El aliso de mar, que científicamente se denomina Alyssum maritimum o Lobularia maritima, es una planta ornamental que conquista por su aspecto y su perfume. 

Durante los meses cálidos, esta especie forma una alfombra de pequeñas flores blancas que embellecen cualquier rincón del jardín.

Pero no solo es su apariencia la que enamora, su fragancia recuerda al dulce olor de la miel, un aroma suave que atrae polinizadores como abejas y mariposas.

La planta perfecta para muchos lugares

Esta planta de porte bajo y crecimiento tapizante es perfecta para borduras, rocallas, macetas e incluso como relleno entre baldosas para evitar que crezcan malas hierbas en su lugar. 

Su capacidad de expandirse horizontalmente sin invadir de forma agresiva la convierte en una aliada estética y práctica para dar vida a espacios soleados.

Aliso de mar, una planta de larga floración y cuidados mínimos

Una de las mayores ventajas del aliso de mar es su prolongada floración: desde la primavera hasta principios del otoño, esta planta no deja de producir flores.

Eso sí, para mantener este espectáculo floral, necesita un mínimo de seis horas diarias de luz solar directa. Cuanta más luz reciba, más intensa y abundante será su floración.

A pesar de su aspecto delicado, se trata de una planta muy resistente. Una vez bien establecida, tolera la sequía con sorprendente facilidad. Aun así, se desarrolla mejor en suelos moderadamente húmedos y con buen drenaje, especialmente si se quiere fomentar una buena germinación de sus semillas.

Adora el sol pero sobrevive al frío... ¡y vuelve cada año!

Otra razón para enamorarse de esta planta es su capacidad de adaptarse a distintos climas. Puede soportar temperaturas moderadamente bajas, llegando a resistir hasta -5 °C.

En zonas frías, puede secarse durante el invierno, pero eso no significa que haya muerto. Sus semillas quedan latentes en el suelo, esperando la llegada de la primavera para volver a brotar con fuerza.

En climas más suaves, puede comportarse casi como una perenne. Aunque el frío ocasional puede marchitar ligeramente sus hojas, la recuperación es rápida una vez que el tiempo mejora. Por eso, es habitual ver que reverdece con fuerza cuando regresan los días soleados.

Una planta ideal para jardineros sin experiencia

El aliso de mar es especialmente recomendable para quienes se inician en el mundo de la jardinería, pues no requiere de cuidados complicados ni intervenciones constantes.

Basta con plantarla en un lugar con buena exposición solar y un riego moderado durante los primeros días para que se adapte. Después, prácticamente se cuida sola.

Para mantener su aspecto compacto y saludable, puede recortarse ligeramente a mitad de temporada.

Esto estimula una segunda oleada de floración y evita que las plantas se vean desordenadas. Además, eliminar las flores marchitas de forma ocasional puede contribuir a prolongar aún más su floración.

Puedes cultivar tu aliso de mar en macetas y balcones

Aunque es ideal para jardines, la Lobularia maritima también puede cultivarse con éxito en macetas y jardineras.

Su crecimiento denso y su caída natural hacia los bordes le dan un efecto decorativo muy elegante en balcones, terrazas o ventanas. Solo hay que asegurarse de que el recipiente tenga buen drenaje y de colocarla en una zona con abundante sol.

En combinación con otras plantas de temporada, como petunias, lavandas o geranios, aporta un toque de frescura y contraste visual.

Incluso funciona muy bien como planta compañera en huertos urbanos, ya que su aroma también puede ayudar a repeler ciertos insectos no deseados.

Un tesoro que vuelve sin que lo llames

Una de las cualidades más sorprendentes del aliso de mar es su capacidad de autosiembra: cuando termina su ciclo de floración, deja caer pequeñas semillas al suelo. Estas, con la llegada del calor, germinan de forma natural sin necesidad de replantar. Así, cada año la planta vuelve a aparecer como un regalo inesperado pero muy bienvenido.

En definitiva, la Lobularia maritima es una elección excelente si buscas una planta bonita, resistente y con valor ornamental.

Su fragancia dulce, su floración generosa y facilidad de cultivola convierten en una de las joyas más agradecidas del jardín.

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