En las próximas semanas asistiremos, como cada año, a la temporada alta de los circos con animales.

Aprovechando el tirón de las fechas cercanas a la navidad, multitud de circos comienzan sus rutas por nuestros pueblos y ciudades cargados de animales como principal reclamo para captar la atención de las criaturas.

Resulta incomprensible que aún pretendamos inculcar valores de respeto hacia la naturaleza a nuestros niños y niñas mientras continuamos arrancando animales de su hábitat y encerrándolos en minúsculas jaulas por diversión.

Seguimos hablando de educar en la protección y el respeto hacia los animales sin evolucionar un modelo en el que son cosificados, ridiculizados y privados de la posibilidad de realizar cualquier conducta natural. Un modelo de la dominación que fuerza a los animales a todo tipo de situaciones estresantes contra su voluntad y por la fuerza: atravesar aros de fuego, caminar sobre sus patas traseras, montar en bicicleta... Un modelo que disfraza a los animales y los viste como payasos porque está realmente lejos de cualquier intención pedagógica

Por qué no ir a ver animales al circo

Los circos con animales son a día de hoy un negocio en absoluto conflicto con los valores de nuestro tiempo que se niega a evolucionar y renovarse por pura comodidad.

Pero la sociedad ya no está dispuesta a ponérselo fácil. Prueba de ello son los más de 400 municipios que se han declarado “Libres de circos con animales” en España, impidiendo la instalación de los mismos en su territorio.

Países como Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Hungría, Portugal, Suecia, Croacia, Bosnia Herzegovina, Noruega, Costa Rica, Perú, India, Israel, Singapur, Paraguay y Eslovenia han prohibido el uso de animales salvajes en los circos. Otros como Austria, Bolivia, Grecia y Malta ya han prohibido el uso de cualquier animal en estos espectáculos (sean salvajes o domésticos).

La tendencia es imparable, los circos con animales tienen los días contados. El arte, la creatividad y la magia circense son posibles sin maltratar animales. Y es absolutamente necesario.

Si a pesar de todo el circo con animales llega a tu localidad, te dejo a continuación 6 razones para no comprar ni una sola entrada.

1. ¿Nacer entre barrotes o ser secuestrado de tu hogar?

Son las dos únicas opciones para los animales utilizados en los circos: o nacen en cautividad o son arrancados de su hábitat natural por redes ilegales de tráfico de animales.

Muchos proceden de programas de cría en cautividad llevados a cabo por zoológicos o centros de conservación que se convierten así en proveedores de los circos así como de otros zoológicos. Estos animales jamás conocerán su medio natural y lo único que conocerán en su vida serán entornos artificiales, camiones de transporte y jaulas de las que solo saldrán para ser duramente entrenados.

Otros proceden del tráfico ilegal de animales, un negocio que según según la Wildlife Conservation Society mueve 6 billones de dólares anualmente.

Algunas especies en peligro de extinción se encuentran protegidas por el convenio CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), lo que ha llevado a numerosos circos a ver confiscados a sus animales por no cumplir con la normativa tras investigaciones policiales.

2. Viajes interminables en condiciones deplorables

Los animales de los circos son transportados continuamente, padeciendo largos viajes encerrados en vagones que raramente cumplen unas condiciones mínimas para su bienestar.

Espacios estrechos, insalubres y que en ocasiones alcanzan temperaturas extremas frente a las que los animales se encuentran completamente desprotegidos.

Muchos de ellos mueren durante el transporte por no poder soportar las condiciones a las que son sometidos.

3. Castigo, crueldad y malos tratos

Los animales en los circos son habitualmente “entrenados” con látigos, descargas eléctricas, bozales, ganchos, punzones y todo tipo de herramientas diseñadas para inmovilizarlos, provocarles dolor y forzarlos a realizar conductas completamente que de ningún modo llevarían a cabo en su entorno natural.

Numerosas investigaciones han revelado cómo los métodos utilizados distan mucho del refuerzo positivo con el que suelen defenderse desde esta industria cuando sus prácticas son denunciadas.

4. Humillados contra su naturaleza

Los números circenses con animales se caracterizan bien por ridiculizar a los animales, bien por exponerlos a situaciones que van completamente en contra de su naturaleza, como forma de poner en valor el “talento” de los entrenadores.

Así, encontramos animales como grandes felinos obligados a atravesar aros de fuego, elefantes forzados a sostener todo el peso de su cuerpo sobre sus patas traseras u osos montando en bicicleta. Situaciones incomprensibles y tremendamente estresantes para los animales que son, en muchos casos, incluso peligrosas para su integridad física.

5. Neurosis debido al cautiverio

Los animales en los circos viven una vida de privaciones. Encerrados en jaulas, sin ningún estímulo, sin espacio suficiente para ejercitarse, sin posibilidad de llevar a cabo comportamientos propios de su especie ni de establecer vínculos sociales con sus iguales.

El estrés del confinamiento hace que muchos de estos animales sufran trastornos mentales, mostrando comportamientos obsesivos y conductas repetitivas.

Los animales en los circos se vuelven literalmente locos.

6. Peligro público

Los circos con animales suponen, además de un claro maltrato hacia los animales, también un peligro para la ciudadanía.

Sus instalaciones suelen encontrarse siempre muy cerca de o en los propios núcleos urbanos y son numerosos los casos en los que tanto trabajadores como personas del público han resultado heridas o muertas debido al ataque de animales salvajes que han conseguido escapar de sus jaulas.

Los circos con animales no tienen cabida en una sociedad que busque fomentar el respeto hacia la naturaleza ni la educación en valores para la convivencia. Afortunadamente, cada vez hay más alternativas en las que podemos disfrutar de todo el encanto del espectáculo sin necesidad de utilizar animales. Infórmate siempre antes de acudir al circo para elegir responsablemente.

Queremos circo, sí, pero sin animales. Porque los animales no son payasos.