Los relatos de la tradición oral contienen sueños y anhelos que intentan reinterpretar la realidad, a veces reconducirla.

Los estudiosos han diferenciado el cuento y la leyenda en un sentido etimológico: lo que es contado y lo que es leído; en esta ocasión huiremos de estas y otras clasificaciones y análisis para adentrarnos desnudos en el fascinante mundo de la leyenda, utilizando en lo posible los mismos lenguajes que han servido para recordar las viejas historias desde tiempo inmemorial.

A través del cuento el hombre vive aventuras y resuelve enigmas, se convierte en héroe, se enfrenta al amor y a la muerte y aprende a reconocerlos. Frente a la realidad única, lineal, tangible y excluyente en la que trata de instalarse nuestra racionalidad, podemos escoger, vivenciar y recorrer historias que se abren de par en par a mundos distintos y que representan verdades alternativas por el mero hecho de ser invocadas.

Pero también el cuento ha sido vehículo de transmisión de sabiduría en su más pura esencia y en todas las tradiciones hay buenas muestras. Entre los sufís se dice que estos relatos pueden interpretarse a distintos niveles, pues tienen la capacidad de transformar los mismos fundamentos de la conciencia humana y liberarnos de prejuicios o ponemos en contacto con la realidad y la esencia de las cosas.

Cuentos, haikus y sabiduría

Particularmente interesantes en este contexto resultan las historias atribuidas al inefable Mulá Nasrudín, todo un compendio de sabiduría y humor. En una de ellas, unos religiosos preocupados por las formas y la corrección del protocolo, preguntan a Nasrudín:

-Maestro, durante un funeral, ¿hay que caminar delante o detrás del ataúd?
-Da lo mismo
-contesta Nasrudín-. Lo importante es no estar adentro.

Mucho más sutil, el viejo haiku oriental señala de nuevo, mediante un cuento o poema minimalista, la futilidad de las normas y los preceptos:

"Un ratón roba comida en el altar de Buda. Llueven pétalos de crisantemo sobre su cabeza."

Podríamos contar por miles las narraciones de todos los pueblos, tan solo considerando fábulas morales y cuentos de sabiduría. Pero el universo del cuento es infinitamente más amplio.

Mitos irlandeses: la historia de Deirdré

Muchos relatos tradicionales, independientemente de que se hayan transmitido en prosa, verso o canción, entran de lleno en el terreno de la poesía por su conmovedora belleza y porque celebran el triunfo del amor, de la justicia o la vida, frente al sufrimiento y la adversidad.

Algunos de los más hermosos ejemplos los encontramos en la legendaria tierra de Irlanda, en la que siguiendo la vieja costumbre indoeuropea existían cantores y cuentistas ambulantes que traían y llevaban la historia y la mitología, la memoria colectiva que conservaban y avivaban en cada una de sus actuaciones.

Así cantaron durante siglos la Historia de Deirdré; heroína nacional en la que se ha pretendido ver una personificación de la propia Eire:

Los guerreros celebran una fiesta en la casa de Feidhlimidh, un famoso recitador de historias. Su mujer está a punto de parir y, al cruzar la sala, el bebé que lleva dentro profiere un gran grito que todos escuchan sobresaltados.
Este hecho inaudito es interpretado por el druida Cathbad, quien canta un poema profético que presagia el nacimiento de Deirdré, una mujer cuya indescriptible belleza traerá muchas desgracias y peleas en el reino.
Cuando nace Deirdré, los hombres asustados quieren matarla, pero el rey Conchabar la acoge bajo su protección y la cría sin permitir que nadie la vea, pues abriga el secreto deseo de casarse con ella cuando alcance la edad oportuna.
Pasan los años y Deirdré se convierte en la joven más dulce y hermosa que jamás se hubiera visto y permanece escondida del mundo hasta que un día de invierno, asomada a la ventana, ve un cuervo que bebe la sangre de un animal herido sobre la nieve.
En ese momento confiesa en un arrebato que solo amará a un hombre que tenga cabellos negros como el cuervo, mejillas rojas como la sangre y el cuerpo blanco como la nieve.

Leborcham, la nodriza, le cuenta que conoce a un hombre así; se trata de un joven y apuesto guerrero llamado Noisé que vive en las cercanías.
A partir de aquí el destino parece confabularse con la profecía y Deirdré huye para encontrarse con su amado.
Ante las dudas de este, Deirdré se abalanza sobre él y le agarra de las orejas: -La vergüenza y la burla caigan sobre ellas si no me llevas contigo -le dice.
Comienza así una larga huida en la que los amantes se refugian en los bosques y en otros reinos, perseguidos siempre por el rey Conchabar.
Una vez en Escocia el rey de este país se enamora también perdidamente de Deirdré y escapan entonces a una isla perdida en el mar.
El rey Conchabar accede al fin a su regreso prometiéndoles que les acogerá bajo su protección. Pero se trata de una artera trampa y Deirdré será apresada mientras asesinan a Noisé y sus compañeros.
Durante el año siguiente Deirdré no sonrió ni una sola vez, apenas comió, bebió o durmió. Por mucho que el rey se esforzara en traerle los mejores manjares, músicos y juglares; ella siempre los rechazaba con la misma canción: "Cada vez que Noisé preparaba la comida en una simple hoguera en el medio de un llano, en un claro del bosque, me resultaba más dulce que cualquier alimento aderezado con miel."
Harto de no poder obtener su amor, Conchobar le pregunta un día a quién odiaba más en el mundo y sin dudarlo la hermosa Deirdré responde que a Eoghan, el asesino de su amado.
El rey le anuncia que la enviará a vivir con Eoghan y Deirdré se quita la vida arrojándose contra una piedra afilada.

Aunque en este punto existen distintas versiones, los relatos orales más arcaicos concluyen que Conchobar ordenó que Deirdré y Noisé no fueran enterrados en la misma sepultura como pedía el pueblo, sino separados a ambos lados de un arroyo. Pero los paisanos habían plantado sendas estacas de tejo para señalar las tumbas y las estacas arraigaron.

Los tejos se encontraron finalmente entrelazando firmemente sus ramas y, aunque Conchobar mandó que fueran talados, las gentes del Ulster no lo permitieron y protegieron los árboles hasta la muerte del rey.

Símbolo de tradición e identidad

Quizá perdimos la raíz que nos hermanabaa la tribu y a la Tierra precisamente cuando dejamos de escuchar las historias de antaño. Pues en gran medida eran el mito y su transmisión los mecanismos que servían para aglutinar y transmitir la memoria, las viejas costumbres y el significado de la vida propio de cada pueblo.

Efectivamente, una de las funciones primordiales de los cuentos y leyendas era integrar al individuo y transmitir los mensajes más o menos subliminales que enseñan el modo "correcto" de comportarse en el contexto social o natural, cultivando el sentimiento de identidad y pertenencia que dan cohesión a la tribu, la sociedad, el pa��s y el entorno que nos rodea.

"El país que ya no tenga leyendas está condenado a morir de frío." (Dumezil)

Si el ADN es el vehículo de la transmisión genética, el mito ha constituido uno de los más formidables y eficaces vehículos de transmisión cultural que el hombre haya inventado. La pérdida de esta referencia ha hecho que se tambalearan los mismos principios que garantizaban el equilibrio propio de cada comunidad.

En este sentido, es muy esclarecedor el análisis que hacía Ishi, último superviviente de la tribu de los yahi, exterminada por el empuje de la arrolladora civilización de los saldu (hombres blancos) en California: "Quizá los saldu no estén bien enseñados por sus Ancianos. Quizá hayan olvidado las enseñanzas en su largo viaje por los desiertos." Esta es la única explicación que encuentra Ishi para el comportamiento de unos seres extraordinariamente poderosos pero ignorantes y desarraigados, ya que no saben convivir con su entorno.

Podemos afirmar lo mismo a un nivel individual si consideramos, siguiendo a Robert Graves, que el bagaje de mitos es indispensable para la formación del pensamiento poético y espiritual, para alentar el concepto de lo sagrado.

Historias para abrir y cerrar mundos

Pero no son simplemente las leyendas y cuentos tradicionales lo que hay que transmitir, sino el propio tempo y la atmósfera que las rodea y las hace palpitantes y vivas.

En este sentido también un cuento recién inventado puede albergar la fuerza y sabiduría o transmitir nuevos valores, siempre que la inspiración y escenificación sean adecuadas.

"La palabra no tiene piernas, pero camina", dice un refrán de los bambara (África occidental).

Ciertamente consumimos mitos, cuentos y leyendas al por mayor, a través de medios de comunicación cada vez más diversos. Pero este consumo, a veces compulsivo, tiene poco que ver con el ritual y el tempo en el que nos introduce un cuento contado comme il faut.

En el momento y lugar adecuados, con la inflexión y el tono oportunos, utilizando las formulas y los silencios que abren y cierran el espacio mágico (érase una vez)... El cuento se convierte así en un universo paralelo que afecta a lo más hondo de nuestro ser, y gran parte del secreto que hace a estos sueños más vívidos radica en la propia transmisión. Es este quizá el secreto que abre en un relato un nuevo escenario, palpitante y vivo.

Huaiquimill cuenta las leyendas que había recogido bebiendo de las fuentes tribales americanas, y recalcó la importancia de la forma de contarlas: "Cuando se cuenta una historia en torno a una hoguera, el viento la recoge y la mezcla con la arena y la esparce en las cuatro direcciones, de forma que cualquiera puede recogerla si tiene la capacidad de escucha. Así sopla la voz del viento de los indios aymaras.

Como una semilla, los cuentos quedan latentes en alguna parte y germinarán cuando el sol y la tierra se pongan de acuerdo. Por eso el contador de cuentos debe tener en cuenta que en cada una de las historias que abre y cierra, hay un viaje hacia el infinito y hacia lo más hondo del que cuenta y de quienes escuchan; a cuyo regreso todos son transformados, tarde o temprano, de algún modo.

El círculo abierto

A través del cuento se extienden lazos de comprensión a distintos niveles, el hombre practica el pensamiento mágico y el mundo se construye y se explica desde un punto de vista poético, esencial para compensar y equilibrar el lado racional.

El mito sirve para preservar y cultivar la dimensión sagrada de la memoria, de la Tierra y de todo lo que vive en ella, incluido el hombre. Y este es el primer paso en la educación hacia el respeto y la convivencia.

No hablamos evidentemente de una visión religiosa en la que uno debe creer y conformar su vida al mito. Es todo lo contrario, el cuento nos acerca a la espiritualidad, la magia y la poesía como espacios que muestran el mundo bajo aspectos diferentes y nos permiten interpretar y experimentar de forma sensible, libre y lúdica.

Es al cabo de una vida, o en los momentos de mayor lucidez e inspiración, cuando tomamos conciencia de que la propia vida de una persona, de un pueblo o una nación, es una historia grande o pequeña, como un cuento cuyo guion en parte escribimos.

Al filo de la muerte, la vida es un cuento fugaz y la realidad un simple sueño. La razón se declara impotente para comprender y pierde su razón de ser.

Hasta ese entonces, toda la belleza, la leyenda y la eternidad que hayamos podido vislumbrar en el transcurso de nuestra existencia, serán las únicas posesiones imperecederas, los únicos atisbos de realidad que los hombres podemos alcanzar.

El círculo permanece siempre abierto y nunca ha sido tan importante como hoy recoger y recordar las historias de antaño y vivir otras nuevas, ahondar en las raíces para preservar el futuro. Porque seguramente el día que la humanidad deje de contar y soñar, habrá perdido su lado humano y la propia razón de ser.

75 cuentos cortos para adultos con enseñanza

Lecturas para profundizar

  • El círculo de los mentirosos; Jean-Claude Carrière, Ed. Lumen
  • El mundo de Nasrudín; Idries Sha, Ed. RBA-Integral
  • La vida viene a cuento; J. Soler y M. Conangla, Ed. RBA Integral