A menudo infravaloradas, las polillas no llegan por casualidad ni se limitan a revolotear sin rumbo. Su presencia es un aviso de que ciertas condiciones dentro del hogar les resultan atractivas.

Ya sea en armarios, rincones oscuros o despensas, su visita responde a necesidades muy concretas: alimento, refugio y tranquilidad.

La creencia popular dice que son atraídas por la luz artificial. Y aunque es cierto que algunas especies nocturnas pueden desorientarse por las bombillas, la mayoría de las polillas domésticas entran a las casas buscando algo muy distinto. Aquí es donde entra en juego la verdadera causa de su presencia. Así que en lugar de esperar a tener que ocuparte de eliminar las polillas, descubre qué las atrae y lo podrás prevenir.

Lo que realmente las atrae (y probablemente tienes en casa)

Si tienes ropa guardada durante meses, especialmente de tejidos naturales como lana, algodón o seda, y no la has lavado antes de guardarla, estás ofreciendo un banquete a estos insectos. Las polillas de la ropa no solo buscan el tejido, sino los restos imperceptibles de sudor, perfume o grasa corporal que quedan en las prendas.

En la cocina, la historia se repite. Las polillas alimenticias no vienen atraídas por olores intensos, sino por la facilidad de acceso a productos secos: cereales, harina, arroz, legumbres, frutos secos e incluso comida para mascotas.

Basta una bolsa mal cerrada o una caja de cartón con una grieta para que encuentren el lugar perfecto para poner sus huevos.

Ambientes ideales para polillas: lo que debes vigilar

Más allá del alimento, estas plagas buscan tranquilidad. Les encantan los lugares oscuros, húmedos y poco perturbados.

Cajones del fondo, altillos, armarios que no se abren en meses o la parte trasera de la despensa: todos estos son potenciales nidos si no se revisan con frecuencia.

Lo que significan las polillas: una alerta silenciosa

Ver una polilla de forma ocasional no es necesariamente motivo de alarma. Pero si empiezas a encontrar agujeros en la ropa, hilos sueltos en cojines o pequeños insectos en la alacena, es momento de actuar.

Estos indicios suelen señalar acumulación de polvo, humedad, productos mal almacenados o rincones descuidados.

Las polillas no solo representan un problema estético o una molestia visual. Pueden arruinar prendas, contaminar alimentos y ser portadoras de huevos que generen una infestación mayor si no se detecta a tiempo.

Qué hacer para evitar que entren y se queden

La buena noticia es que con algunas acciones simples puedes mantenerlas lejos. Estos son los puntos clave para proteger tu casa:

  • Limpieza profunda y constante: Aspira alfombras, esquinas, sofás y debajo de los muebles una vez al mes. Lava la ropa antes de almacenarla por largo tiempo, especialmente si es de fibras naturales.
  • Repelentes naturales: Coloca bolsitas con lavanda seca, clavo de olor, cedro o laurel en armarios y cajones. No solo repelen polillas, también dejan un aroma agradable.
  • Revisión y orden: Revisa armarios, altillos y cajones al menos cada tres meses. Saca lo que no uses, sacúdelo, y asegúrate de que nada esté en descomposición o sucio.
  • Envases herméticos: Cambia los paquetes de alimentos por frascos de vidrio o plástico con cierre seguro. Etiqueta y revisa fechas de caducidad. Deshazte de lo que esté vencido.
  • Control de entradas: Asegúrate de que ventanas y puertas cierren bien. Coloca burletes o mosquiteras si vives en zonas con alta presencia de insectos.

El gesto sencillo que puede marcar la diferencia

Un truco sencillo que ayuda a prevenir que entren desde el exterior es colocar una maceta de lavanda cerca de las ventanas.

Su olor actúa como repelente natural y, a diferencia de los insecticidas, no contamina ni daña a otros insectos beneficiosos.

Además, ventilar las estancias cada día, incluso en invierno, y reducir la humedad con deshumidificadores portátiles puede ayudar mucho a cortar su ciclo de reproducción.

La clave: anticiparse

La mejor forma de combatir una plaga es evitar que se instale. Estar atentos a las señales, mantener una higiene constante, sellar bien los alimentos y guardar la ropa lavada puede parecer poco, pero es la diferencia entre un hogar tranquilo y una infestación difícil de eliminar.

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