Nuestro entorno está plagado de tecnología que nos somete a radiaciones las 24 horas del día. Estamos expuestos a las bajas frecuencias de tendidos, subestaciones y transformadores eléctricos, de las líneas ferroviarias, de electrodomésticos de uso cotidiano y del cableado eléctrico del hogar.

Y padecemos además las altas frecuencias (las radiofrecuencias, y dentro de estas, las microondas, de 300 MHz a 300 GHz), producto del boom de las telecomunicaciones y de la tecnología digital: antenas de televisión, radio y de telefonía, wifi, móviles, bluetooth...

Hasta 25.000 publicaciones científicas hay en la actualidad sobre toda esta contaminación electromagnética, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de las investigaciones no dan lugar a dudas: los campos electromagnéticos –de altas y bajas frecuencias– alteran la biología de las personas y de los animales.

Cómo afecta la contaminación electromagnética a la salud

El problema es que los síntomas son muy comunes y pasan casi inadvertidos: mareos, fatiga, dolor de cabeza, picor de piel o de ojos, ansiedad, depresión, pérdida de concentración o de memoria, trastornos del sueño, problemas digestivos, eccemas, sequedad de las vías respiratorias, alergias...

Ningún aparato debería estar encendido en el dormitorio, y menos cerca del cabecero

Este ambiente agresivo va deteriorando la capacidad de respuesta del organismo para defenderse y abre la puerta a enfermedades graves: cáncer, leucemia, Alzheimer, alteraciones importantes del sistema nervioso e inmunitario...

Qué podemos hacer en casa para reducir nuestra exposición

Luchar contra las bajas frecuencias de estaciones eléctricas y transformadores o contra las altas frecuencias de las antenas de telefonía móvil cercanas de casa puede parecer una tarea hercúlea, pero no es una batalla perdida.

La mejor solución pasa por dirigirse a asociaciones que apoyen esa lucha, como Ecologistas en Acción o la Fundación Vivo Sano. En algunos casos se puede exigir a las empresas el apantallamiento con láminas ferromagnéticas. Pero, además, hay cosas que podemos hacer en el hogar.

  • Pequeños electrodomésticos. El radio despertador dificulta el descanso nocturno porque incorpora un transformador y un motor que generan un fuerte campo electromagnético. De hecho, ningún aparato debería estar encendido en el dormitorio, y menos cerca del cabecero, porque interfiere en la reparación celular que realiza el organismo durante el descanso. La máquina de afeitar eléctrica, el secador de pelo, la batidora y los aparatos con motor crean campos muy elevados. La alternativa al secador es el que tiene el motor adosado a la pared, como en los hoteles.
  • Electrodomésticos. En el caso de la secadora y la lavadora, los campos alcanzan tres metros de distancia, por lo que hay que alejarlas de los lugares donde se pasa más tiempo. Con la vitrocerámica y las placas de inducción, una potente radiación se recibe a la altura de la cintura; por ello, las mujeres embarazadas deben ser muy cuidadosas. Los hornos de microondas están obligados a incluir un apantallamiento, pero aun así pueden dejar escapar radiación. Si los usamos, hay que separarse al menos dos metros o incluso salir de la cocina.
  • Tabletas y ordenadores portátiles. Están casi siempre conectados a Internet y hay que mantenerlos alejados del cuerpo, nunca sobre las rodillas o cerca del estómago o de los testículos, ya que propician infertilidad masculina y alteraciones en los ovarios. Las mujeres embarazadas deben ser doblemente prudentes. Lo más seguro es descartar el modo wifi y usar cables tipo Ethernet. En el caso de encenderlo, hay que alejarse al menos dos metros. Los obstáculos como paredes o muebles dificultan la propagación de las altas frecuencias pero no la impiden.

Hay que mantener alejados del cuerpo móviles, tabletas y portátiles, nunca colocarlos sobre las rodillas

  • Pantallas e iluminación. Los televisores de pantalla plana generan campos más bajos que los de tubo, pero aun así conviene alejarlos a una distancia mínima de 50 cm. La torre del ordenador debe separarse un metro de la silla. En cuanto a la iluminación, las bombillas halógenas con transformador no toroidal o los fluorescentes con reactancia y transformador generan radiaciones fuertes y no se deben usar como lámparas de pie o mesa.
  • Dispositivos electrónicos. Los niños no deberían usar el móvil ni tampoco nosotros si ellos están cerca, porque absorben un 50% más de radiación y las microondas penetran en el cerebro con más facilidad. Los teléfonos inalámbricos con tecnología DECT también funcionan con microondas. Bajo ningún concepto deben colocarse cámaras o aparatos de vigilancia DECT junto a la cuna, pues el organismo de los pequeños es máscontami sensible a estas radiaciones.
  • Cableado eléctrico. La cometida eléctrica hay que situarla bajo tierra, no en la superficie ni en el tejado. Los cables, regletas y prolongadores que usemos deben estar apantallados y evitaremos situar el cabecero de la cama cerca de una instalación eléctrica o un enchufe. Las paredes donde se apoyan las camas deberían estar libres de cables. Igualmente, debemos descartar los nuevos contadores digitales, ya que su tecnología de modulación de frecuencia no ha demostrado ser completamente segura.