Hay personas que jamás olvidan una cara. Te ven una vez, y se siguen acordando de ti años después. Aunque el hecho de que te recuerden, o de que les suenen tus facciones, no quiere decir que recuerden tu nombre. ¡Y qué incómodo es encontrarte con alguien a quien conoces, pero no sabes cómo se llama!

Si estás dentro de este club, no te preocupes. No eres la única. De hecho, la psicología asocia a este tipo de personas una serie de rasgos que suelen tener en común el club de los "me suenas, pero no recuerdo tu nombre". Hemos preguntado al psicólogo José Martín del Pliego, responsable del área de psicología del Centro Médico Los Tilos, y estas son sus conclusiones. 

Son más visuales

No cabe duda de que, si lo tuyo son las caras y no los nombres, eres una persona más bien visual. Es decir, que aprender mejor por medio de la vista y no tanto en función de lo que escuchas. Esto, a lo que el experto llama "memoria facial", puede ser "una ventaja".

Para del Pliego, "esa facilidad de reconocimiento te va a permitir mantenerte conectado con las personas que conoces, aunque no sean demasiado próximos a ti".  Y es que, asegura, "el contacto visual activa el vago central, que es el que se encarga de la conexión y la seguridad interpersonal". Por tanto, "si me conecto bien con el reconocimiento facial, me sentiré mejor y más seguro". 

Aunque no todo son ventajas. Que aprendas mejor los rostros que los nombres puede hacer que te encuentres en situaciones algo incómodas. "El saber el nombre de los demás hace que las personas se sientan validadas e importantes", explica el psicólogo. Si dejamos al descubierto que no recordamos como se llama el otro, podemos "generar mucha desconexión social". 

Muy introvertidas y mentales

Quienes tienden a olvidar los nombres, continua el psicólogo, "suelen ser personas altamente introspectivas y mentales, personas muy enfocadas en lo interno". Este tipo de personas suelen estar inmersas "en procesos cognitivos que les requieren mucha energía", por lo que "cuando entran en la interacción social inmediata, están más hacia dentro que hacia afuera", lo que hace que acaben "perdiéndose información como el nombre", asegura del Pliego. 

En el caso de estas personas se mezclan dos circunstancias. Por un lado, el agotamiento mental que producen todos estos procesos cognitivos de los que habla el experto que hacen que la atención disminuya y la memoria se resienta. Y por otro, esta misma tendencia a estar en las nubes que hace que sea complicado retener determinada información. En especial, cuando es algo tan particular y específico como el nombre. 

Para estas personas, recomienda el experto, "se pueden usar trucos como tratar de repetir varias veces el nombre de la persona presentada, unas cuatro o cinco, durante la conversación para que no se olvide". Así, nos obligamos a centrar la atención en lo que está sucediendo, y conseguimos retener el nombre. 

Pueden tener rasgos egoístas

"Sin que sea patológico, hay personas que están muy en su discurso, en lo que ellos van a decir, y no le prestan mucha atención al otro, mucho menos a su nombre", nos explica el psicólogo. Estas personas, que "se encuentran en su propio diálogo interno", tienden a recordar mejor los rostros que otros detalles. 

Si a ti te cuesta recordar los nombres, tranquila, esto no quiere decir que seas egoísta ni una mala persona. Quizá, sencillamente, estabas muy centrada en comunicar bien una idea cuando conociste a esa persona. O te sientas algo insegura al hablar, y te centres demasiado en hacerlo bien. Revisar estos detalles puede ayudarte a recordar mejor los nombres a partir de ahora. 

Tienen signos de ansiedad

La ansiedad puede ser también responsable de que no recordemos los nombres. "En las personas con ansiedad social", nos explica el psicólogo, "se genera tanta alerta interna ante situaciones sociales que quedarse con el nombre es lo menos importante. Su tendencia será pensar, 'quiero salir de aquí cuando antes. ¡Peligro'". 

En caso de que esta ansiedad tenga origen en la infancia, continua el experto, puede que las interacciones sociales "desactiven el nervio vago central, que es el de la conexión social y la seguridad, de tal manera que evitan los vínculos porque les generan alerta y pasan de puntillas por las situaciones sociales, con lo que no recordar el nombre es bastante fácil". 

Si, además, estamos en casos de ansiedad severa que llevan a la disociación, es muy habitual que los nombres desaparezcan. Estas personas, explica del Pliego, "aparentemente están ahí, pero están desconectadas, y en situaciones sociales, esto puede pasar con relativa frecuencia. Así que recordar el nombre, que requiere atención, nada de nada". 

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