Todos tenemos conversaciones que preferimos evitar. Son situaciones tensas, que, aunque importantes, preferimos barrer bajo la alfombra. Quizá tu compañero de piso deja siempre los platos sucios. O te ha surgido una oportunidad laboral en otra ciudad, y no sabes cómo plantearle a tu pareja la idea de mudaros. Puede que se deba al mal comportamiento de tus hijos, temas de dinero o una charla pendiente sobre el rumbo de cierta relación. Sea como sea, evitar la conversación no va a arreglar nada.

“Puede que tengas buenas razones para evitar conversaciones”, explica Mel Robbins en el podcast que lleva su nombre, pero debemos entender que no podemos caer bien a todo el mundo. “En la vida es mucho más importante ser respetado, y ese respeto empieza por ti”, continua la experta en crecimiento personal, antes de introducir al experto que la acompaña esta semana.

Es Kwame Christian, uno de los mayores expertos en negociación del mundo, además de ser abogado y presentador de Negotiate Anything, entre otras ocupaciones. Y como explica Robbins, es quien nos va a dar “tres pasos fáciles” con los que podremos “enfrentar cualquier conversación difícil y conseguir” lo que queramos.

Tres pasos para manejar conversaciones difíciles

“Las mejores cosas de la vida están al otro lado de las conversaciones difíciles”, explica Christian en el podcast de la experta, en el que analizan el poder de la negociación. Sin embargo, asegura, la conversación más complicada jamás es la que mantenemos con otras personas. “La primera y más importante conversación difícil que debemos tener es con nosotros mismos. Y eso es lo que la gente pasa por alto”, advierte el experto.

Esta primera conversación con uno mismo, según Robbins, consiste, sencillamente, en reconocer que merecemos ser respetados. Y para ello, debemos perderles el miedo a las conversaciones incómodas. No tienes que seguir permitiendo que los demás pasen por encima de ti solo por caer bien.

“Es hora de que aprendas un sencillo método de tres pasos para tener este tipo de conversación”, dice Robbins introduciendo a su invitado. Porque, nos recuerda, “es mucho más importante que aprendas a ser respetado en la vida y que dejes de centrarte en caer bien a todos y que todos estén contentos contigo”.

 

Reconoce y valida las emociones del otro        

Evitar conversaciones incómodas no es una opción. Lanzarnos a ellas sin preparación, tampoco. Por eso, el primer paso según el experto en negociación es “reconocer y validar las emociones” de los demás.

Si vas a hablar con alguien de un tema delicado que muy probablemente haga que se moleste o se siente incómodo, lo mejor es empezar reconociendo que lo que la otra persona pueda estar sintiendo.

Basta con un “sé que esto puede incomodarte” o “me imagino que esto no debe ser fácil para ti”. Este tipo de frases, explica el experto, pueden bajar la tensión y abrir un espacio más seguro para hablar.

En paralelo, también conviene hacer este ejercicio contigo mismo, como señala Mel Robbins en su podcast. Pregúntate: ¿cómo me siento? ¿Estoy enfadada? ¿Frustrada? ¿Me siento ignorada o poco valorada? Darles nombre a tus emociones es un método efectivo de reducir su intensidad y activar tu parte más racional.

Muestra curiosidad con compasión

El segundo paso es hacer preguntas abiertas con un tono compasivo. Lo que el experto denomina “usar la curiosidad compasiva”.

Pero ¿en qué consiste la curiosidad compasiva? Se basa en la idea de que, en lugar de lanzar reproches y asumir que el otro es un monstruo al que debemos derrotar, nos acerquemos con curiosidad a la opinión del otro, y con compasión. En lugar de decir, “siempre estás en mi contra”, nos acercamos con un “¿tú como lo ves?” O un “¿te has dado cuenta de que esto pasa a menudo?”

Se trata de entender que el objetivo no es “ganar” ninguna discusión, sino descubrir juntos qué está pasando. Como explica Christian, en la mayoría de los conflictos ni siquiera llegamos a entender qué es lo que piensa el otro. Ese debería ser el objetivo principal, porque solo desde ahí podemos avanzar hacia una solución conjunta.

Enfócate en resolver el problema juntos

Llegamos así al punto final. Con las emociones validadas y los argumentos de ambos lados sobre la mesa, toca buscar una solución conjunta. Repetimos, no se trata de “ganar” la discusión, sino de resolver un problema entre dos o más personas involucradas.

El objetivo de esta fase, por tanto, no es imponer tu punto de vista, sino llegar un acuerdo que sea beneficioso para todos. Christian lo llama “resolución conjunta de problemas” y es tan sencillo como preguntarte, “¿cómo podemos hacer que esto funcione para todos?”

La pregunta cambia completamente el panorama, porque ya no eres tú contra el mundo, sino todos contra el problema.

Una técnica útil para comenzar estas conversaciones es utilizar la fórmula: “situación, impacto, invitación”. Por ejemplo:

  • Situación: “Hoy a las 5:30 ha sonado tu alarma y me ha despertado”.
  • Impacto: “Me ha frustrado porque luego no he podido volver a dormir y tengo un día muy largo por delante”.
  • Invitación: “¿Podemos hablar de esto para ver cómo podemos solucionarlo?”.

Este enfoque reduce el riesgo de confrontación y facilita una respuesta más empática. Y si la cosa se tuerce, recuerda. No todas las conversaciones terminan en abrazo, pero eso no significa que no debas tenerla. La reacción de la otra persona te da información sobre qué lugar debería ocupar en tu vida. Mejor perder una relación, que perder el respeto por ti misma.

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