Los profesionales de la salud mental vemos cada vez a más pacientes que sufren gerascofobia, es decir, un miedo exagerado a envejecer y a todas las señales que muestran el paso del tiempo. No es extraño que ocurra, puesto que vivimos en una sociedad en la que el culto al cuerpo, a la belleza y a la juventud se ha generalizado e impuesto.

¿Qué síntomas provoca la gerascofobia? Además del miedo a envejecer y a las señales que muestran el paso del tiempo, estas personas también pueden presentar un rechazo hacia las personas mayores (que son el recordatorio de la vejez), por lo que suelen evitar el contacto con los ancianos.

Causas del miedo a envejecer o gerascofobia

Como suele suceder, las causas del origen de esta fobia pueden ser muy variadas. Se conjugan factores sociales y culturales con otros más particulares que tienen que ver con la historia de cada persona. Veamos algunos de los factores que influyen en el origen de la gerascofobia.

  • ​La visión social de la vejez

Desde que nacemos, comenzamos a recibir mensajes negativos sobre la vejez. Se asocia llegar a la tercera edad con la enfermedad, la dependencia, el deterioro físico y un largo etcétera de cualidades perjudiciales y nada deseables.

Esta visión tan catastrofista sobre la vejez no es universal. En otras culturas sí que respetan y cuidan a sus ancianos; valoran la calma, la sabiduría y la experiencia que pueden aportar al grupo. Pero en nuestra sociedad acelerada y capitalista, se señala a los mayores como desechos improductivos que consumen los recursos económicos del país.

Por otro lado, también recibimos constantemente mensajes enalteciendo la juventud y la belleza. Recordemos la belleza de Cleopatra, los versos de Rubén Darío “Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!” y, más recientemente, el bombardeo que recibimos desde los medios de comunicación y las redes sociales, donde parece que lo único que existe y lo único que vende, es la juventud y la belleza física.

La combinación de estos mensajes tan extremistas hace que vivamos hípersensibilizados ante cualquier signo de envejecimento.

  • Las experiencias personales

Sumados a los factores sociales, también pueden darse otros factores más personales que pueden convertir el rechazo a la vejez en una auténtica fobia.

En primer lugar, hay que mencionar que cualquier cambio evolutivo nos produce cierto vértigo y rechazo. Los bebés pueden sufrir bloqueos y retrocesos en su evolución cuando se enfrentan a crisis de crecimiento, los preadolescentes viven con inseguridad su paso a la adolescencia, etc. Asumir el paso del tiempo y enfrentarse a lo desconocido, siempre es complicado y la vejez supone otro salto hacia una etapa nueva que tenemos que afrontar.

Las experiencias personales influyen enormemente en nuestra visión sobre el paso del tiempo y la pérdida de juventud. Los mensajes que recibamos sobre el cuidado de los abuelos enfermos, sobre “Fulanita ya está más mayor, con lo guapa que ha sido”, el propio miedo de los padres (o demás familiares) a la vejez, pueden marcar de forma muy negativa nuestra visión sobre las señales del paso del tiempo.

  • El miedo a la muerte

Pensemos también que, en última instancia, la vejez va asociada con el mayor miedo del ser humano, la muerte. Cada día que pasa, cada nueva arruga, supone un paso más hacia la muerte y, si no estamos preparados para afrontarlo, puede suponer un verdadero problema.

Cómo afrontar el miedo a envejecer

  • Valorar lo positivo

Igual que se hace con los niños para ayudarles a superar cada crisis de crecimiento, debemos valorar y potenciar los aspectos positivos de la nueva etapa a la que nos enfrentamos. Unos pueden valorar la experiencia, la madurez y los aprendizajes logrados, otros, el tiempo libre de la jubilación para dedicarlo a sus aficiones o a compartir con la familia. Hay muchos aspectos positivos de cumplir años.

  • Mantener un espíritu joven

Mucho más importante que las señales del paso del tiempo es la actitud con la que las afrontamos. Seguro que conoces a personas mayores que, gracias a su vitalidad y su alegría, transmiten unas ganas de vivir que muchos jóvenes no tienen.

Una mentalidad joven, dinámica y con ilusión es lo que nos empuja a disfrutar de cada etapa de la vida.

  • Cuidar el cuerpo

Ya nos advertía Juvenal: Mens sana in corpore sano. No podemos olvidar que nuestra mente necesita un cuerpo en el que sustentarse. Debemos ocuparnos activamente de cuidar nuestro cuerpo con una alimentación sana y ejercicio moderado.

  • Valorar la experiencia de la vida

Aceptar las señales del paso del tiempo como signo de madurez y aprendizaje. Toda la experiencia que tienes y todo lo que sabes, lo has conseguido gracias a todos tus años de vida. ¿Imaginas volver a tener 20 años, con la inexperiencia de esa edad? ¿Imaginas tener que pasar, otra vez, por todas las situaciones necesarias para aprender todo lo que sabes ahora? Valora tu madurez y alégrate por todas las experiencias que has vivido y que te han servido para ser quien eres ahora.