de ellos surgió una chispa. Había inventado la forma de hacer fuego. 

Hermes regresó entonces a Cilene, donde, envuelto en pañales, se esforzó por mostrarse como un inocente y encantador bebé. Apolo, sin embargo, no se dejó engañar: gracias a sus dotes adivinatorias, sabía que el crío era el ladrón de sus vacas y se dispuso a recuperarlas por las buenas o por las malas. Mas al final ambos hermanos acabaron entendiéndose: a cambio del rebaño, Hermes ofreció a Apolo la lira. Este, por su parte, le enseñó a Hermes el arte de la adivinación y le dio una vara dorada, el caduceo. El hijo de Maya obtuvo así el que sería uno de sus atributos distintivos. Los otros dos, las sandalias aladas que le permitían desplazarse tan rápido como el viento y el pétaso, el sombrero de ala ancha típico de los viajeros, llegarían más tarde, cuando Hermes, por deseo de su padre Zeus, se convirtió en el mensajero de los dioses. 

Hermes y el inframundo

Desde ese momento, la mayoría de mitos en los que aparece Hermes lo muestran cumpliendo esa función de mensajero divino o la no menos importante de conductor de las almas de los fallecidos al inframundo, el tenebroso reino de su tío Hades. No obstante, también los hay que evocan su papel en episodios como la lucha que los dioses sostuvieron contra los gigantes que pretendían asaltar el Olimpo o la creación de la primera mujer, Pandora, a la que, como el resto de olímpicos, confirió una cualidad: un corazón inconstante y dado a la falsedad y la mentira. 

FAMILIA DEL DIOS  Hermes

Otros mitos refieren las aventuras amorosas de Hermes con diosas, ninfas y mujeres con las que tuvo un sinnúmero de hijos. De su relación con la diosa del amor, Afrodita, nació Hermafrodito, un joven tan arrebatadoramente bello que la ninfa Salmacis pidió a los dioses que fusionaran su cuerpo con el de él; de ese modo, Hermafrodito acabó siendo a la vez hombre y mujer.

Con otra ninfa tuvo a Pan, dios de la fertilidad de los campos y los rebaños, inconfundible por sus piernas, cola, cuernos y orejas de macho cabrío, mientras que la princesa Filónide le dio a Autólico, quien heredó de su divino padre la habilidad para embaucar y hacerse con los bienes ajenos sin ser descubierto. A través de este Autólico, Hermes fue el bisabuelo del ingenioso Ulises, el protagonista de la Odisea de Homero. 

OBJETOS RELACIONADOS CON EL DIOS HERMES

A pesar de su carácter engañoso, embaucador e imprevisible, Hermes fue uno de los dioses más estimados del panteón griego, sobre todo por la función que cumplía de mediador entre dioses y humanos y, como tal, dispensador de bienes y de males. No obstante, no hay constancia de ningún templo a él dedicado.

Abundan, en cambio, unos pilares de piedra llamados hermai, coronados por una cabeza masculina, generalmente la del dios, y sus atributos viriles bien visibles en el centro. Estos pilares se levantaban en los caminos, encrucijadas, fronteras, lindes y puertas de ciudades, santuarios y casas particulares para proteger de la acción de las fuerzas malignas a sus habitantes y a los viajeros. Igualmente, a Hermes se dedicaban las Hermeas, unas fiestas que se celebraban por toda la geografía helena y que, evocando la condición de corredor rápido e incansable del dios, consistían en distintas pruebas deportivas, como las carreras a pie, en carro o con antorchas.