Cuando sufrimos un shock o un trauma, el instinto de supervivencia se convierte en el piloto automático que dirige nuestros actos y nuestras decisiones.

Para protegernos de futuros golpes –ya sean físicos o emocionales–, nos construimos una gruesa armadura que puede adoptar muchas formas.

La armadura puede manifestarse a través de los hábitos a los que nos adherimos, y que acaban conformando nuestra zona de confort. Nuestro cuerpo y nuestra expresión facial se vuelven rígidos bajo esta protección, reflejando lo que está sucediendo en nuestra vida emocional.

Mientras llevemos las corazas encima, como el caballero de la fábula de Robert Fisher, seguiremos pensando que la vida es una batalla sin fin, sin darnos cuenta de que el peligro queda ya lejos y que es hora de abrirnos a la vida.

Perdemos entonces la comunicación con nuestro ser interior y con las emociones auténticas que nos conectan con los demás.

Por qué liberarse de las corazas emocionales

Las corazas se crean para protegernos de todo aquello que nos afectó demasiado, emocional y físicamente. En modo supervivencia, el cerebro dejar de sentir todo aquello que le atormenta. Es un mecanismo que se activa instintivamente cuando la vida nos golpea.

El problema es que, si ese bloqueo emocional se prolonga en el tiempo, llegará un momento en que dejaremos de sentir incluso aquello que merece la pena ser vivido.

Cuando recurrimos al alcohol, a las drogas, al uso indiscriminado de medicamentos o incluso a la comida, optamos por la anestesia para no sentir lo que guardamos debajo de la armadura.

Ciertamente, resulta doloroso reconectar con emociones dormidas, pero el esfuerzo merece la pena: una vez lograda la liberación física y emocional, reconquistaremos las tierras perdidas de nuestro reino.

Tal como propone el Dr. Gabor Maté, médico canadiense experto en adicciones, en lugar de preguntarnos por qué tengo esta adicción, cualquiera que sea, la verdadera cuestión sería: ¿De dónde viene este dolor?

Cómo quitarnos las corazas emocionales

En el plano corporal no existe el pasado: nuestro cuerpo vive en un presente infinito. Cualquier cosa que quede enquistada sin resolverse, cuando se active el recuerdo nos devolverá a aquel punto de nuestra historia en el que todo sucedió.

Llevar un trauma o una herida que late dentro de la armadura es como vivir con un disco atascado en el reproductor de nuestro sensible sistema nervioso. Así que ¿cómo podemos empezar a quitarnos esas corazas que en su momento nos salvaron la vida, pero que ya no nos sirven?

Para empezar, es importante dejar que las emociones fluyan libremente. Puedes contar con acompañamiento profesional si lo necesitas para reconquistar estos territorios emocionales. Es un proceso en el cual puedes sentirte muy vulnerable, pero no tienes que recorrerlo a solas.

No se trata de revivir todo aquello que te pasó, sino de liberarte de las corazas que te impiden vivir ahora plenamente. Es tiempo de honrar tu coraje y sensibilidad, y avanzar en el camino sin hacerte daño.

Tal como dijo el maestro espiritual norteamericano Ram Dass, "si sabes escuchar, todo el mundo es un gurú". Tú también. Para liberarte de tus corazas, necesitas escucharte a ti mismo.

Es asimismo esencial detenerte a descansar para que tu cuerpo y tu mente puedan integrar tu apertura al mundo.

¡La mejor parte de tu vida empieza ahora!

4 gestos para liberarnos de las armaduras

  1. Procúrate ratitos de sol y no olvides el agua. Somos plantas con pies: necesitamos el agua y el sol tanto como ellas. Regálate tiempo para tomar el sol a lo largo de todo el año y bebe mucha agua.
  2. Practica el automasaje con o sin ropa. Acaricia tu cuerpo con movimientos suaves pero firmes. Tal vez más fuerte en el cuello, hombros y brazos. Masajea luego con suavidad tu rostro, la cabeza y la piel bajo tu pelo.
  3. Mueve tu cuerpo y busca el contacto. El ejercicio libera endorfinas. Practícalo, sobre todo cuando no tengas posibilidad de abrazar a los tuyos. Acariciar a una mascota también es terapéutico.
  4. Enraízate con esta pequeña visualización. En tu meditación, imagina que desde tu coxis desciende una raíz hacia la profundidad de la tierra. Siente cómo esta conexión te llena de vitalidad y te libera de las preocupaciones.