En el vasto tapiz de la vida, me asombra comprobar que cada día es único. Somos tejedores de nuestra existencia, y en mi percepción de lo que significa participar en ella, nuestro estado de salud imprime una notable diferencia.

En cada uno de estos días, tejemos o deshilachamos salud. La perdemos o ganamos durante esas 24 horas en las que transcurrimos. Esas horas que, a modo de lanzadera, crean la trama del tapiz.

Dos arneses principales de nuestro telar definen su diseño básico. Cuanto más importante es uno, menos esencial se vuelve el otro a la hora de tejer nuestro estado de salud. Son nuestro sentido del ser y nuestro modo de estar.

Tenemos muchas herramientas a nuestro alcance para aumentar nuestro "bien-estar", y es cierto que cada vez es más la información y la sensibilidad de las personas para poder elegir las que mejor se adapten a su individualidad.

Pero aunque nos ayudemos de todas estas herramientas externas, asumámoslo: la salud no viene de afuera, se genera en nuestro interior, ese ámbito misterioso donde habita nuestro Ser.

Nuestro Ser es una brújula maravillosa, nuestro guía más fiel. Él custodia nuestro sentido íntimo del vivir y de completar la vida con la muerte. Es nuestra principal fuente de salud; de ahí la importancia de percibir que somos, y no solo que estamos.

Para percibir el Ser no hay que buscar nada especial, más bien ir disolviendo todas las barreras que hemos forjado contra él. Sacarlo a relucir. Todos distinguimos a alguien bello porque está en impecable armonía con su ser esencial.

Por el contrario, un cuerpo "perfecto" generalmente nos parece falto de vida y de sustento emocional. Por eso, solo se trata de "des-cubrir" la belleza de nuestro ser interior y permitir que se manifieste en nuestro cuerpo para disfrutar de una buena salud auténtica y completa.

17 consejos para estar mejor y dar sentido a la vida

Nuestro telar habita en un lugar llamado "ahora", así que no nos queda más remedio que estar muy presentes para poder usarlo y tejer, tejer hasta el útimo de nuestros días, o –quién sabe– quizás también hasta después de estos.

Poner en práctica los siguientes consejos en tu vida diaria hará que poco a poco tu sentido del ser se vaya afinando. Y sobre todo recuerda: si te sientes poco –si cultivas poco el sentido del Ser–, entonces cuídate mucho; lo vas a necesitar.

1. Vive tus estados emocionales plenamente

Son nuestro GPS y nos informan de lo que sucede en nuestro interior.

Siéntete solo, siéntete vulnerable, siente envidia, siente alegría, miedo, tristeza, pero por favor no desconectes… ¡siéntete!

2. Acepta las pérdidas aunque causen dolor

Las pérdidas son nuestras pequeñas muertes maestras, las que nos preparan para una vida y una muerte más maduras.

Nos vuelven humildes y sabios, nos abren el corazón y nos recuerdan que la vida nunca se detiene.

3. No busques respuestas, encuentra preguntas

No caigas en la trampa de la hiperactividad, la dispersión y el consumo para encontrar respuestas a tus ansiedades.

Vive en la incertidumbre de manera sencilla y espera…

4. Cambia la culpa por la responsabilidad

Aprende de los errores y pide perdón si es necesario.

Pero, sobre todo, acepta que estás en continuo aprendizaje. Quiérete por ello.

5. Fracasa, fracasa y vuelve a fracasar

Y luego sonríe y vuelve a empezar.

Envejecerás más lento y serás más sabio.

6. Cultiva la integridad y la autenticidad

Acorta la distancia entre lo que eres y lo que haces (y, sobre todo, invierte tiempo en descubrir quién eres realmente, sin tus condicionantes).

No te juzgues, obsérvate, y ten paciencia.

7. Recuerda que has de morir

Acéptalo sin resignarte. Visualízalo, hazte amigo de esta imagen; solo así te podrás entregar a la gran aventura que es la vida.

Y, por favor, no dejes tu morir en manos de otros.

8. Ante las dificultades, no elijas sufrir

Elige aprender. A pesar del dolor que pueda acompañarte en determinadas circunstancias, sigue presente y ábrete a ellas.

Como todo en la vida, pasará, y si no te resistes –ninguneando tu dolor o eternizando el sufrimiento–, saldrás enriquecido de la experiencia.

9. Respétate, no minimices ni ningunees lo que sientes

Ni permitas que otros lo hagan. Pero trabájate, no te creas fácilmente la historia que te contaste –y te contaron– sobre ti a lo largo de tu vida.

10. Cultiva el silencio y la soledad

En realidad es todo lo que tienes, sepultado bajo un montón de mente ruidosa.

11. Alimenta tu alma con belleza y sabiduría

Es aquello que trasciende la estética y el conocimiento, y que no se capta con la mente, sino con el alma.

Procúrate experiencias de esta naturaleza y deja que te nutran.

12. No solo crezcas como persona, ¡madura!

Está bien que hagas cursos de crecimiento personal, pero no te pases. Algún día tendrás que asumir que eres el protagonista de tu vida, te guste o no.

Así que pon en práctica lo que aprendas, y dosifícate.

13. Celebra la vida con alegría

Si tu pareja no quiere bailar, baila con la vida.

¡Es la mejor pareja!

14. Trasciende al mono que llevas dentro

No lo rechaces, pero no le ofrezcas tu reino interior.

Enséñale cuál es su lugar, con disciplina y con cariño.

Superar nuestro mono es liberarse de las cadenas de los tres mecanismos primarios de supervivencia: el miedo, el deseo y el ansia de dominio.

15. Devuelve a la tierra lo que ella te prestó

¡No esperes a ser polvo! Cuida a tus animales y a tus plantas, trabaja tu propio huerto y come de él: ellos cuidarán de ti también.

Agradece el intercambio y abandona tu mentalidad de explotador. Sé consciente de que caminas sobre el lomo de un gran ser vivo del que formas parte.

16. Trae la meditación a tu vida cotidiana

Medita cada día, pero recuerda que meditar sobre el cojín de tu habitación en una hora de silencio no es más que un experimento de laboratorio controlado.

El gran espacio de meditación está en tu día a día, tu cojín son los otros, todos los otros: los amables, los que nos cuestan, los que nos duelen.

17. Si ayudas a otros, practica la humildad

No creo necesario comentar nada, ¿cierto?