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Primero, el envase
Lo primero que tenemos que tener son envases en los que guardar la comida.
Hay cosas que no lo necesitan, por ejemplo frutas frescas como el plátano, aguacate, naranja, limón, etc. Deben dejarse a temperatura ambiente (en un lugar fresco y seco, no al sol) y consumirse lo antes posible.
Pero otras frutas y verduras sí necesitan un cuidado especial. Por ejemplo fresas, frambuesas, tomates, etc.
Para estas cosas nos sirve con un recipiente o una bolsa perforada que permita que circule el aire, y guardarlas en la nevera. Los tomates preferiblemente solos, ya que producen etileno, que hace madurar todo lo que tenga alrededor mucho más rápido.
Los frutos secos, semillas, cereales y legumbres, también mejor en envases separados y bien cerrados para protegerlos de la humedad y temperaturas extremas. Guárdalos en la despensa o armarios de la cocina.
Los botes de cristal que te sobren (por ejemplo de conservas), lávalos bien y guárdalos. Cuando hagas pisto, pimientos asados, patés vegetales, encurtidos, etc., esterilízalos en agua hirviendo y envasa tus preparaciones. Guardar comida preparada al vacío evita que por contacto con el aire se desarrollen rápidamente bacterias y hongos, además de retener el color de los alimentos (se reduce la oxidación).
En muchos casos necesitaremos una ayuda extra para conservar bien las cosas, sobre todo en el caso de preparados.