Aunque parezca un gesto rutinario y casi instintivo, lavarse la cara correctamente es uno de los pilares para mantener la piel luminosa, joven y saludable.

Aina Salom, farmacéutica especializada en dermocosmética, lo dice claro en uno de sus posts más compartidos: "No lavarte bien la cara hará que tu piel se vea opaca y envejecida. No basta con un chorrito de agua y listo".

Muchas veces se piensa que, al final del día, basta con echarse un poco de agua en la cara y secarse con la toalla más cercana. Sin embargo, esa práctica puede dejar residuos de maquillaje, suciedad ambiental, sudor o protector solar que obstruyen los poros y perjudican el equilibrio natural de la piel.

Errores frecuentes que arruinan tu piel

La advertencia de Aina Salom (@ainasalomfarma) se acompaña de varios consejos sobre cómo lavarse la cara. El primero es evitar tres errores muy comunes que pueden estar arruinando tu rutina de limpieza sin que te des cuenta. Puedes verlo en este post:

1. El primer error es el enjuague rápido

Aplicar el limpiador facial y retirarlo a los pocos segundos no es buena idea. “Hay que dejar actuar el producto al menos 60 segundos para que arrastre toda la suciedad. Si no, el maquillaje y las impurezas permanecen en la piel”, señala la experta.

2. El segundo error tiene que ver con la temperatura del agua

Usar agua muy caliente puede resultar agradable, sobre todo en invierno, pero Aina aclara que "el agua caliente elimina los aceites naturales de la piel, dejándola deshidratada y más sensible". El equilibrio está en usar agua tibia, que respete la barrera cutánea.

Recuerda esta idea porque también es clave para el cuidado del cuero cabelludo y el cabello. 

3. El tercer error habitual es el uso de la toalla incorrecta

Muchas personas usan la misma toalla que emplean para secar el cuerpo, pero esto puede suponer un problema. “Se pueden transferir bacterias y residuos del cuerpo a la cara, lo que favorece la aparición de granitos o irritaciones”, advierte Aina.

Lo ideal es secar el rostro con una toalla exclusiva para la cara, preferiblemente de algodón suave, y cambiarla con frecuencia.

También puede usarse papel desechable, si hay tendencia al acné o a la piel grasa. Cuando lo uses, presiona en lugar de frotar.

La técnica de los 60 segundos: cómo limpiar bien la piel

La farmacéutica propone un método simple y eficaz: la regla de los 60 segundos.

Consiste en aplicar el limpiador adecuado según tu tipo de piel (ya sea gel, espuma, aceite o leche limpiadora), y masajearlo durante un minuto completo, con movimientos circulares suaves. Esto permite que los ingredientes actúen en profundidad y que el masaje estimule la circulación.

Después, es fundamental realizar un enjuague completo, sin dejar residuos del producto en la piel. Esto se logra con agua tibia, ni muy caliente ni muy fría, insistiendo en zonas como el contorno de la nariz, la línea de la mandíbula y la frente.

El resultado: una piel que respira

Aplicar correctamente estos pasos a diario puede marcar una gran diferencia. Los beneficios son visibles en pocas semanas: piel más luminosa, poros menos visibles, menor aparición de granitos y una textura más uniforme.

Además, una buena limpieza permite que los tratamientos posteriores, como sérums o cremas hidratantes, penetren mejor y sean más efectivos.

“Una rutina de limpieza bien hecha es el primer paso para que la piel respire, se regenere y recupere su equilibrio natural”, concluye Aina Salom. Y es un gesto que, por simple que parezca, puede ayudarte a prevenir problemas como el acné, el envejecimiento prematuro o la piel apagada.

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