Aquí puedes escuchar el podcast de Roy Galán.

Todos los seres humanos traemos una mochila a la espalda.
Una mochila que está compuesta por quiénes nos han dejado ser.
Por nuestras heridas, nuestros anhelos, también nuestras carencias y temores.
Todos los seres humanos venimos de una familia o de una ausencia de familia.
Y cuando conocemos a otra persona.
Cuando tenemos un interés romántico por otra persona.
Chocamos.

Lo hacemos porque muchas veces, la mayoría de las veces, no estamos presentes.
Estamos en otro sitio.
Estamos en los recuerdos, en esos que nos pesan y no nos dejan abrirnos.
No nos dejan amar o querer o nos tienen tras una coraza.
O estamos proyectando.
Siempre proyectando.
En un futuro que no existe, en una idea de relación que tampoco existe.
Así estamos junto a otra persona y no la vemos de verdad.
Porque tenemos los ojos atrapados en lo que vivimos con anterioridad.
Porque tenemos la mirada secuestrada por la expectativa.
Porque nos han enseñado que amar es una cosa concreta en la que hay que encajar.
Y si no encaja ahí, sufrimos.

Parece que estar realmente junto a otra persona es casi imposible.
Porque nuestra demanda hacia lo imposible es constante.
Porque habitamos una ficción de manera continua.
Porque no estamos con el otro sino con quien nos gustaría estar.
Por eso hay veces que la gente intenta cambiar a los demás.
O esperan que cambien.
O se esfuerzan en amar mucho, en entregar mucho, porque ese amor les hará cambiar.
Pero no es así.

Tenemos la obligación de ser honestos y honestas.
De ser nosotros y nosotras con las personas con las que estamos.
Aunque siéndolo corramos el riesgo de que nos dejen de querer.
Ese es el único camino, la única posibilidad, para compartir de una manera profunda.
Porque si no, nos estaremos mintiendo.
Estaremos vendiendo una moto.
Estaremos cumpliendo con los deseos de otros sin pensar en los nuestros.

En el amor hay que ser uno mismo.
Es el lugar en el que hay que serlo.
En el que no te deberían juzgar y en el que la libertad debería ser la primera palabra.
En el amor hay que decir te quiero.
Pero también me quiero yo.
Porque si no nos perderemos en el otro.
En el amor hay que brillar y crecer.
Y si no brillas y no creces.
Es que no era amor.