La felicidad se encuentra en aquellas pequeñas cosas que nos regala la vida cada día. En una sonrisa, en un abrazo sincero, en una canción, en un sabor olvidado, en un reencuentro casual, en el sol que nos calienta en los días fríos, en el olor de las sábanas limpias por la noche, en un paseo por el bosque o la playa, en una taza de café recién hecho por la mañana o en el mensaje inesperado de un amigo que te pregunta como estás.

La literatura también puede hacernos muy felices, y en particular la poesía, con la capacidad de emocionarnos o hacernos reflexionar tocándonos primero el alma o el corazón. La felicidad es un tema tan poderoso, tan universal, que podemos encontrar muchos poemas célebres sobre la felicidad que nos recuerdan esos pequeños momentos que tanto pueden llegar a llenar el alma. Aquí hemos seleccionado veinte poemas que despiertan sentimientos de felicidad o invitan a reflexionar sobre ella:

Sus historias, sus personajes y sus paisajes tienen el poder de hacernos viajar, de hacernos revivir momentos felices o de construir sueños nuevos en los que inspirarnos. Si escogemos bien nuestras lecturas seremos capaces de serenarnos en los momentos de tormenta emocional, de encontrar respuestas cuando estemos perdidos o de inspirarnos cuando necesitemos un sentido nuevo a nuestra vida. 

Y de entre todos los géneros la poesía es especialmente eficaz para inyectarnos felicidad. Son pequeñas dosis intensas de alegría para tomar a cualquier hora del día, de rápida acción y larga duración y sin efectos secundarios.

Si tomas una dosis cada día por la mañana y por la noche, verás como ves la vida de otro color. Un gran propósito para el nuevo año . 

 

Te proponemos 20 poesías de felicidad de algunos de los autores clásicos más importantes de todos los tiempos. ¡Que seas feliz! 

 

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Oda al día feliz (poema de Pablo Neruda)

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Oda al día feliz (poema de Pablo Neruda)

Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra
el aire canta como una guitarra.

Tú a mi lado en la arena
eres arena,
tú cantas y eres canto,
el mundo
es hoy mi alma,
canto y arena,
el mundo
es hoy tu boca,
dejadme
en tu boca y en la arena
ser feliz,
ser feliz porque si, porque respiro
y porque tú respiras,
ser feliz porque toco
tu rodilla
y es como si tocara
la piel azul del cielo
y su frescura.

Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz.

La felicidad (poema de Manuel Acuña)

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La felicidad (poema de Manuel Acuña)

Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el forestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo 
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!…

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad…!

Canción primaveral (poema de Federico García Lorca)

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Canción primaveral (poema de Federico García Lorca)

I

Salen los niños alegres 
De la escuela, 
Poniendo en el aire tibio 
Del abril, canciones tiernas. 
¡Que alegría tiene el hondo 
Silencio de la calleja! 
Un silencio hecho pedazos 
por risas de plata nueva. 

II 

Voy camino de la tarde 
Entre flores de la huerta, 
Dejando sobre el camino 
El agua de mi tristeza. 
En el monte solitario 
Un cementerio de aldea 
Parece un campo sembrado 
Con granos de calaveras. 
Y han florecido cipreses 
Como gigantes cabezas 
Que con órbitas vacías 
Y verdosas cabelleras 
Pensativos y dolientes 
El horizonte contemplan. 

¡Abril divino, que vienes 
Cargado de sol y esencias 
Llena con nidos de oro 
Las floridas calaveras!

La belleza (poema de Herman Hesse)

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La belleza (poema de Herman Hesse)

La mitad de la belleza depende del paisaje;
y la otra mitad de la persona que la mira…

Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres;
los paraísos más increíbles;
se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas.

Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos;
cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca;
cuando no hay lluvia que supere a su llanto;
ni sol que brille más que su sonrisa…

La belleza no hace feliz al que la posee;
sino a quien puede amarla y adorarla.

Por eso es tan lindo mirarse cuando esos rostros
se convierten en nuestros paisajes favoritos…

Piedritas en la ventana (poema de Mario Benedetti)

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Piedritas en la ventana (poema de Mario Benedetti)

De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana.
Quiere avisarme que está ahí esperando, pero me siento calmo casi diría ecuánime.
Voy a guardar la angustia en un escondite y luego a tenderme cara al techo, que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas.
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas ni cuándo mi historia va a ser computada, quién sabe qué consejos voy a inventar aún y qué atajo hallaré para no seguirlos.
Está bien no jugaré al desahucio, no tatuaré el recuerdo con olvidos, mucho queda por decir y callar y también quedan uvas para llenar la boca.
Está bien me doy por persuadido que la alegría no tire más piedritas, abriré la ventana, abriré la ventana.

La canción del presente (poema de Manuel Machado)

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La canción del presente (poema de Manuel Machado)

No sé odiar, ni amar tampoco.
Y en mi vida inconsecuente,
amo, a veces, como un loco
u odio de un modo insolente.
Pero siempre dura poco
lo que quiero y lo que no…
¡Qué sé yo!
Ni me importa…
Alegre es la vida. Y corta,
pasajera.
Y es absurdo,
y es antipático y zurdo
complicarla
con un ansia de verdad
duradera
y expectante.
¿Luego?...¡Ya!
La verdad será cualquiera.
Lo precioso es el instante
que se va.

Me dijo una tarde (poema de Antonio Machado)

Me dijo una tarde
de la primavera:
Si buscas caminos
en flor en la tierra,
mata tus palabras
y oye tu alma vieja.
Que el mismo albo lino
que te vista sea
tu traje de duelo,
tu traje de fiesta.
Ama tu alegría
y ama tu tristeza,
si buscas caminos
en flor en la tierra.
Respondí a la tarde
de la primavera:

—Tú has dicho el secreto
que en mi alma reza:
yo odio la alegría
por odio a la pena.
Mas antes que pise
tu florida senda,
quisiera traerte
muerta mi alma vieja.

Palabras para Julia (poema de José Agustín Goytosolo)

Tú no puedes volver atrás 
porque la vida ya te empuja 
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir 
con la alegría de los hombres 
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada 
te sentirás perdida o sola 
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán 
que la vida no tiene objeto 
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás 
cómo a pesar de los pesares 
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer 
así tomados, de uno en uno 
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti 
cuando te escribo estas palabras 
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás 
tu futuro es tu propia vida 
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas 
que les ayude tu alegría 
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti 
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes 
junto al camino, nunca digas 
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás 
como a pesar de los pesares 
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección 
y este mundo tal como es 
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte 
nada más pero tú comprende 
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate 
de lo que un día yo escribí 
pensando en ti como ahora pienso.

LXVII (poema de Gustavo Adolfo Bécquer)

Qué hermoso es ver el día
coronado de fuego levantarse,
y a su beso de lumbre
brillar las olas y encenderse el aire!

¡Qué hermoso es tras la lluvia
del triste Otoño en la azulada tarde,
de las húmedas flores
el perfume aspirar hasta saciarse!

¡Qué hermoso es cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse!

¡Qué hermoso es cuando hay sueño
dormir bien… y roncar como un sochantre…
y comer… y engordar… ¡y qué fortuna
que esto sólo no baste!

Placer (poema de Charlotte Brõnte)

El Placer verdadero no se respira en la ciudad,
Ni en los templos donde el Arte habita,
Tampoco en palacios y torres donde
La voz de la Grandeza se agita.

No. Busca dónde la Alta Naturaleza sostiene
Su corte entre majestuosas arboledas,
Donde Ella desata todas sus riquezas,
Moviéndose en fresca belleza;

Dónde miles de aves con las más dulces voces,
Dónde brama la salvaje tormenta
Y miles de arroyos se deslizan suaves,
Allí se forma su concierto poderoso.

Ve hacia donde el bosque envuelto sueña,
Bañado por la pálida luz de la luna,
Hacia la bóveda de ramas que acunan
Los sonidos huecos de la Noche.

Ve hacia donde el inspirado ruiseñor
Arranca vibraciones con su canción,
Hasta que todo el solitario y quieto valle
Suene como una sinfonía circular.

Ve, siéntate en una saliente de la montaña
Y mira el mundo a tu alrededor;
Las colinas y las hondonadas,
El sonido de las quebradas,
El lejano horizonte atado.

Luego mira el amplio cielo sobre tu cabeza,
La inmóvil, profunda bóveda de azul,
El sol que arroja sus rayos dorados,
Las nubes como perlas de azur.

Y mientras tu mirada se pose en esta vasta escena
Tus pensamientos ciertamente viajarán lejos,
Aunque ignotos años deberían atravesar entre
Los veloces y fugaces momentos del Tiempo.

Hacia la edad dónde la Tierra era joven,
Cuando los Padres, grises y viejos,
Alabaron a su Dios con una canción,
Escuchando en silencio su misericordia.

Los verás con sus barbas de nieve,
Con ropas de amplias formas,
Sus vidas pacíficas, flotando gentilmente,
Rara vez sintieron la pasión de la tormenta.

Luego un tranquilo, solemne placer penetrará
En lo más íntimo de tu mente;
En esa delicada aura tu espíritu sentirá
Una nueva y silenciosa suavidad.

En mi jardín avanza un pájaro (poema de Emily Dickinson)

En mi jardín avanza un pájaro
sobre una rueda con rayos-
de música persistente
como un molino vagabundo-

jamás se demora
sobre la rosa madura-
prueba sin posarse
elogia al partir,

cuando probó todos los sabores-
su cabriolé mágico
va a remolinear en lontananzas-
entonces me acerco a mi perro,

y los dos nos preguntamos
si nuestra visión fue real-
o si habríamos soñado el jardín
y esas curiosidades-

¡pero él, por ser más lógico,
señala a mis torpes ojos-
las vibrantes flores!
¡Sutil respuesta!

La felicidad (poema de Juan Ramón Jiménez)

¡Mira la amapola
por el verdeazul!

Y la nube buena
redonda de luz.

¡Mira el chopo alegre
en el verdeazul!

Y el mirlo feliz
con toda la luz.

¡Mira el alma nueva
entre el verdeazul!

Muere lentamente (poema de Martha Medeiros)

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee,
quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días los mismos
trayectos,
quien no cambia de marca,
no se atreve a cambiar el color de su
vestimenta
o bien no conversa con quien no
conoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión y su remolino
de emociones,
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones
destrozados.
Muere lentamente
quien no gira el volante cuando está infeliz
con su trabajo, o su amor,
quien no arriesga lo cierto ni lo incierto para ir
detrás de un sueño
quien no se permite, ni siquiera una vez en su vida,
huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te impidas ser feliz!

XXVI – ¡Aleluya! (poema de Rubén Darío)  

Rosas rosadas y blancas, ramas verdes, 
corolas frescas y frescos 
ramos, ¡Alegría! 
Nidos en los tibios árboles, 
huevos en los tibios nidos, 
dulzura, ¡Alegría! 
El beso de esa muchacha 
rubia, y el de esa morena, 
y el de esa negra, ¡Alegría! 
Y el vientre de esa pequeña 
de quince años, y sus brazos 
armoniosos, ¡Alegría! 
Y el aliento de la selva virgen, 
y el de las vírgenes hembras, 
y las dulces rimas de la Aurora, 
¡Alegría, Alegría, Alegría!

En ti encerré mis horas de alegría (poema de José Martí)

En ti encerré mis horas de alegría
Y de amargo dolor;
Permite al menos que en tus horas deje
Mi alma con mi adiós.
Voy a una casa inmensa en que me han dicho
Que es la vida expirar.
La patria allí me lleva. Por la patria,
Morir es gozar más.

Si yo pudiera morder la tierra toda (poema de Fernando Pessoa)

Si yo pudiera morder la tierra toda
y sentirle el sabor sería más feliz por un momento...
Pero no siempre quiero ser feliz
es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural...
No todo es días de sol
y la lluvia cuando falta mucho, se pide.
Por eso tomo la infelicidad con la felicidad.
Naturalmente como quien no se extraña
con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas...
Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la
infelicidad.
Sentir como quien mira. Pensar como quien anda,
y cuando se ha de morir,
Recordar que el día muere y que el poniente
es bello y es bella la noche que queda.
Así es y así sea.

Posesión de tu nombre (poema de Pedro Salinas)

​Sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad, dentro del pecho.
«Ven»: y tú llegas quedo;
«vete»: y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
(¡Y mis brazos abiertos!)
pero tu cuerpo nunca,
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.

Felicidad (poema de Raymond Carver)

Tan temprano que casi está oscuro todavía.
Me acerco a la ventana con una taza de café
y el atasco de siempre a estas horas de la mañana
en la cabeza.
Veo entonces al chico y a su amigo
calle arriba
repartiendo el periódico.
Llevan gorras y sudaderas,
uno de ellos con una bolsa al hombro.
Son tan felices
que no se dicen nada, estos chicos.
Creo que si pudieran, se cogerían
del brazo.
Es temprano por la mañana
y están haciendo esto juntos.
Se acercan, despacio.
El cielo empieza a cubrirse de luz,
aunque todavía cuelga pálida la luna sobre el agua.
Tanta belleza que, durante un instante,
la muerte o la ambición, incluso el amor,
no tienen cabida aquí.
Felicidad. Llega
de forma inesperada. Y sigue su camino, realmente.
Cualquier madrugada te lo dice.

Camina bella, como la noche... (poema de Lord Byron)

Camina bella, como la noche 
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz 
Resplandece en su aspecto y en sus ojos, 
Enriquecida así por esa tierna luz 
Que el cielo niega al vulgar día. 

Una sombra de más, un rayo de menos,
Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada. 

Y en esa mejilla, y sobre esa frente, 
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan 
Y hablan de días vividos con felicidad. 
Una mente en paz con todo, 
¡Un corazón con inocente amor!