Desde la psicología, el término gerontofobia hace referencia al miedo o la aversión a las personas mayores, así como a la discriminación y el maltrato hacia ellas.

Vivimos en una sociedad tan volcada en el culto a la juventud que cada vez es más frecuente leer o escuchar frases como “los mayores son un estorbo”, “no se enteran de nada” o, peor aún, “ya no sirven para nada”. Estas frases que tienen todas en común, el rechazo o la burla hacia los ancianos o las personas de la tercera edad y son habituales entre los que sufren  gerontofobia. ¿A qué se debe esta fobia? ¿Por qué ocurre y cómo evitar que los jóvenes la desarrollen?

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Gerontofobia: definición y diferencias con la gerascofobia

Gerontofobia y gerascofobia a veces se usan como sinónimos, pero es necesario aclarar algunas diferencias entre ellas.

  • La gerontofobia se refiere al miedo o la aversión a las personas mayores en general, mientras que la gerascofobia se enfoca específicamente en el miedo a envejecer y a los cambios asociados con el proceso de envejecimiento.
  • La gerontofobia puede ser más común en personas más jóvenes, mientras que la gerascofobia es más común en la mediana edad, cuando comienzan a aparecer los primeros síntomas de pérdida de juventud.
  • La gerontofobia puede ser el resultado de la falta de contacto o de experiencias positivas con personas mayores, mientras que la gerascofobia puede ser el resultado de la ansiedad por los cambios físicos y psicológicos asociados con la vejez.

A modo de resumen, la gerascofobia hace referencia a cómo pensamos la propia vejez, mientras que la gerontofobia se focaliza en la vejez de los otros.

Características de la gerontofobia

La gerontofobia hace referencia al punto de vista de las personas más jóvenes sobre los mayores. Las personas que lo sufren perciben a los ancianos como cargas para la sociedad, personas dependientes que no pueden aportar nada. Tienen una opinión sesgada sobre lo que significa envejecer, centrándose únicamente en los aspectos negativos, sin valorar nada positivo.

Estas personas asocian la ancianidad con pérdida de capacidades (juventud, belleza, independencia, memoria, lucidez) sin valorar los aspectos positivos que puede tener una persona mayor (sabiduría, reflexión, experiencia, introspección, paciencia).

En el fondo de este desprecio, a nivel psicológico, puede encontrarse un rechazo al paso del tiempo y a la visión de uno mismo como anciano. En este punto, la gerontofobia puede entenderse como una proyección hacia fuera y hacia el futuro de la gerascofobia.

cómo ayudar a los jóvenes a superar la gerontofobia

Como cualquier otro odio hacia una minoría o hacia quienes son diferentes, la cura pasa por la información y la apertura de mente. Veamos 4 aspectos claves que han de trabajarse:

1. Fomentar la educación y sensibilización sobre el envejecimiento

Es importante que, desde edades tempranas, se promueva una educación sobre el proceso de envejecimiento y las diferentes etapas de la vida. Niños y jóvenes deben tener una visión global sobre las personas mayores que no se centre únicamente en los aspectos negativos, sino que también destaque todo lo que pueden aportar a la sociedad.

2. Promover la interacción y el conocimiento mutuo

Un aspecto primordial para luchar contra la gerontofobia es promover espacios donde jóvenes y mayores puedan compartir actividades y experiencias. De esta forma, se acortarán las distancias generacionales y cada uno podrá apreciar y aprender del otro.

3. Hacerles valorar la sabiduría y la experiencia

Debido a todos los años y experiencias vividas, las personas mayores pueden aportar puntos de vista más sosegados y lúcidos sobre situaciones o conflictos. Siempre que los ancianos sean personas equilibradas y hayan aprovechado sus experiencias vitales para aprender y evolucionar, sus consejos pueden ser muy valiosos para la comunidad.

4. Dar valor a la cultura y las tradiciones

En muchas ocasiones, los abuelos son la memoria de cuentos, historias, tradiciones e, incluso, idiomas o dialectos antiguos que pueden perderse con ellos cuando fallezcan. En lugar de rechazarles, debemos cuidar y conservar este acervo cultural como patrimonio de la humanidad.