Comer lentamente, en un ambiente tranquilo y sin frío es uno de los primeros pasos para favorecer la digestión y evitar los molestos gases.
La razón es que el proceso digestivo está controlado por el sistema nervioso parasimpático (el que predomina cuando nos relajamos), que da la orden a las glándulas de secrección de jugos gástricos y, además, regula los movimientos de los órganos y vísceras implicados en la digestión.