Echa un vistazo a tu móvil y elige cualquier grupo de WhatsApp. Seguro que hay al menos una persona en ese grupo que, por lo general, no hablar ni participa en ninguna conversación. De hecho, lo más probable es que estemos hablando de más de una persona. La pregunta es, ¿por qué sucede esto?
La psicóloga Olga Albaladejo, autora de Conjuros del Bien-Estar , responde para Cuerpomente este gran interrogante explicándonos cuáles son las posibles causas de este silencio eterno, y qué podemos hacer para salir de él si es lo que queremos.
No es lo mismo
Lo primero que debemos entender, nos explica Olga, es que “el entorno digital no es una réplica exacta de las interacciones presenciales”. Cuando estamos cara a cara, “contamos con el lenguaje no verbal, los gestos, el tono de voz, que nos permiten ajustar el mensaje”, continua la experta.
Por el contrario, WhatsApp es un “entorno más ambiguo”, que dificulta las interacciones y da pie a muchos malentendidos. Es por eso por lo que, según la psicóloga, “algunas personas deciden no intervenir para evitar posibles tensiones o porque no se sienten cómodas comunicándose por escrito”.
La timidez es un obstáculo
Aunque este entorno distorsionado puede ser suficiente para que hayas quienes prefieren las interacciones personales por sobre las digitales, la experta también nos explica que “en algunos casos” este silencio digital “puede estar vinculado a la timidez o una autoestima baja, pero no siempre”.
En este sentido, asegura Albaladejo, “influye el estilo comunicativo, la necesidad de controlar el mensaje o la percepción de no tener nada ‘importante que decir”. Estos factores, sumados a lo que la experta define como “saturación digital o necesidad de preservar el espacio mental” puede hacer que una persona se niegue a hablar por WhatsApp.
En los grupos, además, esta incomodidad se ve incrementada. “En grupos grandes y poco íntimos”, nos explica la experta, “muchas personas temen ser juzgadas o malinterpretadas. Piensan demasiado en cómo serán leídas sus palabras, si parecerán frívolas, demasiado serias, inoportunas o poco ingeniosas”.
A eso debemos sumarle el factor de la incertidumbre, porque como señala Albaladejo, “no podemos olvidar que no saber cómo están reaccionando los demás a lo que escribimos añade un factor de estrés importante. La ausencia de retroalimentación emocional inmediata –como una mirada o un gesto– aumenta la incertidumbre. Esa autoexigencia puede ser tan alta que muchas personas, directamente, prefieren guardar silencio.”
La ansiedad social
En casos más extremos, tras ese silencio se esconde un enemigo molesto de la salud mental: la ansiedad social. Para Albaladejo, esto juega un papel clave, porque, nos explica, “las personas con ansiedad social suelen experimentar una preocupación intensa por cómo serán percibidas, y esa sensación de evaluación constante se amplifica en los entornos digitales”.
Y es que, como aclara la experta en más de una ocasión, el entorno digital es siempre un factor de estrés adicional. “En WhatsApp, los mensajes quedan escritos, visibles para todos y sujetos a múltiples interpretaciones. No hay tono, no hay gestos, no hay contexto emocional. Esto genera un escenario muy estresante para quienes temen decir algo que pueda ser juzgado o malinterpretado. A veces escriben, borran, vuelven a escribir... y al final, deciden no enviar nada”, explica.
Personas introvertidas
Los casos que hemos analizado previamente, la timidez y la ansiedad social, no deben confundirse con una tercera posibilidad que no tiene nada de malo: la introversión.
Según la experta, las personas introvertidas a menudo tienen una tasa de baja participación en los grupos de WhatsApp. Aunque en este caso, expone, “la base no es el miedo, sino una preferencia natural”. Y es que, por lo general, “las personas introvertidas valoran los espacios íntimos, las conversaciones uno a uno y los intercambios con profundidad”, algo que los grupos de WhatsApp no ofrecen. Están marcados, como explica Albaladejo, por “la rapidez, la superficialidad o el volumen de mensajes” y no “responden a esa necesidad de conexión significativa”.
Además, continua la experta, las personas introvertidas suelen ser “altamente sensibles a los estímulos sociales”, por lo que pueden necesitar “más tiempo para procesar, y más seguridad emocional para expresarse”. Por tanto, “forzarlos a participar no es la solución”, lo mejor es “ofrecerles espacios donde se sientan seguros y respetados”.
Quedando en el margen
Es posible que hayas llegado hasta aquí no porque alguien de tu entorno no habla nunca por los grupos de WhatApp, sino porque tú misma no lo haces. Y aunque todas las razones para no hacerlo son válidas, la experta nos asegura que esta falta de interacción puede tener consecuencias en las relaciones personales.
“Existe el riesgo de ser invisibilizado”, nos explica, porque “en entornos digitales, quien no se expresa tiende a volverse “invisible” para el grupo”. El silencio se puede interpretar como desinterés o frialdad, aunque no sea así, algo que puede afectar al sentido de pertenencia.
“No hace falta participar constantemente, pero sí conviene encontrar pequeños gestos que indiquen presencia emocional”, aconseja Albaladejo. Para poder dar ese primer paso y empezar a participar más, la experta nos deja estos consejos:
- Empieza con algo sencillo. Un emoticono, un mensaje de apoyo o un comentario breve.
- Observa sin juzgarte. Mira cómo participan los demás, y ve encontrando tu propio tono.
- Enfócate en el propósito, no en el juicio. Si tu mensaje puede aportar o alegrar a alguien, vale la pena enviarlo.
- Permítete no ser perfecto. No hace falta escribir el comentario ideal, basta con estar.
- Conecta con tu intención. Hazlo desde el deseo de compartir, no desde la obligación.
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