Todos, sin excepción, hemos tenido días en los que pasamos de sentirnos imparables a cuestionarlo todo. Porque si, como confiesa Mel Robbins, experta en crecimiento personal y autora de La teoría del Let Them se ha sentido así, en su podcast, hasta ella se siente así a veces, es imposible que los demás no lo hagamos. “He tenido últimamente días en los que mi mentalidad ha sido un desastre”, explica la conferenciante, “y eso no te hace débil. Te hace normal”.

El problema, por tanto, no está en sentirnos incapaces de vez en cuando. El asunto es cómo reaccionamos a esa sensación. Muchos creemos que lo que nos falta para conseguir lo que queremos es talento, motivación o medios. Pero según Robbins y el entrenador y corredor de élite Steve Magness, lo que de verdad distingue a quienes logran sus metas de quienes no lo hace es otra cosa. Y es algo que se puede entrenar.

Cuando tu cabeza se convierte en tu peor enemigo

Tanto para Robbis como para Magness, esta es una lección aprendida en primera mano. Lo que determina el éxito o el fracaso de una persona no es el talento, la motivación, ni siquiera los medios son determinantes. Lo que de verdad garantiza que triunfarás en lo que te propones es la fortaleza mental. Y por suerte, es algo que se puede entrenar.

El problema es, precisamente, que cuando carecemos de esta fortaleza mental, nuestra cabeza se convierte en nuestro peor enemigo. Así lo recuerda Magness, entrenador de atletas olímpicos y autor del libro Win the Inside Game, que ha dedicado años a estudiar qué permite rendir al máximo en contexto de alta exigencia. Y su conclusión es que, en todos, absolutamente todos los casos, existe el peligro del autosabotaje.

“La lección que me sorprendió al trabajar con atleta de élite fue que todos nos interponemos en nuestro propio camino”, confiesa el entrenador. “Y todos somos capaces de más, pero dejamos que el miedo, la ansiedad, la duda (esa voz en nuestra cabeza) nos diga: ‘mejor evita esto, deja de hacerlo’”.

Estas emociones seguirán ahí, por desgracia, son inevitables. Pero lo que sí podemos hacer es desarrollar una “mente a prueba de balas” que nos ayude a no derrumbarnos cuando las cosas se complican.

Lo que realmente distingue a los mejores

“No es el talento lo que distingue a los de mejor desempeño”, escribe Robbins en la newsletter en la que presenta su podcast, “y créelo o no, tampoco es motivación. Es fortaleza mental. Es la forma en que aparecen cuando no tienen ganas. Así es como siguen avanzando, incluso cuando todo en ellos quiere abandonar. ¿Y la buena noticia? Esa mentalidad se puede entrenar”.

Su discurso, además de ser motivador, se basa en la evidencia. Durante años, hemos idealizado la fuerza de voluntad como si fuera un superpoder reservado a unos pocos. Sin embargo, Robbins desmonta esta idea. La fuerza mental no es innata, se construye, se desarrolla y se entrena.

Porque tal como la describen ella y su invitado, la fortaleza mental no es forzarse más allá de los límites ni apretar los dientes y seguir cuando duele. Es la capacidad de actuar a pesar del miedo, del cansancio o de las dudas, sin que estas emociones naturales te dominen. Y no, no es un don innato. Es algo que se construye con práctica y autoconciencia.

Así lo expresa Magness, que asegura que “la fortaleza es saber manejar ese colapso” y “aprender a navegar” nuestras emociones. La pregunta que debemos hacernos, por tanto, es “¿cómo entendemos nuestro mundo interior y esas emociones para que no nos sobrepasen?”.

 

Entrenar la mente como un músculo

La fortaleza mental se puede entrenar, buenas noticias. Pero… ¿cómo se entrena esta fuerza? ¿En el gimnasio? Bueno, el entrenador Steve Magness tiene las claves para conseguirlo, y Mel Robbins las valida y aplica en su día a día. Así que merece la pena darles una oportunidad.

Cambia la forma en la que te hablas

El primer paso en el método de Magness es usar el diálogo interno como aliado, y no como enemigo. Para ello, una de las técnicas más eficaces que ha encontrado es el uso de la tercera persona cuando te hables a ti misma, como lo haría un entrenador amable.

Es decir, en lugar de decirte “tengo que avanzar, tengo que hacerlo como sea”, cambias el diálogo interno y te dices: “Vamos, solo tienes que dar el siguiente paso. Ánimo”. Este pequeño cambio, asegura el entrenador de la élite deportiva, crea una distancia emocional y activa una parte más racional de nuestro cerebro.

Entrena tu tolerancia a la incomodidad

Otra manera eficaz de entrenar la fuerza mental es por medio de “exponerte de forma deliberada a pequeños momentos de incomodidad”. Basta con hacer pequeñas cosas, como dejar el móvil en otra habitación y no mirarlo durante una hora, enfrentar una conversación difícil o salir a caminar cuando no te apetece.

Y es que, como explican Robbins y Magness, estas acciones fortalecen el sistema nervioso y nos enseñan que podemos permanecer en la incomodidad sin huir.

Sé constante, no perfecta

Para acabar, es importante comprender que no necesitamos esforzarnos de forma intensa y extrema, sino encontrando un punto en el que la constancia sea sostenible. No se trata de darlo todo un día, se trata de esforzarte un poquito cada día, sin rendirte.

Así lo explica Magness, que segura que cuando observas a los atletas que más destacan en lo suyo “lo que ves es que priorizan la constancia sobre la intensidad. Es decir, no buscan solo ese día mágico en el que todo encaja. Se centran en cómo presentarse día tras día, incluso en los días malos”.

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