“No me da la vida”, decimos cuando nos sentamos resollando en la silla de una cafetería, después de haber postergado ese café con las amigas durante meses. Y media hora más tarde, estás otra vez en marcha. “Entre el trabajo, la familia y los mil asuntos pendientes, no encuentro ni un rato para quedar con nadie”, te dices luego a ti misma.

Si no la has escuchado en tus propios labios, lo has hecho en otros cientos. Porque todos hemos pasado alguna vez por un momento en el que sentimos que no tenemos tiempo para ver a nuestros amigos. “Es una frase que escuchamos más de lo que nos gustaría”, explica la psicóloga Olga Albaladejo para Cuerpomente, “pero cuando una relación se queda en el aire, rara vez se trata solo de tiempo. Muchas veces es cansancio acumulado, inseguridad emocional, o el silencio de quien siente que ya ha dado mucho”.

Ya quedaremos

AMIGOS

Le echamos la culpa al tiempo, pero no es culpable de nada. El tiempo se crea, se encuentra y se reserva. Si no das con él para ver a tus amigos, o conoces a alguien que está pasando por esto, es posible que se deba a otros motivos.

La psicóloga Olga Albaladejo, autora de Conjuros de Bien-estar (Lunwerg), señala las siguientes como las más habituales por las que muchas personas no encuentran el momento de quedar con sus amigos.

  • Cansancio extremo. “Después de una semana intensa, lo único que apetece es parar”, nos explica Albaladejo. “Y es legítimo”, continua. El problema es que esa necesidad de descanso puede acabar desplazando “incluso a las personas que más nos reconfortan”, asegura la experta.
  • Vergüenza o inseguridad. Si no lo has vivido, te costará imaginarlo, pero la psicóloga asegura que hay quienes piensan “ya no es lo mismo” o “qué van a pensar si llamo ahora”, tras un largo tiempo sin contacto. “Esto te bloquea”, aclara la experta, y es lo que hace que sigas sin dar el paso.
  • Falsa independencia. La sociedad moderna nos dice, nos insiste hasta la saciedad, en que debemos ser independientes y autónomos. “Nos repetimos que ‘no necesitamos a nadie’”, explica la experta, “cuando en realidad solo estamos desconectados, de los demás y de nosotros mismos”.
  • Esperar a que te llamen. Otro caso habitual, asegura Albaladejo, es aquel en el que nos quedamos eternamente esperando a que el otro llame. En muchos casos, expone, esto sucede “porque sienten que ya han dado demasiado. O porque piensan que, si de verdad importaran, alguien movería ficha”.
  • Falta de iniciativa. “Hay personas que no llaman, pero que se apuntan si las invitas”, agrega también la experta. “Su silencio no es desinterés, es un bloqueo emocional más frecuente de lo que parece.
  • Apatía. Para acabar, destaca la experta, “están quienes sufren una apatía profunda o síntomas depresivos encubiertos. Porque cuando todo cuesta, lo primero que dejamos de hacer es socializar. A veces nos quedamos con los demás porque no conseguimos quedar con nosotros mismos”.

Cuando al otro lado nadie responde

recuperar viejos amigos
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Las explicaciones más usuales han quedado expuestas. El reloj y el calendario no son los culpables de que no des con el tiempo necesario para ver a tus amigos. Encontrar qué te está bloqueando es clave para romper el ciclo. Pero Albaladejo va un paso más allá para lanzarnos una pregunta, ¿qué pasa con aquellos que no llaman porque no tienen a quién llamar?

“La soledad no deseada es otra cara de esta historia”, explica la psicóloga, “esa en la que no es que uno no quede con amigos, es que no los tiene. Y no por elección personal”. El último Informe Mundial de la Felicidad (2025) revela que casi el 17% de los jóvenes adultos afirman no tener a nadie a quien consideren realmente cercano. “La paradonja es que, en la era de las redes sociales y la hiperconexión, muchas personas están completamente solas en lo emocional”, continua la psicóloga. “Esta soledad no solo duele: afecta a la salud física y mental. Eleva el riesgo de ansiedad, depresión, enfermedades cardiovasculares e incluso reduce la esperanza de vida”.

Los datos son alarmantes. Uno de cada cuatro hombres jóvenes estadounidenses asegura sentirse solo gran parte del día. Y en España el aislamiento social no deja de crecer. “Cada vez más personas mayores, y no tan mayores, viven sin una red de apoyo cercano”, nos explica Albaladejo, el aislamiento sostenido no solo duele, enferma”.

La cura para la soledad

Puede que en tu caso no veas a tus amigos por una de las muchas razones que nos ha expuesto la psicóloga, o quizá perteneces a ese grupo que se siente profundamente solo. En cualquier caso, Albaladejo nos asegura que existe un remedio para la soledad.

En el primer caso, recuerda que “no hace falta el plan perfecto”. Basta con escribir un mensaje, que Olga recuerda con gracia, y que veamos en los anuncios de Nescafé: “Tenemos un amor pendiente, pero de momento lo llamaremos café”.

Incluso “una frase, un emoji o una foto tonta”, continua la experta, “pueden ser la chispa” que devuelva la vida a esas amistades olvidadas. “Porque cuando una amistad es real, el reloj se detiene y el vínculo se recompone”.

Nuevas amistades

En caso de que te sientas solo, Albaladejo reconoce que “no siempre es fácil encontrar nuevas amistades en la vida adulta, pero es posible”. Para conseguirlo, nos deja estos consejos.

  • Apúntate a actividades con regularidad. Clases de yoga, senderismo, voluntariado, grupos de lectura, lo que sea. “La repetición crea confianza”, asegura la psicóloga.
  • Recupera amistades antiguas. “A veces solo hay que romper el hielo”, explica la psicóloga, “envía un mensaje corto. Di ‘me acordé de ti’”.
  • Habla con personas con las que convives. Puede ser tu vecino, una madre del colegio, tus compañeros de trabajo. “La amistad empieza con un ‘¿cómo estás?’ sincero”, asegura Albaladejo.
  • Piensa en algo que te gusta hacer y busca a otras personas con las que compartirlos. Los hobbies, asegura la experta, son siempre “una puerta abierta para crear lazos sin forzar conversaciones”.
  • Pide ayuda a un profesional. Si sientes que no puedes pide ayuda a un profesional. “El aislamiento sostenido puede estar vinculado a trastornos como la depresión o la ansiedad social”, escribe la experta, “un psicólogo puede ayudarte a salir del bucle”.

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